viernes, 28 de octubre de 2011

LOS CAMINOS DEL CREER

Muchos y torcidos son los caminos del creer, de la formación de creencias. Las creencias, las formas como se aprehende la realidad, son influenciadas por la cultura de una época, y esta cultura se entrelaza con la forma económica. Así, un sistema tendrá una relación económica, una cultura, unas creencias y unas formas de adquirir esas creencias que le son propias y lo definen. En resumen, las creencias corresponden, son parte del sistema específico, lo apuntalan, lo reproducen.

De aquí que la comprensión de la fisiología de las creencias es fundamental para el hecho revolucionario, que en definitiva es una radical sustitución de ellas. Las preguntas ¿en qué cree un pueblo? ¿cómo llega a creer?, son fundamentales.

El tema no es sencillo, sus raíces llegan hasta las profundidades inéditas del alma humana, se internan en aéreas que van desde el psicoanálisis hasta la bioquímica. El comportamiento humano es un misterio escurridizo al entendimiento, pero su comprensión es indispensable para el ejercicio político.

¿Cómo el hombre conoce, qué le es dado conocer?

Es una pregunta que ha interesado a los mayores pensadores del mundo, la filosofía afirma su desarrollo en esta pregunta, la relación del hombre y la realidad ha sido preocupación que acompaña a la humanidad desde su nacimiento, o quizá deberíamos decir que la humanidad nació cuando construyó esa pregunta, cuando pensó sobre el pensamiento.

El hombre ha desarrollado métodos para conocer. Siempre el humano utiliza un método para conocer, se podría hacer una historia de la evolución de estos, sus diferencias de acuerdo a las clases sociales, a los sistemas sociales, sus relaciones.

Se deduce que la cultura capitalista tiene como objetivo instalar en los dominados una manera de ver al mundo, una manera de construir sus creencias, en ese empeño juegan papel principal los medios de deformación, que podríamos nombrar como medios de formación, de certificación de creencias.

Lo primero que intenta la clase dominante es que el hombre no vaya más allá de su entorno, que no supere las apariencias, no generalice, no relacione, que se conforme con lo que ve a su alrededor, que, como decía Martí, piense que su aldea es el mundo. De esa manera, en su ignorancia, es fácilmente dominado.

Hoy nos interesa indagar en los métodos clásicos de conocer, que vienen desde lo profundo de la historia, son dos principales, el método deductivo y el método inductivo.

Método Deductivo. En este se aplican los principios generales ya descubiertos en casos particulares. Por ejemplo, sabemos que con los capitalistas no se puede hacer tratos, no son de fiar, siempre rompen los pactos, de ese principio general podemos deducir que un acuerdo con los capitalistas será roto según su conveniencia.

Una aplicación concreta del método deductivo sería así:

Los capitalistas no son de fiar.

Los candidatos de la mesa son capitalistas.

Se deduce que: Mariacorina, Pablo Pérez, Capriles, Leopoldo, etc, no son de fiar.

Método Inductivo. En éste, a partir de casos particulares, se eleva a principios generales. Un caso de aplicación concreta de este método sería: En abril los escuálidos afirmaron ser demócratas, y dieron un golpe. En diciembre afirmaron ser demócratas y dieron un golpe. A partir de estos casos particulares podemos inducir el principio general: los escuálidos esconden intención golpista tras sus confesiones de demócratas.

Un método de construcción de creencias, muy usado por la dominación es La Superstición, ésta fue definida por los clásicos como: "el temor al poder invisible imaginado por la mente o basado en relatos públicos permitidos".

Es así, la televisión, los medios de "formación de creencias" actúan como nigromantes, se basan en poderes invisibles imaginados por la mente y convertidos en verdad, en creencias que favorecen, que perpetúan su dominación. El capitalismo es una superstición.

En las elecciones burguesas la superstición es instrumento muy usado para la instalación de creencias que favorezcan a sus candidatos.

Los mecanismos de dominación también operan de manera decisiva sobre el fondo del alma del dominado, manipulan la mente desde la infancia más temprana, influyen en los pilares de la conducta humana: la sexualidad, los miedos, los apetitos, los instintos, etc., pero el estudio de estos no forma parte del presente trabajo.

El desarrollo del pensamiento humano, de las relaciones de producción, de las fuerzas productivas, la evolución de la filosofía, culmina hoy en el Marxismo, cuyo método es el más elevado que ha alcanzado la humanidad. Dota a las luchas de un instrumento para analizar la realidad, para adquirir el conocimiento, las creencias que permitan hacer la Revolución.

El Método Marxista reconoce a las clases sociales, aspecto muy importante en esta época donde tanta tinta y tantos argumentos se gastan para ocultarlas. Este método analiza la lucha de clases, de esta manera se sitúa en el centro de la historia de la humanidad, rescata la evolución, el movimiento, es historicista, desecha la perpetuidad de un sistema, anuncia la posibilidad de superar al capitalismo.

El análisis de la realidad, la manera como se haga tiene que ver con esta lucha de clases, está influenciado por la ubicación en una clase. El Método Marxista no es un eunuco, toma posición, es un instrumento para la práctica de cambio radical de la humanidad.

Siendo así, se comprende que el Método Marxista sea objeto de fuerte oposición por el mundo burgués, capitalista. Lo deforman, lo desprecian, lo ocultan. Saben que un pueblo, su vanguardia, son invencibles cuando analizan la realidad con este método, cuando a partir de él construyen sus creencias, su visión del mundo, su ideología.

viernes, 21 de octubre de 2011

¿ES INNECESARIO EL PARTIDO?

En tiempos de Revolución es permanente la discusión sobre el partido, el tema es preludio del debate acerca del Estado, o de la necesidad de un líder, y en el fondo está la discusión del gran tema: ¿Es vital superar al capitalismo, es imperiosa la misma Revolución? De aquí que la polémica alrededor del partido no es un tema menor, éste tiene relación con todos los asuntos centrales del núcleo teórico de una Revolución.

Para entender al partido, su vital importancia, debemos partir del mecanismo de dominación de la burguesía. La burguesía, el capitalismo, que es la culminación de todos los sistemas de explotación que ha conocido la humanidad, ha perfeccionado la dominación de tal manera que ésta, como nunca antes, descansa sobre el alma del dominado. Es decir, el sistema de manipulación del espíritu, que coloca al dominado como soporte de la dominación, ha sido perfeccionado a niveles nunca antes imaginados. Este es el centro de la dominación y debe ser el centro de los movimientos de liberación, de los movimientos socialistas.

Podemos decir que toda Revolución derrotada, lo ha sido por los humildes manipulados que ha intentado redimir. Entonces, la batalla principal de la liberación ocurre en el alma del dominado, es allí que se decide la suerte de la Revolución.

Es inmenso el poder de la dominación burguesa sobre el alma colectiva, al punto que un rompimiento de esa armadura se puede catalogar como un milagro. Se trata de romper con una cultura que tiene milenios, la cultura de la fragmentación social, del egoísmo, de lo material sobre lo espiritual, la cultura que ha convertido al hombre en mercancía, en verdugo de sus redentores, en crucificador de sus hermanos, de sus mesías.

La cultura, la ética del capitalismo instalada en toda la sociedad, funciona como una formidable y sutil defensa del sistema. Así, la división entre los hombres es una constante, en todo grupo humano estará presente la división, por motivos que no la justifican, por causas banales. Emerge esta cultura de la división de las relaciones económicas de competencia, de guerra de todos contra todos, de la propiedad nosocial de la economía, de la búsqueda del lucro individual. Nos han hecho pensar, aceptamos la división como natural, cuando en realidad es uno de los pilares de la cultura, de la economía de la dominación. Lo individual, egoísta, prevalece sobre lo social, lo colectivo.

La manera de pensar, el razonamiento, está condicionado por la manipulación mediática, instalan métodos de apreciar la realidad que justifican los absurdos del sistema capitalista. Nuestra manera de razonar es simple, no relacionamos, no tenemos historia. Así, un fascista, como leopoldo o capriles, por obra y gracia de dos cuñitas y un autobús se transforma en un pichón de estadista.

Existen miles de formas de manipular, se han perfeccionado durante siglos, tenemos miedo a formas políticas liberadoras. Así, más tememos al comunismo que a la bomba atómica, o al impacto ambiental del capitalismo.

La pregunta que surge es ¿Cómo romper la dominación blindada? La respuesta siempre tendrá como base, la existencia de un partido, de una vanguardia fortísima.

¿QUÉ ES EL PARTIDO?

Hemos visto que la Revolución es, en esencia, una guerra cultural contra la dominación capitalista. En esta guerra cultural es el Partido el destacamento más importante, porque es santuario espiritual y material de las fuerzas revolucionarias.

La dominación burguesa, capitalista, es inmensa, tiene muchísimo poder, pero no es perfecta, tiene grietas, y en ellas, como diría el poeta, acecha la conciencia revolucionaria. En ellas, en esas debilidades del sistema, algunos hombres, al principio aislados, adquieren consciencia de la dominación, de sus mecanismos, de la necesidad de librarse de la esclavitud.

Si estos hombres se mantienen aislados no son peligro para el sistema, a lo sumo son voces dignas que lo cuestionan, no podrán construir una alternativa al sistema, una respuesta. Los aislados entienden que deben unirse, formar algo que vaya más allá de lo individual, un nuevo organismo vivo que rescate lo social de la sociedad escindida, un territorio donde se muestre la fraternidad perdida, un refugio para el amaos los unos a los otros.

Ese nuevo organismo vivo, que surge en la sociedad, no puede quedarse ensimismado, viviendo como en una isla de fraternidad, tiene la obligación de, además de ser vitrina, ejemplo, de la sociedad que se propone, ser motor para su arribo, dirigir la lucha contra el sistema capitalista.

Ese nuevo organismo es una prefiguración de la nueva sociedad, presenta batalla al capitalismo allí donde él es más poderoso, en la cultura, es ejemplo de una nueva manera de relacionarse los humanos, es el núcleo del ejército espiritual, cultural que se enfrenta al sistema capitalista.

Ese nuevo organismo es el partido, o, si se quiere, la vanguardia política, es el destacamento más importante en la batalla contra la cultura capitalista, su capacidad estratégica, su formación teórica, su ejemplo, constituyen un indispensable instrumento en esa batalla.

El partido revolucionario es "creación heroica" se trata de una muestra de la sociedad del futuro, edificada sobre las individualidades del pasado que se quiere superar, es difícil, pero imprescindible. Sin esa profecía de la sociedad que nos transporta al futuro, no es posible presentar batalla cultural al capitalismo, no es posible construir, construirnos Hombres Nuevos, capaces de llevar adelante la Revolución.

La construcción del Partido tiene muchos enemigos, el principal es la costumbre, la cultura que nos habita, que aúpa teorías disolventes.

martes, 11 de octubre de 2011

MERCADO DE DOMINACIÓN

Una de las materias más apasionantes en el estudio político es el hecho asombroso de que una minoría ínfima consiga dominar a una gran mayoría, ponerla a su servicio y transformarla en principal soporte de su propia dominación. El estudio político, la política, en gran medida, giran alrededor de la pregunta ¿Cómo la clase dominante consigue la dominación?

Es verdad, si observamos el mundo percibiremos un asombro que recorre la historia de la humanidad: millones de depauperados y sólo miles de privilegiados. Millones de hambrientos, sólo unos pocos ahítos. Una porción pequeñísima del mundo consume más del ochenta por ciento de lo que el planeta produce, y el resto se conforma con las migajas. Desde el principio de la historia ha sido así, millones esclavos y miles señores dueños. Lo asombroso es que esta situación se mantenga por milenios. La política revolucionaria grande, la importante es el cómo acabar con esta situación.

Hay algunas noticias que ayudarán a la comprensión del fenómeno: "Una madre vende a su hijo pequeño, el dinero obtenido lo usará para llevar a los dos más grandes a Disneyworld." "Un muchacho vende uno de sus riñones para conseguir comprar un ipad." "Una joven vende su virginidad y usará el dinero para comprar un iphone." "Un mendigo en Estados Unidos pide limosnas para comprar el último disco de Britney Spears." "En Venezuela asesinan a miles para quitarles el blackberry." "asesinan en Venezuela para robar el automóvil." "Obreros exigen que repartan los dividendos en empresas que no dan ganancias." "Unos empresarios están presos y otros perseguidos por estafar a Bancos." "Los financistas de Wall Street ganan más en medio de las crisis que condenan a millones a la miseria y los llevan al suicidio." "Para los imperialistas capitalistas las guerras son un negocio, dan mucho lucro." "Los negocios alteran gravemente el equilibrio ecológico, derriten los polos, alteran el clima, contaminan, ponen en peligro la existencia de la vida, pero siguen siendo un negocio." "La gente protesta porque no tiene." "Otros protestan por tener oportunidad de tener." "Una gran fuerza militar y psicológica mundial protege al mercado."

"Con los votos de los que nada poseen eligen Presidentes que representan a los que desde el comienzo de los tiempos todo lo poseen." " Los que no poseen van a la guerra a defender las riquezas de los que los despojan." "Los que no poseen se matan entre ellos." "Los humildes son los principales enemigos de los humildes." "Los poseedores se unen bajo un mismo estandarte".

Si estudiamos los datos anteriores veremos que guardan relación: todos tienen en el fondo la necesidad, la compulsión de poseer mercancías, no importa el costo, no importa el cómo. Es así, el mundo se mueve por la exigencia de adquirir mercancías, aun a costa de la vida, por encima de las necesidades básicas.

El pensamiento de los clásicos se concreta: "El mundo de las mercancías, de las cosas, gobierna al mundo de los hombres", y lo hace llevándolo, llevándonos a los límites de la locura, de la esquizofrenia.

Es así, el capitalismo valoriza al humano de acuerdo a la cantidad de mercancías que atesore, o mejor, a la capacidad de adquirir mercancías: mientras más, mejor; mientras más rápido, mejor. Las mercancías pierden vigencia, pierden su capacidad de conferir prestigio al poseedor, y deben ser sustituidas. De esta manera se produce una circulación demencial de mercancías que permite al capitalismo acumular. La circulación de mercancías es para el capitalismo como la circulación de la sangre para el cuerpo, si se detiene viene la muerte.

El capitalismo, la dominación actual, la cultura que la sustenta está signada por esta circulación macabra: todo se piensa, se siente, se organiza alrededor de estas necesidades artificiales, de conseguir su satisfacción a como dé lugar.

Se teje una fina e imperceptible red de dominación que funciona de manera espontánea, que hace de la política el reino de las mercancías. Éstas, su circulación, su compra y su venta, determinan las acciones políticas.

La política con las elecciones burguesas, tal como se ha dicho, se transformó en un gran mercado, los candidatos son productos, mercancías. Pero, también las ideas, las acciones son mercancías, orbitan, son condicionadas por la compra y la venta. El que mejor se venda, el que más ofrezca, gana. El que ofrezca poco, el que se venda con deficiencia, ese pierde.

La voluntad consumista de las masas condiciona la política burguesa, y condiciona la conducta de los gobernantes, le pone coto a su acción, no pueden gobernar ni gobernarse fuera de la voluntad de la circulación de las mercancías, son esclavos del mundo de las cosas.

La Revolución, el rompimiento de la dominación, es en esencia la fractura del mundo de las mercancías, de la cultura que le da origen, lo sustenta. Para eso es necesario en primer término, fortalecer la ideología que guíe el rompimiento con las necesidades artificiales y patológicas. En segundo lugar, sustituir el sistema electoral burgués, o mejor, el mercado electoral burgués. Tercero, concientizar al pueblo. Cuarto, agrupar en una vanguardia, en un partido a los más conscientes, estos prefigurarán el mundo de las nuevas necesidades, de las nuevas relaciones, donde el humano regrese al centro de la vida, y las cosas ocupen su lugar de subordinadas, así labrarán la autoridad moral para dirigir las acciones liberadoras.

martes, 4 de octubre de 2011

EL SOCIALISMO DE MARX

Es común oír que Marx nunca prefiguró al Socialismo. Esto no es cierto, Marx escribió las líneas fundamentales de la construcción socialista. Dos son los textos esenciales donde encontramos estas olvidadas precisiones: El Capital tomo 1 (1873), y Crítica del Programa de Gotha. Exploremos el primero de ellos. Allí escribe Marx.

"hagamos primeramente que Robinson comparezca en su isla. Frugal, como lo es ya de condición, tiene sin embargo que satisfacer diversas necesidades y, por tanto, ejecutar trabajos útiles de variada índole: fabricar herramientas, hacer muebles, domesticar llamas, pescar, cazar, etcétera. (…) Pese a la diversidad de sus funciones productivas sabe que no son más que distintas formas de actuación del mismo Robinsón, es decir, nada más que diferentes modos del trabajo humano.

La necesidad misma lo fuerza a distribuir concienzudamente su tiempo entre sus diversas funciones. Que una ocupe más espacio de su actividad global y la otra menos, depende de la mayor o menor dificultad que haya que superar para obtener el efecto útil propuesto. La experiencia se lo inculca, y nuestro Robinson, (…) se pone, como buen inglés, a llevar la contabilidad de sí mismo. Su inventario incluye una nómina de los objetos útiles que él posee, de las diversas operaciones requeridas para su producción y por último del tiempo de trabajo que, término medio, le insume elaborar determinadas cantidades de esos diversos productos. Todas las relaciones entre Robinson y las cosas que configuran su riqueza, creada por él, son tan sencillas y transparentes que hasta el mismo señor Max Wirth, sin esforzar mucho el magín, podría comprenderlas. Y, sin embargo, quedan contenidas en ellas todas las determinaciones esenciales del valor".

Trasladémonos ahora de la radiante ínsula de Robinsón a la tenebrosa Edad Media europea. En lugar del hombre independiente nos encontramos con que aquí todos están ligados por lazos de dependencia: siervos de la gleba y terratenientes, vasallos y grandes señores, seglares y clérigos. La dependencia personal caracteriza tanto las relaciones sociales en que tiene lugar la producción material como las otras esferas de la vida estructuradas sobre dicha producción. Pero precisamente porque las relaciones personales de dependencia constituyen la base social dada, los trabajos y productos no tienen por qué asumir una forma fantástica diferente de su realidad. Ingresan al mecanismo social en calidad de servicios directos y prestaciones en especie. La forma natural del trabajo, su particularidad, y no, como sobre la base de la producción de mercancías, su generalidad, es lo que aquí constituye la forma directamente social de aquél. La prestación personal servil se mide por el tiempo, tal cual se hace con el trabajo que produce mercancías, pero ningún siervo ignora que se trata de determinada cantidad de su fuerza de trabajo personal, gastada por él al servicio de su señor. El diezmo que le entrega al cura es más diáfano que la bendición del clérigo. Sea cual fuere el juicio que nos merezcan las máscaras que aquí se ponen los hombres al desempeñar sus respectivos papeles, el caso es que las relaciones sociales existentes entre las personas en sus trabajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del trabajo.

Para investigar el trabajo colectivo, (…) Un ejemplo más accesible nos lo ofrece la industria patriarcal, rural, de una familia campesina que para su propia subsistencia produce cereales, ganado, hilo, lienzo, prendas de vestir, etc. Estas cosas diversas se hacen presentes enfrentándose a la familia en cuanto productos varios de su trabajo familiar, pero no enfrentándose recíprocamente como mercancías. Los diversos trabajos en que son generados esos productos —cultivar la tierra, criar ganado, hilar, tejer, confeccionar prendas— en su forma natural son funciones sociales, ya que son funciones de la familia y ésta práctica su propia división natural del trabajo al igual que se hace en la producción de mercancías. (…)

Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social. Todas las determinaciones del trabajo de Robinson se reiteran aquí, sólo que de manera social, en vez de individual. Todos los productos de Robinson constituían su producto exclusivamente personal y, por tanto, directamente objetos de uso para sí mismo. El producto todo de la asociación es un producto social. Una parte de éste presta servicios de nuevo como medios de producción. No deja de ser social. Pero los miembros de la asociación consumen otra parte en calidad de medios de subsistencia. Es necesario, pues, distribuirla entre los mismos. El tipo de esa distribución variará con el tipo particular del propio organismo social de producción y según el correspondiente nivel histórico de desarrollo de los productores. A los meros efectos de mantener el paralelo con la producción de mercancías, supongamos que la participación de cada productor en los medios de subsistencia esté determinada por su tiempo de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmente planificada, regulará la proporción adecuada entre las varias funciones laborales y las diversas necesidades. Por otra parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida de la participación individual del productor en el trabajo común, y también, por ende, de la parte individualmente consumible del producto común. Las relaciones sociales de los hombres con sus trabajos y con los productos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en lo que respecta a la producción como en lo que atañe a la distribución.”

Queda claro que para Marx la condición básica del Socialismo (sin la cual no es posible construirlo) es la asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos [sociales] y empleen, conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social.