jueves, 30 de agosto de 2012

LA CONCIENOMÍA



Es una ciencia muy antigua, de ella existen registros en la vivencia de los cristianos primitivos, sus comunidades la practicaban. Combinaban lo espiritual, la conciencia, con estrictas reglas económicas. Temprano percibió el hombre que conciencia y economía formaban una sola entidad, un solo concepto, "la Concienomía".

La Concienomía es la ciencia de la realización plena de la humanidad, ha sido olvidada, los sistemas de dominación temen su aplicación, saben que sería el fin de sus días de privilegios. En la historia algunas veces aparecen brotes de Concienomía y entonces la existencia humana se ilumina con la esperanza de liberarse de la esclavitud, de superar al hombre atrapado en las cadenas que él mismo creó, de liberarlo de sus miedos y angustias existenciales.

Esos momentos son como destellos. Los Cristianos Primitivos en combate contra el Imperio Romano, por cambiarse ellos mismos y a los dogmas de su tiempo, fueron uno de esos instantes. Los días de la Comuna de París, los intentos de la Comuna de Berlín, fueron fulgores de la fusión de la Conciencia amorosa y la Economía. Los tiempos de la Revolución Soviética, la convivencia en el Granma y en la Sierra Maestra, nuestras jornadas de abril y diciembre, son claridades que marcan la marcha humana, en todos asomó la Concienomía. Esta ciencia es la base del Socialismo. Veamos.

Es un paso imprescindible en la integración del humano, es la naturaleza de esa integración. Los sistemas de explotación del hombre por el hombre tienen como esencia la fragmentación de la sociedad, pero también de la psiquis, del intelecto individual. Fragmentaron todos los aspectos de la vida humana y también disociaron el conocimiento, a las ciencias, al arte.

 La Economía tomó vida propia, se convirtió en un monstruo con sus particulares metas. La conciencia se elevó a cielos que la nublaron en el misterio de su autoformación, le ocultaron los secretos de sus raíces.

La Concienomía tiene como su principal objetivo restablecer las fuertes conexiones entre Conciencia y Economía, pero también restablecer las múltiples relaciones que existen en todos los aspectos de la vida. En otras palabras: reconstruir la idea de totalidad, acabar con la fragmentación del humano.

La marcha hacia el Socialismo tiene que vigorizarse, aprender de los destellos de la Conscienomía que han aparecido en la historia, de las enseñanzas del Che, de Fidel. No es posible avanzar sin comprender que las medidas económicas tienen fuerte repercusión en la formación de la Conciencia del Deber Social, esencia del Socialismo. Que la propaganda, las actividades culturales, los valores que transmiten los medios, tienen repercusión en la economía, modelan las conductas y justifican posturas.

El Socialismo es un sistema que debe establecer una nueva totalidad, un cambio profundo en la economía, en la conciencia, las artes, la organización social, la política, en todo y en las relaciones de las partes del todo. No es posible, por ejemplo, socialismo en la conciencia y capitalismo en la economía. Cuando esto ocurre se va camino a la confusión, al retorno.

Uno de los más importantes índices de la Conscienomía es el PIC, denominado el Producto Interno de Conciencia, es un índice que mide la variación de la conciencia socialista, de la Conciencia del Deber Social, del sentido de pertenencia a la sociedad. Este índice es muy poco usado en el mundo porque no tiene sentido en las sociedades capitalistas, en las cuales es un valor despreciable, casi cero.

El PIC tiene estrecha relación con el PIB, por cada punto que este registra de aumento en el sector privado, (es decir capitalista, enemigo de la Conciencia del Deber Social, del socialismo) el PIC registra un descenso de por lo menos diez puntos. Por cada compensación material individual el índice desciende cinco puntos, por cada dádiva individual, carros, plasmas, neveras, sin ninguna contraprestación de trabajo social, el PIC, desciende dos puntos.

Ahora bien, por cada punto que aumenta la economía de propiedad social administrada por el Estado el PIC registra un aumento de cinco puntos,  por cada jornada nacional de trabajo colectivo voluntario, aumenta diez puntos, por cada jornada social de movilización política por motivos altruistas, de lucha antiimperialista, se eleva diez puntos, por cada compensación material colectiva, aumenta dos, por cada cuña que estimule la Conciencia del Deber Social aumenta un punto, por cada discurso de nuestros líderes que hablen de la solución social a los problemas de la existencia, aumenta tres puntos.

Este Producto Interno de la Conciencia es muy útil, aunque inexplicablemente tiene poco uso. En los países capitalistas sería una alarma del peligro que corre aquel sistema. Si se mantiene bajo, los empresarios, los capitalistas, el imperio, pueden dormir tranquilos, su sistema está lejos de ser sustituido. En los países que pretendan construir el Socialismo es un indicativo de lo bien o mal que se va en ese camino: un índice bajo prendería las alarmas para ajustar el rumbo. También puede servir para planificar medidas económicas y predecir el impacto en el índice.

Este PIC no está aislado, tiene repercusiones políticas y en la dinámica de la sociedad. Por ejemplo, los niveles de la inseguridad tienen correlación negativa con él, un valor cercano a cero indica terreno propicio para la delincuencia, un valor alto, necesariamente disminuye la inseguridad.

En la política es muy importante el PIC, nos da una idea del criterio de la sociedad para decidir el apoyo en las elecciones. Un índice bajo nos señala una población egoísta, individualista, medrosa, capaz de reacciones desatinadas, nunca de criterios sociales en sus decisiones, incapaz de acciones colectivas, sólo es capaz de sumar egoísmos, siempre será multitud, nunca masa organizada. Frecuentemente las sociedades con este índice bajo eligen a sus propios verdugos, son incapaces de identificar a sus redentores, los condenan.

Creemos que en las Universidades donde se forman los economistas no hablan mucho del PIC, ni de su relación con el PIB, sólo les importa la producción de mercancías, su circulación, la salud del sistema capitalista, y eso lo miden con el PIB.

miércoles, 22 de agosto de 2012

LO URGENTE Y LO TRASCENDENTE


En el capitalismo se vive la terrible contradicción entre lo urgente y lo trascendente, entre la inmediatez y el futuro. Con el capitalismo las consecuencias diferentes al lucro inmediato no existen: el tiempo es medido al ritmo de la circulación del capital.

Esta alteración del tiempo, la anulación del futuro, nublado por la ventaja inmediata, es grave para la especie, para naciones e individuos. Vivimos bajo la compulsión de lo inmediato, o mejor: caminamos al suicidio llevados de la mano por la coacción del éxito irreflexivo y súbito. El capital se rige por el lema de aquel economista que cuando le advirtieron las consecuencias de sus medidas respondió: "no importa, dentro de cien años todos estaremos muertos".

El individuo del capitalismo es obligado a sacrificar su vida por el éxito urgente. Está incapacitado para actuar con visión de futuro, hasta su salud la inmola en los vapores del presente. Unos, los explotados, llevados por la compulsión del trabajo para vivir, otros, los explotadores, impelidos por la necesidad de reciclar sus lucros y triunfar en la competencia salvaje con sus iguales, y los del medio, por el terror a caer en los niveles de los proletarios y las ansias de ascender a las alturas de los burgueses que los desprecian.

Los gobiernos que conducen a las naciones sacrifican todo por la necesidad de mantenerse. Las medidas que toman no tienen más profundidad que las de las próximas elecciones, saben que si el pueblo está embriagado votará por ellos. El pueblo no sabe pesar las consecuencias, se satisface con el bienestar inmediato. Europa nos ilustra: el Mercado Común fue un éxito, trajo bienestar, pero los pobres del mundo morían en sus costas y aduanas queriendo entrar en ese cielo… y hoy se suicidan en las calles incapaces de soportar las penurias que no percibieron.

Es un círculo demoníaco que conduce a la humanidad inconsciente al despeñadero. ¿Cómo evitar la debacle? ¿Cómo salvarnos?

En la Revolución Bolivariana se escenifica batalla decisiva, aquí se demuestra si el humano, si la especie, es capaz de romper con la lógica perversa de lo inmediato, si puede construir un mundo donde las relaciones humanas prefiguren un mañana esplendoroso, viable, si podemos asegurar la existencia de la vida.

Estamos en campaña electoral, son tiempos en los que lo mezquino, lo inmediato, somete a todas las demás consideraciones, sin embargo, surge claro el enfrentamiento entre el futuro, representado por el Comandante Chávez, y el pasado fascista, suicida, del candidato oligarca.

El oligarca, marioneta del capital internacional, dice que no le importa el mundo, es la esencia del pensamiento capitalista, significa seguir el camino del suicidio, del asesinato de nuestros hijos y de los nietos de nuestros hijos.

Con Chávez rescatamos la visión de futuro. Se abre la discusión de cómo organizar a la sociedad, cuáles serán las necesidades y cómo serán sus satisfacciones, dónde apoyaremos el buen vivir, si en el consumismo desmedido, o en la espiritualidad que reconforta.

La humanidad usa el método de ignorar los grandes peligros para solucionarlos. El absurdo tiene sus raíces en lo profundo de la psiquis, es como el niño que en la noche devela los ataques de los monstruos que habitan los closet arropándose hasta la cabeza. Veamos.

Las mentes más claras del planeta alertan el peligro que corremos con la voracidad del capitalismo, lo hacen desde hace años y no pasa nada. Fidel le dedica varías de sus Reflexiones, grita que ya no hay mucho tiempo. Ahora las reuniones de los grandes de la economía aceptan la gravedad de la situación, le ponen fecha cercana a la llegada del punto de no retorno. La causa del mal está bien definida: el capitalismo.

La situación es dramática, sin embargo inexplicablemente nos portamos como el avestruz que frente a la amenaza entierra la cabeza y así, ignorándola, pretende resolverla.

El mundo, sumido en enorme crisis causada evidentemente por el capitalismo, busca soluciones en el capitalismo más salvaje, vamos camino al fascismo. Y no aparece por ningún lado una opción socialista fuerte, nítida. Países ayer socialistas, hoy sucumbieron a las ilusiones del capitalismo, y miden su éxito, no por lo sano de su vida o la felicidad de sus pueblos, sino por el PIB, que es, en esencia, una medida del consumismo, del despilfarro, de la agresión al planeta.

¿Por qué esta falta de respuesta a la crisis profunda? La respuesta debe buscarse en los mecanismos de defensa del capitalismo.

El sistema capitalista no es principalmente un fenómeno económico, es sobre todo una cultura, una psiquis, una espiritualidad, culminación y refinamiento de milenios de sistemas basados en la apropiación del trabajo ajeno: unos pocos se apropian de la riqueza producida por todos, las culturas sostienen este inmenso robo. Es así, en el capitalismo anidan los más fabulosos mecanismos de defensa tallados en milenios de dominación, los principales de ellos actúan en la mente, en los corazones, a ese monstruo nos enfrentamos, se enfrenta la humanidad.

En esa batalla descomunal nos encontramos. Esa tarea inmensa, decisiva, romper el cerco mental del capitalismo, es el principal objetivo de la Revolución. Todas las medidas, económicas, sociales, organizativas, culturales, deben tener ese azimut.

La Revolución Bolivariana, una de las poquísimas disonancias en la unanimidad capitalista mundial, no puede ignorar su fundamental papel en la instauración de la humanidad viable, posible, y no puede ignorar el peligro que hoy corremos, el desastre es inminente. Poco tiempo nos queda para revertir la situación.

El capitalismo es un virus de todo o nada. No es posible convivencias ni alianzas con él. En los híbridos la Revolución perece. El Socialismo es o no es. Tal como no existe media preñez, no existe Socialismo a medias. Debemos ser ejemplo para el mundo, no uno más en la comparsa capitalista. La humanidad clama por un Polo Socialista que marque el camino de la sobrevivencia. 
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martes, 7 de agosto de 2012

EL CAMBIO CULTURAL

Recuerda el Comandante Chávez el pasaje de Los Miserables de Víctor Hugo donde un viejo moribundo, veterano de la Revolución Francesa, le confiesa a un obispo: "Derribamos los molinos, pero el viento que los movía aún sigue allí". Es así, las Revoluciones son movimientos contra el viento antes que contra los molinos, eliminado el viento que los mueve los molinos languidecen. El viento es la cultura. Las Revoluciones o son culturales o son sarcasmo.

El cambio cultural sólo es posible si remueve las profundidades, no es tarea que se realice en la superficie, acontece en la raíz, debe ser radical. Cambiar al hombre, ese es el objetivo principal de la Revolución. Y el hombre se cambia en su alma, allá en los acantilados de su psiquis dónde sólo llegan el Arte, la Religión y los grandes líderes, los capaces de convertir a la Revolución en un hecho cultural, en una religión.

La esencia de una sociedad, de una cultura, de una civilización, son sus relaciones sociales: como sean sus relaciones sociales será la sociedad. Si queremos saber la calidad de una sociedad preguntemos por las relaciones de propiedad de los medios creadores de conciencia, también llamados medios de producción, así sabremos cómo es su cultura, su conducta. Si las relaciones de propiedad de los medios de producción son nosociales, con cualquier nombre que aparezca, (esclavitud, feudalismo, capitalismo, neoliberalismo, cuentapropismo, privado, cogestión, control obrero, etc.), necesariamente habrá explotación del hombre por el hombre, habrá mercado y, necesariamente, una cultura basada en el estímulo al egoísmo que sustente, justifique y perpetúe esa explotación. 

Entonces podemos concluir que la superación del capitalismo es una formidable operación cultural, un cambio radical de las relaciones entre los hombres, sustentado en un extremista cambio de las relaciones económicas: se trata de sustituir el egoísmo en las relaciones humanas por la fraternidad, es la reconstrucción de la sociedad que ha sido fragmentada.

La Revolución es la más importante tarea de la humanidad, de ella depende su sobrevivencia, la enorme magnitud de la empresa está en relación directa con las titánicas dificultades que supone. Veamos.

La especie humana es la única capaz de crear cultura, de imaginar y construir lo imaginado. Es también la única especie capaz de crear sus propios verdugos, a sus amos. La historia de la humanidad es la historia de la creación de estos espectros que la dominan.

Desde los inicios somos dominados por fetiches, la humanidad crea entidades en las que deposita sus responsabilidades, el comando de su vida. Hoy el principal de estos fetiches es la cultura del dinero, de la mercancía. La Revolución se enfrenta a un inmenso enemigo, al hombre mismo, al hombre del capitalismo, a la milenaria esclavitud. Se trata entonces de vencerse a sí mismo. Sólo el humano es capaz de plantearse esa batalla, transformarse a sí mismo, sólo el humano es capaz de vencer en ella.

La Revolución, por ser un profundo cambio cultural, tiene que ser radical, sólo así podrá transformar al hombre. Si escoge el camino de la complacencia con la economía, con la cultura capitalista, llegará ineludiblemente a la restauración, será engullida por la cultura capitalista.

La confusión, la falta de nitidez, favorece al pasado que nos habita. Los revolucionarios deben prefigurar la sociedad del futuro, la calidad humana del hombre del Socialismo debe hacerse leyenda.

Todavía retumba en el alma colectiva la decisión de Fidel que, contra todo cálculo material, hizo regresar el Granma para rescatar a un combatiente caído al proceloso mar. Allí nació la Revolución Cubana, en ese instante se hizo colosalmente humana. Las mejores hazañas del amor revolucionario, la solidaridad con el mundo, la epopeya guevariana, el heroísmo de los cinco cubanos secuestrados por el imperio, todo tiene su raíz en ese gesto de amor.

Chávez se yergue líder, establece una fuerte conexión con lo mejor de su pueblo cuando prisionero de despiadados enemigos, que sabe capaces del asesinato, en manos de la incertidumbre, en esa difícil situación reconoce la responsabilidad de una derrota militar y anuncia su disposición de seguir luchando por el bien de los humildes. Con aquel "Por Ahora" se empina la Revolución Bolivariana sobre el egoísmo de su tiempo. Dos palabras que resumen el derrotero del proceso: "entrega con amor a la causa de los humildes." Después, en el ejercicio del poder, el sentido amoroso se afirma en el humanismo con su capacidad de perdón.

Ese es el principal fundamento de la posibilidad revolucionaria, sobre ese sentimiento es realizable el cambio cultural. Esta es una Revolución amorosa, el primer y esencial paso está dado, ahora debemos dotarla de relaciones económicas tales que las relaciones amorosas encuentren en la economía su complemento. No es posible una cultura amorosa en medio de una economía egoísta, capitalista.

La Revolución sólo es posible si es amorosa y radicalmente anticapitalista. Los humildes, la sociedad, necesitan interiorizar con nitidez que el capitalismo no es solución a sus problemas, y que sólo el Socialismo es salida de su vida sórdida, guiada por mercancías y por la incertidumbre de ser víctimas del gran capital, que les ofrece la esclavitud de una existencia miserable, o la miseria de la exclusión.

La confusión debilita a la Revolución, por ejemplo, cuando hablamos del Mercosur como estímulo a los privados, eufemismo de capitalismo, y eso lo mostramos como un logro, hacemos un gran daño a la cultura amorosa revolucionaria. Cuando prestigiamos formas económicas nosociales, estamos desandando el camino hacia el Socialismo, apuntalando la cultura de la mercancía, del egoísmo.

La Revolución debe protegerse con una vigorosa Revolución Cultural que prestigie la relación amorosa y permita que los pasos tácticos no hipotequen el sueño. La realidad demuestra la necesidad de una potente economía de propiedad social no petrolera que sustente la conciencia socialista, al amor. De otra manera iremos al comercio planetario y regional de manos de nuestros verdugos capitalistas.