sábado, 30 de junio de 2012

LA HISTORIA DE LOS INDIVIDUOS

La lucha de clases no es sólo una confrontación en un coliseo donde ocurren choques masivos de diferentes bandos. Esa posibilidad, aunque es la más visible, no es la más importante, cuando ésta ocurre ya la batalla viene escenificándose en otros ámbitos. Lo fundamental de la lucha de clases es el brutal choque ideológico que ocurre todos los días, cada minuto, sucede en todo el territorio social, tiene varios teatros, generalmente pasa desapercibido y no se atribuye a la pugna entre clases.

Las medidas económicas y el contenido de los mensajes en los medios son escenarios de la batalla. Las formas de organización social y la Política son también manifestaciones de la confrontación, todas muy importantes y deben estudiarse. Hoy nos referiremos a uno, quizá un poco olvidado, el nivel individual. 

¿Cómo la lucha de clases se expresa en la acción individual?

Es en los individuos, en los dirigentes, donde se encarna la ideología: no hay ideología sin individuo, ésta no existe sin el humano. Aquí cabe una precisión, las clases sociales tienen una ideología que emana de su posición en la producción, pero esto no es lineal, mecánico. Las ideologías están contaminadas con la dominación porque la clase dominante irradia ideología sobre todas las demás clases. Con el individuo es diferente, la individualidad, por distintos factores que la influyen, adquiere una ideología muy propia que puede pertenecer o no a su clase.

Así podemos explicar la conducta de Bolívar, rico mantuano que se alza contra la monarquía española. En ese momento representaba los intereses, la ideología de los mantuanos criollos, y luego, cuando decreta la libertad de los esclavos, se enfrenta a los mantuanos, a su clase originaria, avanza a las fronteras ideológicas de su época, se emparenta con la Revolución Francesa y supera las metas de la burguesía naciente.

¿Cómo explicar la conducta del individuo Bolívar?

La respuesta no puede ser su origen de clase, eso quizá puede descifrar al Marqués del Toro. El argumento debe buscarse en su vida de huérfano, en su relación con las negras de su casa, Hipólita y Matea, en su fraternidad con Simón Rodríguez, que lo educó para la Libertad. Podríamos concluir que sus circunstancias lo hicieron revolucionario, militante del futuro.

¿Cuántos dirigentes contemporáneos del Libertador, "a la hora de los hornos" como decía Martí, no pudieron romper con su origen y tomaron decisiones que los asimilaron a la corona? ¿Cuántos campesinos actuaron como oligarcas?

La pertenencia de clase de un dirigente se demuestra a la hora de sus decisiones, de las grandes y de las pequeñas, en esas circunstancia se decide a qué clase sirve, a qué tiempo se debe, si al futuro o al pasado. Aun por encima de su voluntad, la suma de sus acciones lo ubican en una clase, en el comportamiento esperado de esa clase. La calidad de esos comportamientos configuran el rumbo social. 

Dice el Che que "en la Sierra se proletarizó la Revolución", esto es, se hizo revolucionaria, se empapó de la doctrina del futuro. Cabe preguntarse ¿cuándo, cómo una Revolución pacífica como la Bolivariana se hace revolucionaria, se proletariza? La respuesta es crucial para el rumbo nuestro. El asunto merece reflexión.

Lo primero es ubicar el papel histórico que corresponde a una Revolución en estos días, luego determinar quiénes están llamados a realizar ese papel y después precisar la conducta de los dirigentes en ese camino.

El papel histórico es la superación del capitalismo, de su cultura, de su lógica. Esta es la única manera de salvar al planeta y tener vida para mejorarla. Idiotas los que prometen mejorar las condiciones de vida sin importarse por el planeta, es como pretender pintar una casa que se incendia.

Sabemos que el Socialismo tiene como objetivo la implantación de la cultura de la relación amorosa y la derrota de la cultura del egoísmo, el rescate de la humanidad del humano y la superación del hombre-mercancía.

De aquí se desprende que la primera cualidad del revolucionario es la conducta amorosa y la lucha contra el egoísmo donde quiera que esté, ser "guiado por profundos sentimientos de amor". Esto, sumado a la comprensión de que los cambios, el avance hacia la nueva sociedad, deben ser en la esencia sociales, en las relaciones de propiedad y en la conciencia que con ella se entrelaza. No basta con las buenas intenciones, hay que elevarlas a acciones sociales, transformar a la sociedad.

La lucha de clases no es algo etéreo, se manifiesta en la conducta de los individuos y, en mayor y más importante escala, en la conducta de los dirigentes, estos en funciones públicas resumen los intereses de determinada clase, su accionar influye en la marcha de la sociedad.

La suma de las acciones de los dirigentes se reflejan en la masa y la conduce por determinados derroteros. Un dirigente es aquel que con sus acciones y opiniones es capaz de influir en la masa, siempre está en los diferentes niveles sociales, desde el pequeño grupo local hasta lo nacional, no hay vacío, la masa sin dirigentes es una alucinación.

Cuando un dirigente toma una decisión o firma un decreto está, más allá de su voluntad, expresando los intereses de una clase. Está reflejando su tormento interno, la decisión es la resultante de la cantidad de fuerzas sociales que pugnan en su interior. Sus miedos, sus pasiones, sus obsesiones tienen relación estrecha con la lucha de clases que en esa sociedad ocurre, con la ubicación que el individuo tiene en esa guerra.

Aquí cabe el refrán "por sus frutos los conoceréis". Los dirigentes revolucionarios pasarán a la historia por sus acciones, y sus acciones serán su historia, determinarán la calidad de sus triunfos y derrotas. Los pueblos pasarán a la historia por la calidad de los dirigentes que se den.

lunes, 25 de junio de 2012

LA POTENCIA NECESARIA

El Comandante Chávez propone convertir a Venezuela en una potencia, esa será la razón de los esfuerzos en los próximos años. La batalla comienza con la correcta definición del concepto potencia. Veamos.

El concepto potencia tiene una fuerte carga ideológica, condicionado por la ubicación del que defina. En el mundo actual sólo hay cabida para dos tipos de potencia, la capitalista y la Socialista, sólo pueden existir dos polos: el capitalista y el Socialista. No hay lugar para terceras vías, para dos sistemas en un solo país.

Si es un capitalista el que define, sus ejemplos, sus guías serán los países del norte, una potencia será la que se parezca a Estados Unidos, a Inglaterra. Será aquella que tenga los mejores índices macroeconómicos, los que miden el avance del capitalismo: los niveles de consumo, el PIB, el consumo de materias primas, la producción de acero, el puesto que ocupe en fuerza militar, en la carrera del espacio.

En el mundo hay muchos países potencias de este tipo: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, China, Rusia, y algunos emergentes como Brasil e India. Todos crecen, tienen riquezas a costa de la explotación, de la apropiación del esfuerzo de los trabajadores, y todos producen una inmensa masa de excluidos. La condición de un grupo de privilegiados y las grandes mayorías depauperadas es inevitable en este tipo de potencias. Ellas son la peste de la humanidad.

Todo este entramado de potencias que constituye el imperio capitalista, además de llevar miseria material y espiritual a sus pueblos, conduce a la humanidad a la extinción.  

La Unión Soviética en algún tiempo quiso competir en el mismo terreno, con la misma lógica de las potencias capitalistas, su avance se medía con los mismos parámetros. Ya sabemos su destino, se transformó en país potencia… capitalista.

La definición Socialista de país potencia, tendría que ver con su capacidad de influir en la dirección del mundo, en transformarlo, contribuir decididamente para que la humanidad sea mejor. En la época que vivimos sería un país capaz de mostrar la alternativa al capitalismo, que tenga la suficiente fuerza para construirse socialista, ser un ejemplo, que señale el camino de la mayor suma de la verdadera felicidad para su pueblo, y de la salvación de la humanidad.

En este paisaje se abre la discusión de cómo construirnos país potencia, cuál camino escoger, el del capitalismo en sus múltiples variantes, o el del Socialismo, con inmensa carga de lo inédito y también con su inmenso aprendizaje en siglos de lucha y de elaboración teórica, de errores y de aciertos.

Tenemos dos caminos: Uno, repartir la renta y construir una ilusión de potencia, intentar seguir la vía de los países capitalistas emergentes, pero con más filantropía, y un día darnos cuenta con tristeza que sólo creamos un espejismo petrolero.

Segundo, la hermosa aventura de ser país potencia por el ejemplo ético, organización social amorosa, la nueva economía donde el hombre no es una mercancía, que las necesidades y su satisfacción eleven la condición humana.

La forma, los instrumentos usados para medir la actividad social no son inocentes, inocuos, fijan metas, marcan rumbos, visiones del mundo. Podríamos decir parafraseando al refrán, "dime qué mides y te diré quién eres".

La Revolución supone un rompimiento drástico con la lógica del pasado. Esto no es fácil, los ecos de lo antiguo retumban en la mente del revolucionario durante mucho tiempo, sus valores se sedimentan en el fondo del alma de las sociedades liberadas, y cuando menos se piensa irrumpen en la superficie como dioses que regresan y reclaman adoración, ese día comienza el regreso al reino que se creía sepultado. Es así, el rompimiento en lo espiritual es lo más difícil, allí se atrinchera el capitalismo.

El capitalismo mide fundamentalmente los indicadores económicos, en realidad mide la robustez del capital, este es el centro de su vida, si el capital va bien, todo estará bien. El humano existe en cuanto sirve al capital, no importa su destino, su existencia, incumbe su participación en el empeño de reproducir y acumular capital, el hombre es considerado una mercancía cuyo éxito, su derecho a la vida, como toda mercancía, estará dado por el mercado.

Siendo así, la Revolución, el Socialismo, o con más razón la transición al Socialismo necesita pensar nuevas maneras de medir la actividad de la sociedad: ¿Cómo medir, qué índice usar para cuantificar el aumento de la fraternidad en las relaciones en una fábrica, en un barrio? ¿Cómo evaluar el impacto que una medida económica, por ejemplo empresas mixtas entre capitalistas y el Estado, tienen sobre la conciencia de sociedad, sobre las relaciones fraternas, cómo influyen en el egoísmo, qué tipo de conciencia estimulan? ¿Cómo se estima la elevación en la conciencia socialista de los trabajadores de las empresas de propiedad social administradas por el Estado?

¿Cómo se mide el impacto de la programación de los medios de difusión del Estado sobre la conciencia socialista, la conciencia de pertenencia a la sociedad, sobre las relaciones fraternas? ¿Con ese engendro que llaman rating? ¿Cuál índice evalúa nuestra actividad cultural, su influencia en los cambios de los valores, la visión del mundo, la conciencia?

¿Cuál es el índice que mide el conocimiento de la sociedad sobre los cambios necesarios en la manera de vivir, de relacionarse, en los valores, los principios, los objetivos que mueven a la sociedad? ¿Cómo se calcula el entendimiento de la necesidad del Socialismo, su comprensión, la voluntad de defenderlo?

¿Cuál valor conjetura la capacidad de sacrificio del pueblo, su voluntad de defender su futuro por encima de cualquier dificultad?

Si pretendemos ser potencia, la potencia que necesita el mundo, y que haga realmente posible un pueblo con la mayor suma de felicidad posible, estamos obligados a cambiar, a crear una nueva visión de lo que es nuestro éxito, desalojar al capital del centro de la vida humana y devolver al hombre su lugar de honor.

domingo, 17 de junio de 2012

LA BRÚJULA HISTÓRICA

En la historia aparecen sociedades que con sus acciones marcan el rumbo de la humanidad, son Brújulas Históricas. La Revolución Francesa en 1789 fue azimut de las luchas por derrumbar el sistema monárquico. La Caracas de 1810 fue una de esas sociedades, su ejemplo, el camino allí encontrado, señaló la derrota de la colonia en el continente, y la posibilidad de entrar en otra etapa histórica. La Rusia de la Revolución de Octubre fue una de estas brújulas, indicó la vía para fundar la sociedad del futuro, decretó la decadencia histórica del capitalismo, los pueblos del mundo fijaron sus anhelos en aquella gesta.

La Revolución Cubana merece lugar privilegiado en este análisis, la epopeya trajo al continente el futuro de la humanidad, al Socialismo, culminación de la épica de Bolívar, de Martí. Lo hizo a noventa millas del imperio, demostrando que "una idea justa desde el fondo de una cueva puede derrotar a un ejército", y que la conciencia es el motor de la historia, la mayor riqueza de los pueblos. Allí se rescató el ideario que los mercachifles de China y Rusia negociaron. Allí volvieron resplandecientes Lenin, Marx, la humanidad encontró el rumbo perdido por la traición.

El planeta, en los bordes del abismo definitivo, padece la agresión de un sistema criminal que se autodestruye con sus propias contradicciones. Acaba con el equilibrio natural que alberga a la vida, destruye a la naturaleza y hace del hombre el principal enemigo del hombre. El capitalismo ha conseguido aplastar las ideologías libertarias, sumir a la humanidad en noche oscura, no se percibe la salida, los pueblos se retuercen, dan vueltas en círculos, inventan caminos que no conducen a la liberación.

La humanidad, el planeta, tal como en 1810, en 1917, o en 1959, espera, clama por una sociedad brújula que indique el rumbo, que emocione, que asombre con la fuerza de las ideas, y que la audacia en su realización sea ejemplo.

De no aparecer esta sociedad, si la humanidad no puede fracturar el cepo espiritual que la esclaviza, si el capitalismo sigue su marcha hacia el infierno y con la socialdemocracia como límite a sus sueños, entonces, la especie humana será una especie forajida, un virus maligno autodestructor de la vida. Si por el contrario aparece esa sociedad brújula irrumpiendo en el mundo con una nueva visión de la relación humana, entonces, seremos una especie capaz de autoregularse, de anular los factores catastróficos, preservaremos el equilibrio vital.

Esta Revolución Bolivariana está llamada a ser sociedad brújula, a fundar el Socialismo, el destello que anuncie al mundo el sendero. Y debe hacerlo con la audacia de 1810, del 4 de febrero, corriendo los riesgos de la ruptura, con fe en la capacidad de los humildes de entender los llamados a la grandeza. El cálculo, la red de seguridad, el avanzar poco a poco, son suicidas. Una Revolución necesita de la audacia del ave que abandona por primera vez el nido. Sentir el vértigo de lo inédito.

domingo, 10 de junio de 2012

MACRO HISTORIA DE LA DOMINACIÓN

Si estudiamos la historia de la dominación desde una perspectiva global, sólo considerando los hechos que nos den idea de su movimiento general, podremos construir un paisaje que nos permitirá ubicar a nuestra Revolución. Veamos.

La dominación es la constante en la historia de la humanidad, podemos decir, parafraseando a los clásicos, que la historia de la humanidad es la historia de la dominación. Y aquí surgen las preguntas más importantes, el cuestionamiento que ha motorizado a la historia: ¿Por qué el humano ha permanecido milenios bajo sistemas dónde unos pocos expolian el trabajo de muchos? ¿Cuál es el secreto de la permanencia de esa dominación? ¿Es posible vivir de otra manera? ¿Cómo superar la explotación?

La búsqueda de respuestas ha tallado a la humanidad, los pensamientos más luminosos giran alrededor de esta angustia, las epopeyas son hijas de esta zozobra, las derrotas más duras de la especie son las que evitaron la solución del enigma.

Los dominantes han basado su hegemonía en dos pilares principales:

Uno, la superioridad intelectual, espiritual. El conocimiento, la cultura, fue apropiada junto con lo material, la economía. Al resto de la sociedad le fue transmitida la idea de inferioridad, de incapacidad para lo grande, sólo se les permite la cultura necesaria para aceptar sentirse inferiores.

El otro pilar, estrechamente ligado al anterior, es el egoísmo, la fragmentación. Al dominado se le inoculan valores, conductas, aprendizajes que no le permiten la unión, sólo es capaz de buscar soluciones parciales, nunca sociales, no percibe a la sociedad.

No puede haber dominación sin estos dos pilares. Los grandes liberadores de la humanidad claman por la unidad, contra el egoísmo, y por elevar la autoestima de los dominados. Cristo unió en su "amaos los unos a los otros" los dos anhelos. Bolívar, su último aliento fue un llamado contra el egoísmo, a la unidad, "si mi muerte contribuye a que cesen los partidos". Marx, igual, se dio cuenta que fragmentados seremos esclavos, "proletarios del mundo uníos".

Es así, los sistemas de dominación desde hace milenios se han basado en el egoísmo de los dominados, en la fragmentación, en su permeabilidad cultural a la dominación, y esas dos características se han perpetuado, ninguna Revolución las ha podido superar, su permanencia es la explicación de la continuidad de la dominación.

La esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, la monarquía, la democracia… y también los experimentos socialistas, todos han mantenido las dos características de la dominación, unos más, otros menos, pero en todos ha subsistido.

El Che advirtió sobre las armas melladas del capitalismo, predijo que esas armas melladas, los atajos que se inventaron en la Unión Soviética y en países como Yugoslavia, eran estímulo para el egoísmo y a la larga esos intentos sucumbirían.

La Revolución es una conmoción que abre la posibilidad de desmantelar los pilares de la dominación. Esa superación será la medida de su avance: si no demuele los pilares que sustentan el pasado la posibilidad se cierra y la Revolución fracasa.

La historia de la humanidad nos muestra con claridad los principales peligros de una Revolución: la cultura dominante y el egoísmo. Los dos fuertemente entrelazados, indispensable su superación para tener éxito. La historia venezolana es rica en luchas por superar los dos pilares de la dominación. Veamos.

Nuestra nacionalidad nace como fruto de un enfrentamiento feroz entre el egoísmo, la cultura de sumisión a una monarquía, y el intento de buscar nuevas formas de organización social donde todos existiéramos como hermanos… triunfó el egoísmo y la sumisión, y el majadero del amor murió, como tantos otros, solo, sin bienes materiales, pero irradiando luz a los tiempos futuros.

  Páez y Santander representan el triunfo de los pilares de la dominación. Luego la situación mundial disipó el aire fresco de la Revolución Francesa, la burguesía desechó sus anhelos de fraternidad, y el capital impuso su ley. El imperio naciente, tal como lo predijo el Libertador, nos llenó de oprobio y el oro negro signó la nueva cultura de la dominación.

 De Gómez para acá la historia es la adaptación de la nación a los intereses mundiales del capitalismo, el imperio gringo engulló la soberanía que tanta sangre y sacrificio costó a los padres fundadores. La sociedad poco a poco se amoldó a la renta, se profundizó el egoísmo. Este período está punteado por la rebeldía: la generación del 28, la toma del Cuartel San Carlos, el 23 de Enero de 1958, la épica guerrillera que le sucedió, el Carupanazo y el Porteñazo, todos heroicos episodios.

La oligarquía ha refinado su forma de dominación, la dictadura dio paso al engaño democrático, el abuso de la credulidad de la masa alcanzó cotas elevadas ayudado por los medios de deformación. Así transcurrió el pacto de punto fijo, cuando la oligarquía parecía infinita en la manipulación reformista. El egoísmo y la desvalorización lucían eternos.

En estas circunstancias ocurre la Revolución Bolivariana, y rápidamente enfrenta el reto de construir una nueva hegemonía. La historia es extraña, la oportunidad de superar al sistema depredador del hombre y la naturaleza aparece en un país con pocos proletarios, abundantes marginales, una burguesía parásita, pequeña burguesía colonizada por la cultura imperial, características opuestas a las esperadas por los clásicos.

Es aquí, contra todo pronóstico, que floreció el árbol de la fraternidad, del amor. No fueron en vano las gestas del Libertador, de Zamora, de la generación del 28, las luchas heroicas del 23 de enero, Fabricio, el Paso de Los Andes, la entrega por fundar un nuevo mundo. Todo abonó un espíritu solidario que el 4 de febrero surgió en este pueblo y tiñe al Continente. Somos el Continente de la Esperanza, aquí, con la imponente carga amorosa que portamos, se pueden superar todas las predicciones. Somos llamados a estallar los tiempos de la dominación del hombre por el hombre, a fundar el mundo de la fraternidad, a derrotar el egoísmo y la cultura de la dominación.

sábado, 2 de junio de 2012

VIDEOJUEGO


El incidente de los comunicadores sociales y los militantes de la oligarquía no es un hecho aislado, se relaciona con el comportamiento del resto de la sociedad. Si lo relacionamos con otros aspectos de la vida nacional entenderemos muchas cosas. Veamos.

En una sociedad todo está entrelazado: la política, la economía, la cultura, la educación, la religión, la ética… todo forma una unidad donde se expresan la dominación y las reacciones de sumisión o rebeldía a esa dominación, con el telón de fondo de las características propias de esa sociedad, de la manera como se reproduce allí la vida.

Siendo así, un hecho relevante en la sociedad debe contener en pequeño los rasgos principales de esa unidad. Con este pensamiento en mente intentemos análisis del incidente de los periodistas.

¿Dónde ocurre el incidente?

Sucede en una sociedad que es sometida a un remezón cultural que merecería estudio aparte: la ética de la dominación-acatamiento que regía a la sociedad ve su hegemonía fuertemente cuestionada por una ética caracterizada por la pérdida de la relación esfuerzo-logro (esta relación ya perdida en la economía, adquiere ahora entidad ética). Lo superficial priva sobre el rigor, la humorada, el show, domina el pensamiento. El país pasa de la ética campesina a la ética marginal rentista. El pensamiento mágico prevalece.

Se valora lo individual sobre lo social, la revolución devolvió la autoestima al individuo pero no ha podido sustituir la ética burguesa por la ética revolucionaria, es decir, dotarla de sentido de pertenencia a la sociedad. Pareciera que la Revolución ha elevado los niveles de egoísmo.

La realidad es deformada por los medios de difusión, o más preciso, estos sustituyeron a la realidad, tienen capacidad de crear mundos en nuestra psiquis y también de destruirlos. Nuestra conciencia no se forma en lo real sino en el universo de los medios, allí está "la verdad" y sus pontífices.

El incidente con los periodistas ocurre en el mundo de la ficción de los medios, allí adquiere la dinámica de show, se transforma, se potencia y se deforma, ya no cumple las reglas lógicas de lo real: en la pantallas aparecen "heridos en combates" rozagantes, sin una curita. Son agresiones que no ponen en peligro a nadie, sigue las leyes de los combates de utilería, o del mundo de los videojuegos. Esto no pasaría de una humorada si no fuese indicio de que el mundo real y el ficcional han perdido contacto, y cuando esto ocurre se siente cercano el hedor del fascismo. Y sus agresiones sí son reales, allí están pinochet, los desaparecidos del cono sur y un largo etcétera.

Es urgente que el peligro fascista a donde nos conduce el imperio se vea con seriedad. El fascismo no se detiene en batallas de videojuegos, se derrota con una ética del deber social, con un alto rigor en el pensamiento y en el estudio… Y, sobre todo, dejándose de pendejadas.

Se sabe que los cambios económicos se entrelazan con otros aspectos del resto de la sociedad, influyen a veces de manera inmediata en el comportamiento, modelan la cultura, la conciencia.

En la Revolución Bolivariana, que ocurre en medio de una feroz lucha de clases, se toman medidas económicas de carácter socialista y también se toman medidas de claro tinte capitalista.

Las medidas socialistas no consiguen romper el cerco mediático e ideológico para transformarse en conciencia. En contraste, las medidas capitalistas encuentran vía expedita en los medios de difusión, en los nuestros y en los de ellos, consiguen impregnar a la población, apuntalar sus valores, su cultura.

La política se ve fuertemente influenciada por esta situación, el acuerdo de facto que existe en la economía entre capitalismo y la intención socialista no es estéril, tiene vida, se mueve, intenta profundizarse y complementarse con una clara expresión política: el pacto.

Los grandes capitalistas industriales y financieros buscan corresponder la fuerza que tienen en la economía con una expresión política, de gobierno, que les pertenezca, que sea sumisa. Es decir, los capitalistas necesitan reeditar el pacto que ya funciona en lo económico.

No es casualidad que la política de hoy oscile entre el golpe fascista y la construcción de puentes entre las fracciones capitalistas de adentro y de afuera del proceso. Allí se inscriben los pujos de los periodistas por hablar con el comando de capriles, llevan agua al molino de la concertación, ella los arropa.

Ya sabemos que las burguesías nacionales funcionan como apéndices del imperio capitalista, de allí se nutren en lo económico, en lo cultural, en lo político. Por eso los intereses del imperio y de la oligarquía coinciden en la necesidad de dar otro carácter, "menos soberano", al gobierno revolucionario.

Los golpistas y los pactistas-reformistas tienen el mismo interés: paralizar el avance socialista. Los golpistas plantean aplastarlo, los pactistas intentan morigerarlo quitándole vitalidad, castrándolo, haciendo que pierda personalidad, que se confunda con los oligarcas, que se diferencie sólo en la forma, no en el fondo. Eliminarlo poco a poco, de manera vergonzante, escribiendo un poema de amor en la daga que lo asesina.

Los reformistas abren camino a la salida fascista, su conducta confunde a la población, su soberbia los separa de la realidad, los confina a la ficción de los medios: si aparecen en pantalla todo está bien, su mundo no rebasa las pocas pulgadas del televisor.

Es necesario romper el cerco del universo mediático, que el humano sustituya a la pantalla. Es urgente construir un tejido social y, valga la repetición, de toda la sociedad, que vaya desde lo nacional hasta lo capilar, que le dé sentido orgánico a la sociedad y nos una en un solo esfuerzo. La política, lo social, lo económico, así integrados, hechos sociedad, son el Socialismo. Desechemos la ficción y construyamos el Socialismo en la realidad.