lunes, 1 de octubre de 2012

LOS AMORTIGUADORES


La dominación burguesa, el estado burgués, se sostiene sobre unos amortiguadores que mitigan las tensiones sociales que produce la lucha de clases. Cuando son incapaces de contener, de atajar la turbulencia social, el sistema entra en crisis, se anuncian cambios profundos.

Uno de estos amortiguadores son las elecciones burguesas, en Venezuela funcionaron durante medio siglo.

Con la llegada de la Revolución, por razones de sus características, hubo la necesidad de continuar con las elecciones burguesas. En varias ocasiones se han visto desbordadas por las contradicciones, así se produjeron el golpe y el sabotaje petrolero. Se podría decir que a medida que la Revolución avanza las elecciones pierden cada vez más su papel amortiguador, la restauración de la dominación capitalista busca vías extra elecciones.

A medida que la Revolución se hace fuerte, las elecciones burguesas se debilitan en su papel. Esto parece ser una ley de las revoluciones pacíficas. Hoy en Venezuela las contradicciones han llegado a tal punto que el sistema electoral estalla en pedazos. Veamos.

El CNE se debilita. El episodio de la gorra de capriles, el embrollo con el simulacro, la insistencia de la oligarquía en cantar fraude, configura un cuadro de CNE golpeado, disminuido.

La amenaza de resultados adelantados, dar por sentado la derrota de Chávez y la supuesta negativa nuestra a reconocer los resultados, junto a las agresiones de personeros gringos, configuran un cuadro de desbordamiento de las contradicciones.

En esta situación dos son los escenarios a considerar:

Las elecciones pueden contener el estallido de las contradicciones, el triunfo de Chávez será aceptado por la derecha nacional e internacional, preservaremos la paz, seguiremos construyendo.

Las elecciones son incapaces de contener el estallido de las contradicciones, la derecha asalta a la Revolución. Este escenario de alta probabilidad tiene muchas variantes, van desde un golpe clásico, de esos que se dan en la madrugada, hasta la desestabilización y posterior intervención.

¿Qué hacer?

Primero: desechar el virus del electoralismo. Las elecciones burguesas son sólo una vía para resolver las contradicciones sociales, no "la única vía", ni siquiera son la manera de ser democráticos. La experiencia indica que el electoralismo, paradójicamente, se enraíza más en las revoluciones pacíficas en el poder que en la derecha desplazada.

Segundo: organizarse para enfrentar el asalto a la Revolución, construyendo un tejido social y, sobre todo, dejando claros los comandos, estos a la hora de los hornos son indispensables, sin ellos, a despecho de la conseja anarquista, no hay victoria posible.

Tercero: hacer un gran ejercicio unitario, la unidad no debe ser castradora, debe hacerse alrededor de dos únicos requisitos: ser Chavista y ser Socialista.

Cuarto: debemos pensar que a la hora del quiebre se debe instaurar un estado de excepción, que permita profundizar y defender la Revolución.

La mayoría actuante, la misma que hizo la Revolución de la Independencia, tiene igual o más legitimidad que la mayoría votante, que es inactiva y se limita a un acto individual, egoísta.

Las señales en el cielo son claras, aumentan cada hora, es así a medida que se acerca el punto crítico del 7 de octubre, se descarnan las contradicciones, el verdadero carácter no se puede ocultar, las reales intenciones afloran a la superficie.

Sólo un cándido no percibe que la derecha nacional e internacional está preparando un plan extra constitucional, sólo un tonto puede pensar que esto es una elección normal, que no hay nada oculto. El plan desestabilizador de la derecha es evidente, ya sobrepasa la voluntad de los miembros de la mesa oligarca, adquirió vida propia. Su desenlace es inminente, sólo resta saber la fuerza que acumuló y las variantes que adopte para expresarse.

Ante el ataque inminente contra la Patria es necesario involucrar al pueblo revolucionario, informarlo, concientizarlo, prepararlo para la respuesta, para la defensa de la Revolución, del Comandante, y para la profundización del Socialismo. El pueblo de Bolívar debe ir en defensa de su futuro de la única manera que esto es posible: avanzando hacia el Socialismo. Regresar a la impunidad, a la ambigüedad, es condenarnos a la derrota.

El pueblo debe estar involucrado en la defensa de su Revolución, y debe tener en cuenta que, tal como decía Anibal Ponce, "Las revoluciones se hacen, en efecto, con doctrina de pensadores y está condenada de antemano la insurrección que confíe a la inspiración del momento la suerte de sus aventuras".

La dirección tiene la responsabilidad de guiar al pueblo, sin complejos anarcoides, esa es su función, debe volcar todo el estudio y la experiencia política de años de combate teórico-práctico y su olfato en consignas que resuman esa sabiduría.

Bolívar supo traducir las enseñanzas de Simón Rodríguez y de los enciclopedistas en consignas claras, en arengas lúcidas, en proclamas certeras que guiaron a la sociedad a su liberación.

Fidel fue capaz de verter toda su sabiduría en consignas oportunas que guiaron a los cubanos a esa hazaña histórica que es la Revolución Cubana. Detrás de ellos había una montaña de estudio, de reflexión, de rigor y de práctica que le dieron a sus palabras y a sus pensamientos la capacidad de acertar.

Chávez transformó dos palabras, "por ahora", en huracán, resumían años de estudio, de preparación, de amor.

Las circunstancias difíciles que atraviesa la Patria exigen que la dirección incorpore al pueblo, que lo dirija y produzca orientaciones para salir airosos de las vicisitudes que se aproximan. No podemos dejar la respuesta a la improvisación, no debe ser espontánea. El oligarca, y esa es una característica del capitalismo, aprende de sus derrotas, ya asimiló sus errores de abril y del sabotaje petrolero, no los repetirá. La respuesta nuestra debe ser más inteligente y más rotunda.

El pueblo entenderá que el 7 la Revolución tiene dos tareas, ganar con amplia ventaja y defender la Patria y la Paz.

Si se atreven no habrá perdón, no habrá nueva conspiración, del capitalismo no quedará piedra sobre piedra.