jueves, 15 de noviembre de 2012

¿QUÉ, CUÁL, CÓMO?


Las Revoluciones fueron hechas por hombres extraordinarios. Formados en el pasado tuvieron visión de futuro, rompieron con su tiempo, fundaron.

Las Revoluciones hasta ahora fueron reacomodos del sistema que permite a unos hombres apropiarse del trabajo de las mayorías, de las riquezas sociales. Hoy la Revolución significa un salto inmenso, inédito, se trata de superar la esencia de todos los sistemas sociales anteriores, de superar el egoísmo, el individualismo, de volver a la sociedad integrada y rescatar la condición social del hombre. Será obra de lo extraordinario, de pueblos asombrosos, el reto es definitivo.

Se necesita una gran audacia teórica y práctica, un rompimiento radical con la forma de hacer política. Es necesario estudiar para aprender a modificar la realidad, para entenderla, para cambiarnos a nosotros mismos. Los clásicos postularon que la filosofía debía dejar de contemplar al mundo, de lo que se trataba era de transformarlo. Es así, y el pilar fundamental del mundo es el hombre, se trata de transformar al hombre.

La lucha principal es contra nosotros mismos, contra nuestra vocación de no cambiar y la incapacidad de imaginar un mundo que funcione con una lógica superior. Ante cualquier intento de revolución el pasado emerge desde el fondo de nuestros abismos interiores, se disfraza de cambio, pero en realidad deforma las acciones, las morigera, las convierte en caricatura.

Cuando los clásicos escriben Conciencia del Deber Social, las fuerzas oscuras del pasado leen nada más "conciencia", se olvidan de la integración social, razón suprema del Socialismo. Enmascaran el pensamiento, lo privan de su fuerza.

Cuando los clásicos dicen: …"imaginémonos, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen con medios colectivos de producción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social." Así surge el pasado que nos habita y lo cambia, lo interpreta como asociación de empresarios, o de unidades económicas egoístas que actúan aisladas, sin Conciencia del Deber Social, y más que hombres libres que trabajen con medios colectivos, es decir con propiedad social, son cómplices, o implicados en la guerra del lobo contra el hombre.

Son muchos los disfraces que adopta lo viejo para no morir, por eso es necesario una revolución que discuta, sólo la discusión dentro de la Revolución, conseguirá el camino. Debemos pensar, cuestionar todo, los conceptos deben pasar por el filtro del análisis, el  ¿Qué? debe convertirse en un arma del pensamiento: ¿Qué significa pueblo? ¿Qué es una comuna? ¿Qué es poder popular? ¿Para qué lo necesitamos? ¿Por qué el pueblo vota alcaldes y gobernadores burgueses? ¿Cuál es la esencia del Socialismo? ¿Cuál su camino? ¿Cuándo vamos bien? ¿Cómo rectificar errores?, ¿Cómo detectarlos?.

Sólo con la irreverencia del Qué, Cómo, Cuál, Dónde, tendremos una Revolución capaz de dar el salto inmenso que exigen los tiempos. Estas palabras deberían estar presentes en todas las reuniones de los revolucionarios, junto al axioma "irreverencia en la discusión y lealtad en la acción".

¿Por qué el Socialismo es Socialismo? O mejor: ¿cuál es su esencia? El Socialismo, en pocas palabras, es la integración de la Sociedad. Es devolverle su condición de conjunto, su organización en totalidad, superar la fragmentación a la que la sometieron los sistemas de apropiación del trabajo social por parte de una fracción de la sociedad, o para ser más precisos: la eliminación de la propiedad nosocial de los medios de producción.

Lo contrario al Socialismo son los sistemas fragmentadores de la sociedad cuya culminación es el capitalismo. Son sistemas estimuladores de la solución individual a los problemas de la existencia, basados en el egoísmo, la competencia y el extrañamiento del humano.
         
        La humanidad vive una prehistoria que corresponde a la etapa condicionada por el egoísmo y la depredación. El Socialismo es la superación del individualismo, la entrada de la humanidad en su verdadera historia. O como dijeron los clásicos: es la toma del cielo por asalto, el regreso al Edén.

La superación del individualismo, su sustitución por el Socialismo, no es tarea fácil. Miles de años, antes de los tiempos de Cristo, tiene la humanidad en este empeño, buscando la tierra prometida.

El tiempo de la búsqueda se agota. Tal es el daño que la organización individualista de la sociedad ha hecho al planeta que la vida se extingue ante nuestros ojos cómplices. Sin embargo, a pesar de que conocemos que la vida en sociedad permite resolver los problemas individuales, a pesar de que frente a las calamidades tenemos que volver a actuar cementados por la fraternidad, a pesar de los llamados de la realidad y los alertas de la naturaleza, actuamos con una insensatez suicida, no tomamos la decisión de superar el individualismo.

Es que el egoísmo está tallado con fuego y sangre en el alma de la humanidad, parece que nos dirige un inconsciente colectivo que hace imposible tomar las medidas necesarias para constituirnos en sociedad verdadera. La triste realidad que somos, mera agrupación de egoísmos, de humanos-islas que no podemos relacionarnos, no sabemos hacerlo si no es con la violencia, desde la sangrienta hasta la falta supina de solidaridad.

Tenemos dos opciones: nos constituimos socialistas, nos unimos desde la política, desde el esfuerzo consciente, o la naturaleza nos obligará a intentar hacerlo en medio de los desastres ecológicos, a unirnos cuando evidentemente ya será tarde, sólo nos quedará despedirnos con la melancolía de haber descubierto la llave al final, cuando ya no existía, o cuando ya olvidamos el camino de regreso al paraíso.

Desperdiciamos los días engañándonos como los animales de la granja de Orwell, con efectismos como aquel de que "todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros", deformándolo todo, falseando las palabras y olvidándonos de la realidad. Llegamos al absurdo de convertir el Socialismo en la suma de egoísmos colectivos que llamamos "comunas", cuando lo correcto sería llamarlas "egoismunas".

jueves, 8 de noviembre de 2012

¿QUÉ VA A PASAR?


El método es preciso sólo a largo plazo, en el corto tiempo es inútil. Es que no se trata de un ejercicio de adivinación, eso es reservado para los magos de circo.

El Che lo usó para predecir la caída de la Unión Soviética, suscitó muchas burlas y desplantes groseros, no públicos, no en televisión... al fin y al cabo era el Che, tenía licencia para decir “tonterías” que amenizaban con sordina las reuniones etílicas de los revolucionarios. Veinte años pasaron para que el vaticinio se concretara, entonces el método surgió victorioso.

El capitalismo, su lógica, su metabolismo, nos inocula velocidad, resultados compulsivos que deben acompañar al ejercicio fiscal, un año, un trimestre, un semestre, el cierre del año, allí debe caber toda la actividad humana, mayores tiempos escapan a los rigores de la contabilidad. La visión larga no es propia del capital.

Aquel gran economista resumió esa lógica cuando postuló: "no importan los daños futuros, dentro de cien años todos estaremos muertos."

Es así, la visión corta es propia del capitalismo. Por eso el método es desechado y con él la visión de Estado, la estrategia, el largo plazo es una calamidad, una incomodidad, nos hace pensar como seres sociales, nos perturba el hoy, nos tira de la adolescencia social, el futuro es ahora y la divisa es gozar, el mañana no existe.

El método es histórico, lo que significa que estudia el pasado y también predice el futuro, pero recordemos que a largo plazo. El método nos indica que pensemos en el desarrollo de las formas actuales. A veces es fácil, nadie por ejemplo puede dudar que el impacto ecológico del capitalismo es la vía a un desastre que pone en peligro la existencia de la vida. A veces es difícil, nadie imaginaba que la Unión Soviética, que había vencido a los nazis, llegado a la Luna, con desarrollo industrial, podía caer sin disparar un tiro. ¿Quién acreditaba que en la patria de Mao pulularían los carros de lujo, los millonarios, el capitalismo más salvaje?

El método puede acortar los tiempos de predicción, amolar su filo, si se complementa con la experiencia histórica: está comprobada la advertencia del Che que las armas melladas del capitalismo no pueden construir Socialismo, al contrario lo neutralizan, lo abortan. Chile nos enseña que concesiones al capitalismo, el reformismo, la socialdemocracia, conducen los procesos revolucionarios a los territorios fascistas.

La Revolución Venezolana merece una aplicación del método con seriedad, con visión estratégica, sin conformarse con el éxito inmediato. Lo que hoy sembremos lo recogerán los hijos, los nietos, el inmediatismo no construye civilizaciones, menos las salva.

Está claro que los plazos cortos, impuestos por la lógica del capital,  nos condicionan lo que podemos hacer, nos limita la visión, y también la conciencia, no nos prepara para el mínimo sacrificio en aras del mañana, nos construyen cultura del hoy, pobres vividores de la hora, verdugos del futuro.

Si pensamos con mentalidad estratégica, con sentido histórico, nos daremos cuenta que aquí, en Venezuela, se dilucida el futuro de la Revolución Pacífica como vía para superar al capitalismo, es aquí que se escriben sus leyes, se pone a prueba su viabilidad.

Siendo así, lo que hoy sucede tiene profundo significado vital para el tránsito de la humanidad, no se trata entonces de lo mezquino de nuestra existencia, decidimos cómo será el mañana.

Si la Revolución falla, si Chávez pasa a la historia como uno más que lo intentó, el mundo será arropado por manto de escepticismo, la oleada capitalista podrá durar mil años, la esperanza no guiará a los pueblos sufrientes. Ahora bien, todos los cálculos científicos vaticinan que de seguir el capitalismo, la humanidad, la vida se extinguirá en pocos años. Entonces, si nosotros fallamos, si no somos ejemplo para el mundo, si no marcamos rumbo, estamos condenando a la humanidad a la extinción, estamos actuando con un egoísmo suicida, el capitalismo con su lógica nos habrá convertido en verdugos de la especie.

Nuestra responsabilidad es pensar en grande, no podemos confinarnos al mezquino entorno y al tiempo que nos tocó vivir, a vivir bien hoy a costa del mañana ¡No! Es necesario romper con el egoísmo generacional, actuar con criterio de especie, de humanidad, nuestra responsabilidad nos obliga a analizarnos, a predecir, a medir las consecuencias de los actos de hoy.

Debemos derrotar a la lógica capitalista, el mañana importa, dentro de cien años la especie debe vivir. Quien no piense así, no podrá ser feliz hoy, ya no es humano, es una máquina de consumo, un engendro de egoísmo, un miserable.

Estamos obligados a derrotar al capitalismo, y para eso es necesario que nos analicemos, que entendamos el momento, estudiemos hacia dónde será su desarrollo.

Parece una ley que el capitalismo usa dos vías para derrotar a la Revolución Pacífica:

Una, la vía pacífica, participa en elecciones, invoca a la Constitución, se portan bien. En esta vía su mejor arma es la lógica capitalista, la inocula en las arterias del cambio, impide la sustitución de esa cultura, nos presiona a bailar su música, seduce a los dirigentes con vanidades, oropel. Lo anterior se complementa con acusaciones de comunismo, lo ven por todos lados, o mejor, lo fabrican.

De esta forma presionan a los débiles, asustan a los vacilantes, aúpan a los reformistas. La evolución de esta vía es atenuar a la Revolución, hacerla inventar atajos para diferenciarse del "comunismo", desdibujarse, apartarse de los humildes, buscar a la clase media.

La otra vía es la golpista, la salida de fuerza, siempre está presente. Ahora cobra vigor con la derrota de la vía pacífica, hablan de fraude, de gobierno írrito, siguen susurrando.

Parece una ley que la Revolución Pacífica sufra el asedio de los capitalistas, estos no dudan en llevarla a terrenos de violencia, es decir, la Revolución Pacífica o se entrega al reformismo, o enfrenta una fase violenta.

jueves, 1 de noviembre de 2012

AVES DE RAPIÑA SOBRE LA REVOLUCIÓN

Estaría incompleto un análisis de la realidad política venezolana sin considerar al capitalismo internacional. Veamos.

El capitalismo atraviesa una crisis que, sin dudas, es una crisis de la humanidad. El capitalismo tiene una necesidad vital, crecer, pero el crecimiento continuo se topó con sus límites. Ya no puede hacerlo geográficamente, ocupa todo el planeta, ni con artificios económicos, las burbujas de la especulación le estallan en la cara. Los tradicionales polos imperiales están envejecidos, comidas sus entrañas por las deudas, abarrotados sus almacenes de mercancías que los constipan, la crisis toca a continentes enteros.

Europa sale del sueño del mercado común y vive la pesadilla de pueblos desesperados, no preparados para la penuria, los suicidios son epidemia. La crisis es global aunque algunos países, los llamados emergentes, pretenden esquivarla invadiendo mercados y territorios descuidados por los viejos imperios ahora decadentes. Vana ilusión, la crisis es del sistema capitalista, la solución no está en modificarlo ni remozarlo, sino en superarlo.

A nuestra puerta tocan los países emergentes. China, Rusia, Brasil buscan con desespero el petróleo, ingrediente indispensable para sus economías enfermas en sus cimientos. Estos países se enfrentan, con cautela, a los tradicionales países capitalistas, pugnan por un espacio en el sistema capitalista mundial, pero sin poner en peligro su existencia, lo protegen y simultáneamente piden su tajada del pastel.

Es lógico pensar que se puede sacar provecho de las grietas que producen las peleas entre los intereses capitalistas, pero ¿puede el país navegar en las aguas agitadas por los diversos intereses que allí se mueven? Quizá, es posible, pero seguro muy peligroso. Se trata de hacer negocios con fieras, algo así como cebras comprándoles pasto a los leones.

A nosotros nos tocó en suerte, o mejor, en mala suerte, Brasil. Podríamos decir, parafraseando el dicho mejicano: "pobre Venezuela, tan cerca del Brasil y tan lejos de Dios."

Tenemos negocios con Brasil y con Argentina, es decir, con la columna vertebral del mercosur, simultáneamente a lo económico, como es de esperar, se tejen obligaciones políticas que traban la marcha al Socialismo. Al entrar en el mercosur, además de la integración capitalista que eso significa, ingresamos en una integración de la democracia burguesa, del sistema político que la dominación burguesa adopta en el continente.

Los intereses económicos de Brasil y Argentina en Venezuela, necesariamente generan intereses políticos, sería cándido pensar lo contrario. Sería una falta incomprensible no pensar que estos países no intervienen en nuestra política, que no la intentan dirigir hacia lo que conviene a sus intereses, y sería casi un suicidio no prepararnos para enfrentar este factor internacional que intenta impedir el avance hacia el Socialismo. Es decir, son enemigos, por ahora ocultos, de la Revolución Bolivariana.

Cuando tenemos como objetivos históricos la Soberanía, el Socialismo, ser potencia moral, sin duda la burguesía paulista y agraria de estos países se activa en contra de estos propósitos, son ellos los que hegemonizan en esos países.

Lula pasará a la historia como el cónsul de la burguesía paulista. Consiguió encarnar, como nadie, el disfraz de obrero, de luchador social y embaucar con el lema de: "lo que es bueno para la burguesía es bueno para el Brasil". Desmontó la lucha de clases limitándola a una suerte de escarceos de verano de movimientos sociales inocuos para la salud del capitalismo.

Es un inmejorable operador del fortalecimiento del capitalismo en Brasil y de su expansión. En la ola de la pasión por el fútbol consiguió cabalgar la pasión por el expansionismo capitalista, en el mejor estilo de las antiguas cortes portuguesas.

¿Qué hace hoy el cónsul lula?

Lula tiene como tarea importante neutralizar al Socialismo Bolivariano y poner la riqueza nacional, el petróleo, al servicio de la burguesía de Brasil y Argentina. El hombre usa muy bien el disfraz de manso, de amigo.

Declaró que una victoria de Chávez sería una victoria de él, así se ganó la simpatía de todos, una especie de patente para opinar, siempre pusilánime, con disimulo, ambiguo. Veamos.

En unas declaraciones que da en Argentina, su socio principal en el mercosur, lula nos muestra su verdadero yo, he aquí la noticia en su idioma original:

O presidente reeleito da Venezuela, Hugo Chávez, deve preparar um sucessor, disse o ex-presidente Luiz Inácio Lula da Silva (…) que a alternância de poder é fundamental para a democracia.

disse ao jornal argentino La Nación que "para a democracia, a alternância de poder é uma conquista da humanidade e, por isso, é preciso mantê-la.

Eu acreditava que Chávez seria melhor para a Venezuela. Agora creio também que o companheiro Chávez deve começar a preparar sua sucessão. Porque a Constituição permite que Chávez seja candidato por uma quarta vez, mas, quando ele perder, os adversários também poderão se candidatar quantas vezes quiserem, e isso acredito que não é bom, disse Lula.

¿Qué hay tras estas declaraciones de lula? Sin duda la intención del imperialismo del sur de parar la marcha al Socialismo, nos lanza una carga de profundidad, nos pone a pelear con años de adelanto por las elecciones del 2019, saca a Chávez del juego, alienta la pelea interna, nos sumerge en la perversión de las elecciones burguesas.

Pero ¿cuál es el origen de la simpatía de lula? ¿por qué nos ama? La respuesta la da él mismo, en la entrevista declara:

"Venezuela empezó a mirar a América latina, y por eso defendí el ingreso de Venezuela al Mercosur. Por la importancia estratégica de Venezuela, es una de las reservas más grandes del mundo de petróleo y de gas, tiene un potencial energético extraordinario. Nosotros precisamos en cuanto Unasur discutir cómo hacernos socios de esa riqueza que tenemos".

El cónsul del sur devela su interés, al igual que los gringos, o los chinos... ponerle la mano al petróleo. Para eso necesitan detener la marcha al Socialismo, por eso Chávez les es incomodo, he allí el centro de la política imperial… Brasil incluido.