martes, 29 de enero de 2013

¿CAPITALISMO CON CONCIENCIA SOCIAL? (DS 207)


Discutir las diferentes posiciones sobre el Socialismo es vital para la Revolución. Sólo de esta manera, polemizando abiertamente, encontraremos el futuro.

Entre nosotros no somos muy dados a la discusión ideológica, a lo sumo llegamos a detectar posiciones personales que pocas veces relacionamos con ideologías. De esta manera la pugna de ideas se da en la práctica, en las acciones, la corriente que ejerce algún poder avanza en sus posiciones y evita la discusión, no la necesita ni la permite, "la práctica decide". De esta manera no se construye teoría revolucionaria e irremediablemente estamos condenados al espontaneísmo, al pragmatismo que forzosamente repite lo establecido.

 Es vital discutir, y hacerlo con irreverencia, sin concesiones estratégicas por motivos tácticos. Entendiendo que los medios son parte del fin, la táctica condiciona al fin, y la discusión no es un capricho. Veamos.

En los últimos días se evidencia una posición clara frente al desarrollo del Socialismo: Un vocero calificado del gobierno (el nombre no importa, interesa la idea),  declara. Leamos la noticia:

“La visión que tenemos es generar un esquema articulado desde el punto de vista de la producción del sector privado y el sector estatal.

Indicó que el 2% de los empresarios que solicitaron recursos y créditos a la banca, concentraron el 66% de los recursos que se distribuyeron y eso no es para nada democrático. Los recursos, precisamente y que vayan a cada una de las personas, que vayan a cada uno de los sectores que realmente producen en el país.

Todos aquellos dispuestos a participar en los sectores estratégicos del país que son construcción, metalmecánica, alimentos, agroindustrias; corresponden al 60% de lo que se debe financiar por parte de la cartera manufacturera.

El paso que sigue es las mesas sectoriales para hacer el plan de producción 2013, con el sector privado nacionalista que cree y apuesta al país, eso es un esquema profundo de la planificación de la economía y de sincronizarlo con ese aparato".

Un gobernador  (no importa el nombre), declara refiriéndose a su estado: "Queremos construir nuevos empresarios, grandes, medianos o pequeños, pero con conciencia social."

La propuesta de esta corriente está muy clara: ¡más que estimular a la burguesía, crearla, lo declaran abiertamente, empresarios, es decir capitalistas, y le ponen la coletilla: pero con conciencia social. Están reviviendo la tercera vía, es un extraño camino hacia el Socialismo, forman capitalistas, usan las armas melladas y crean a los monstruos que las manejen.
        
        Pero ¿es eso posible?, ¿se puede castrar la voracidad del capitalismo y construir un capitalismo que no explote?,  ¿que no genere miseria material y espiritual?  La afirmación es propia de la ideología pequeño burguesa que se caracteriza por navegar en la indecisión: no está de acuerdo con el capitalismo pero teme superarlo. La pretensión es tan vieja como el mismo capitalismo, la historia dicta que la intención de atenuar al capitalismo termina siempre en fracaso. Por ese camino nos debilitaremos, perderemos la pasión de las masas, vendrá el capitalismo salvaje y su expresión fascista.
    
        El capital-Socialismo, este híbrido sólo vive en la cabeza del reformismo pequeño burgués. Los tranquiliza, les da sosiego para conciliar el sueño. El "capitalista bueno" les dispensa del salto revolucionario. Veamos.

El último informe de  Oxfam Internacional, organización internacional de promoción del desarrollo y lucha contra la hambruna, fundada Inglaterra en 1942,  denuncia que:

"El 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas, pese a la crisis, que no ha hecho más que acelerar esta tendencia.

Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas más ricas del mundo, equivalen a cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza en el planeta".

El mundo tiene capacidad productiva para acabar con la pobreza en todo el planeta, lo reconoce esta organización libre de toda sospecha de Socialista o de extremista. Las preguntas que surgen son: ¿por qué no se hace otro reparto de la riqueza, qué lo impide? ¿por qué unos se enriquecen cada vez más y otros pasan hambre? ¿por qué los capitalistas no tienen este pensamiento altruista, cristiano?

Rápidamente nos damos cuenta de que el problema del mundo no es de producción si no de quién se apropia de ella. Mientras exista capitalismo habrá hambre, entonces, si nosotros estimulamos el capitalismo es claro que aumentaremos el hambre que necesariamente viene aparejado con él.

El asunto es que el capitalismo funciona como un fetiche, un tótem, un dios que ha desquiciado a la humanidad. Los capitalistas son meros siervos, personificaciones de ese dios, no pueden actuar de otra manera, su enfermedad es acumular capital, riqueza, a costa de lo que sea, por encima de cualquier consideración.

Supongamos que esos señores que se reúnen con nuestros ministros y gobernadores para planificar ese "capitalismo con interés social" son buena gente, aceptemos eso. Entonces ellos tarde o temprano se verán con un dilema que definirá su "capitalismo utópico": la ganancia o el interés social. Si escogen la ganancia estarán siendo fiel al dios capitalista y seguirán en el juego. Si escogen el interés social, el mercado capitalista se los comerá, irán a la bancarrota. En Venezuela todas estas cabriolas cuentan con una red de seguridad que es la renta petrolera, o mejor: todos estos inventos terminan siendo parásitos de esa renta.

El capitalismo tiene sus leyes, que al violarlas el capitalista perece en las fauces de sus semejantes, es la cruel ley de la competencia, del mercado.

Ahora bien, hay un problema mayor. Esta ambigüedad en la propuesta del "capitalismo bueno", esta ambigüedad en el discurso, "somos antiburgueses pero los estimulamos", "somos anticapitalistas pero no del capitalismo nacional"… este culipandeo produce una conciencia del vivo, del clientelismo, de cazadores de renta, y eso se refleja en las elecciones, en el apoyo al gobierno y a la Revolución en la calle. Tarde o temprano tendremos que pagar esos errores.

jueves, 24 de enero de 2013

EL HECHIZO (DS 206)


Por allá en los años sesenta, corría un cuento: "Dios cuando forma a esta tierra de gracia le favoreció con todo, agua abundante, tierras fértiles, clima apacible, pueblo hazañoso, fauna vigorosa, flora impactante… Entonces, el diablo pasó por aquí y nos maldijo trayendo a los oligarcas, a los mojigatos, a los tibios, medias tintas, a los socialdemócratas, los reformistas, los adecos". El cuento resume la historia nuestra, desde los orígenes nuestra lucha ha sido el intento por librarnos de ese hechizo, de esa maldición.

Padecimos dictaduras y nos alegramos cuando amanecieron gobiernos que prometían cumplir el sueño de Bolívar: libertad y felicidad. Así el hechizo siempre mantuvo su vigencia. La fórmula de dominación funcionó a la perfección: la energía social, el anhelo revolucionario, quedó atrapado en la trama tejida por la dictadura y el populismo socialdemócrata, las dos formas del capitalismo.

Los disidentes y sus ideales revolucionarios fueron aplastados por dictaduras y falsas democracias. Los asesinatos, el exilio, la cárcel, marcaron sus vidas. Otros fueron engañados, no consiguieron el rumbo, se extraviaron, fueron seducidos por las mieles y migajas del banquete del poder. La Revolución Bolivariana es un intento asombroso de romper el hechizo. Ahora tenemos todas las condiciones: un líder consecuente, un pueblo aguerrido y una tierra de gracia ¿Qué nos falta?

Si estudiamos nuestra historia encontraremos que los intentos revolucionarios han fracasado por fallas en la teoría: todas sus derrotas fueron precedidas de derrotas en la ideología, en las ideas. Las palabras del Libertador son alertas: "Pueblo, han abusado de vuestra credulidad". "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción". "Moral y Luces son nuestras primeras necesidades". Se dio cuenta Bolívar, ganador de mil batallas, que lo derrotaban en las ideas.

Esa es la gran enseñanza para la Revolución Bolivariana: "Todo triunfo revolucionario primero fue un triunfo en las ideas". Razón tenía Martí cuando dijo: “una idea justa desde el fondo de una cueva puede derrotar a un ejército”. "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras".

Concluimos que la tarea principal de la Revolución en esta etapa es superarse a sí misma, o como diría un clásico: ser la negación de la negación. El populismo niega a la dictadura, la Revolución niega al capitalismo en sus dos formas dictadura-populismo. Para eso necesitamos teoría verdadera. No podemos conformarnos con triunfos en el terreno electoral burgués, es necesario superar al sistema, lo contrario es continuar en el hechizo.

La Revolución es un huracán de pasiones, es soltar las amarras que nos han sujetado por más de doscientos años, es un cambio de cultura, de nuevas relaciones humanas, es un salto, un rompimiento profundo, es navegar contracorriente. Esa es la medida.

Debemos buscar la idea justa, las luces indispensables para superar lo que algún ministro llamó "lo regalado", que es el otro nombre de la mera repartición de la renta, o de la maldición del diablo. Debemos buscar la idea, la pasión, el espíritu que nos conduzca hacia el nuevo mundo y concluir el sueño de Bolívar.

La historia de la América es la historia de esta contradicción: Populismo-dictadura. Esto explica a los militares del cono sur y también a Perón, a Menem, a Pérez Jiménez y también a Rómulo Betancourt. La dictadura niega al populismo, el populismo niega a la dictadura. La historia de las revoluciones en América es la de los intentos por superar esta contradicción, avanzar, conseguir la negación de aquellas negaciones.

Es así, los tiempos de la América son los de ruptura total, ya concluye la etapa de este pendular. Ahora, o la resolvemos con el Socialismo verdadero, o caemos en la barbarie que espera a toda la humanidad. Razón tenía la afirmación de Rosa Luxemburgo, vivimos tiempos de Socialismo o Barbarie.

La superación de la contradicción que nos acompaña desde los días de la fundación tiene que ser primero en la teoría. Sólo precisando hacia dónde vamos podemos dar los pasos seguros, si por el contrario la meta, el objetivo es confuso, entonces el camino será un ritornelo constante.

La primera precisión es que un hombre alienado, fragmentado, no puede ni siquiera imaginar un mundo diferente a esta miasma que es la existencia en el capitalismo. Entonces, la tarea es sanar al humano y en ese empeño liberarlo. La lucha por rescatar al humano es la lucha por construir las condiciones materiales y espirituales de su liberación. Se desprende que es necesario superar a la humanidad del capitalismo, al hombre doliente del capitalismo.

La liberación del hombre es fundamentalmente en el espíritu, es allí que se escenifica la principal batalla. Las reformas económicas, las compensaciones materiales sólo tendrán sentido si fortalecen el cambio en el alma.

La tarea es descomunal, construir a partir de la teoría y la práctica revolucionaria universal la guía ideológica para el salto. Es necesario prestigiar el estudio, hacer de la producción teórica, de la discusión, un centro vital de la Revolución que se alimente con la práctica y que simultáneamente la dirija.

Nuestros esfuerzos teóricos deben asombrar al mundo, nuestros logros prácticos deben constituirse en paradigmas, las mejores mentes revolucionarias del mundo deben poner sus ojos en nosotros: venir a discutir, a enseñar y a aprender. El conocimiento, aquel que se adquiere con estudio, con esfuerzo, con lectura y meditación debe ser prestigiado. La improvisación que tanto daño nos ha hecho debe ser desterrada. 

El salto, superar la contradicción dictadura-populismo, liberarnos del hechizo que nos domina desde los orígenes, es hoy un reto de vida o muerte. El  capitalismo llega a su fin y arrastra a toda la humanidad a la barbarie. Hoy la contradicción capitalista, dictadura-populismo, o se resuelve hacia el Socialismo o hacia la barbarie, hacia la extinción. 

La crisis del capitalismo es terminal, ya no hay holgura para la fase populista de la dominación. Sin superar al capitalismo todos los esfuerzos por ir a la tierra prometida serán atrapados por el fascismo. Se acabó el tiempo para pactos, las añoranzas de punto fijo son vanas.

EL PAPEL DE LOS REVOLUCIONARIOS (DS 205)

El papel de los Revolucionarios es hacer la Revolución. Palabras sabias de Fidel que resumen un mandamiento central, alrededor de esto orbita todo el empeño de los revolucionarios.
Los partidos revolucionarios tienen como deber hacer la Revolución, esto es, ayudar, empujar allí dónde más falta hace. Hacer la Revolución en la realidad, en la práctica, o como decía Marx: transformando al mundo.
¿Cómo hacerlo? Lo primero es estudiar, analizar la realidad, interpretarla y a partir de esa interpretación determinar la ubicación del esfuerzo transformador.
Ya se ha dicho que Chávez es un milagro político, y como todo milagro ocurre en lo asombroso, en lo inesperado. Es así, en un país imprevisto, en la punta equivocada, como diría Trotsky, se empieza a desenrollar la madeja de la historia. Chávez es el centro de esta delicadísima Revolución, es necesario preservar su liderazgo, esta es la primera conclusión del análisis de la realidad.
La segunda conclusión es que hay una gran falla ideológica. Venimos de una devastación teórica, la caída de la Unión Soviética arrastró la teoría al foso, abrió atajos para desilusionar a las masas con tesis que desarmaron la política, la hicieron mero ejercicio ecológico, lucha de minoría, racismo. Simultáneamente, transitamos la soberbia, esa combinación es propicia para el invento sin base, el extravío. Es terreno fértil para los experimentos de la pequeña burguesía, más interesada en las apariencias de cambios que en los cambios profundos, los que transforman al mundo verdaderamente.
Es necesario retomar el rumbo teórico, la praxis, vale decir, la práctica dirigida por la teoría rigurosa. En este campo es donde los partidos tienen, o deberían tener, mucho que aportar. La discusión debe elevarse, las metas deben ser altruistas, se debe dejar de lado la búsqueda del pequeño poder, la política sin contenido ni objetivo ideológico. Qué falta hace una revista ideológica, un foro de discusión densa.
Los temas son muchos y variados: ¿qué pensamos de la propiedad de los medios de producción?, ¿cómo elevar la Conciencia del Deber Social?, ¿a cuál proyecto beneficia la entrada en Mercosur?, ¿cómo es la integración que necesitamos?, ¿cuál es el concepto de potencia?, ¿pueblo o clases sociales?, ¿es posible democracia directa o es más democrática la democracia indirecta?, ¿la centralización, la integración nacional, la ALBA perdió vigencia?, ¿cómo es el internacionalismo de esta Revolución?, ¿la soberanía tecnológica es posible sin soberanía científica de primera línea? Estos son algunos de los puntos a discutir, pero no podemos olvidar nuestra relación con la naturaleza, las necesidades de la producción.
El deber de los revolucionarios está claro: con Chávez, que es estar con la única posibilidad del Socialismo, no otra. Con el estudio y la producción teórica que tanta falta hace.
Debemos votar por los candidatos de Chávez, esa es manera de mantener la posibilidad revolucionaria. Que nadie se engañe, la Revolución es con Chávez o no es. Eso de "con el proyecto pero sin Chávez” es traición, una burda trampa.
Debemos deducir que en una Revolución hay uno o varios frentes de confrontación entre el Socialismo y el capitalismo. En nuestra Revolución Bolivariana, ¿dónde están realmente estos frentes? Es imprescindible encontrarlos. Veamos.
En lo económico, el capitalismo tiene en su bando, además del capitalismo internacional, de los gringos, los brasileños, los chinos, los rusos, etc., a la Polar, a las trasnacionales, a los centros comerciales, al sistema financiero, aseguradoras, a los llamados productores del campo, a miles de pequeñas y medianas industrias, a millones de bodegas, taxistas, mototaxistas, a los medios generadores de plusvalía ideológica… Todos, focos de generación de egoísmo, el soporte principal del capitalismo.
El Socialismo puede oponer al capitalismo la comuna, los consejos comunales, cuyo peso económico es ínfimo y su resultado en la conciencia es más egoísmo. Por eso funcionan como cualquier cosa menos como un frente contra el capitalismo.
El mercado sigue marcando a la economía, todas las formas antes mencionadas, las de ellos y las de nosotros, terminan realizando sus productos en el mercado, y sabemos que éste es el centro del capitalismo. Mientras exista mercado existirá capitalismo.
En lo social, el capitalismo tiene la organización tradicional: estados descentralizados, municipios, parroquias, iglesias, escuelas, condominios, asociaciones de vecinos.
El Socialismo no ha conseguido un orden diferente, ni siquiera incipiente. En el horizonte sólo asoman formas fragmentadoras asimilables por el capitalismo como las comunas y los consejos comunales, no un tejido social que integre a la sociedad.
En lo político, el cuadro es más complejo. La Revolución tiene el poder político pero desde allí, paradójicamente, no socializa las ideas revolucionarias, por el contrario, desarrolla ideas capitalistas: el egoísmo de la repartición de la renta de manera individual, el estímulo a la respuesta individual, el beneficio sin contraprestación. De esa manera se ha creado una mentalidad antisocialista, un espíritu egoísta que amenaza a la Revolución.
Los partidos políticos, todos, los de allá y los de acá, se parecen, tienen las mismas funciones y la misma lógica: candidatos, zancadillas, promesas, mentiras. Sus miembros son indistinguibles, todos se parecen, tanto es así que conspicuos miembros de un partido revolucionario de la noche a la mañana aparecen sentados en la mesa de la derecha, o rancios miembros del lado de allá aparecen partiendo lanzas del lado de acá. Ya hasta la talanquera perdió su valor de definir los campos.
Sólo queda Chávez como ariete del Socialismo, él es el más importante factor en la  confrontación entre Socialismo y capitalismo, por eso es importante preservarlo, apoyarlo. Desde allí, desde la fortaleza del líder, se podrá avanzar, construir santuarios, frentes de lucha socialistas.
La fuerzas revolucionarias, en lugar de estar inventando tonterías, jugando a la política pequeña, ¡oportunistas! dándoselas de Maquiavelos cuando no llegan ni a quincalleros mediocres, apoyando candidatillos, haciendo propuestas vacías… Deberían estar apuntalando el liderazgo socialista de Chávez, nutriéndolo con teoría, con propuestas, discutiendo las formas de propiedad, fortaleciendo al Partido Unido, proponiendo organización social.