lunes, 3 de julio de 2017

A LA CONSTITUYENTE HAY QUE IR SIN INGENUIDAD

En el marco de la constituyente cabe formular algunas reflexiones sobre el papel que en ella va a jugar la izquierda, y aunque sea un hecho velado, que algunos asumen como un atentado a la unidad del campo revolucionario es necesario asumir que el campo revolucionario tiene al menos dos expresiones ideológicas. Por supuesto, alguien pudiera agregar otros matices ideológicos o políticos que pudiéramos asumir pero en aras del mensaje que queremos transmitir vamos a correr el riesgo de simplificar.
En Venezuela, tal y como ha ocurrido en cualquier proceso revolucionario existen en el campo de la revolución dos tendencias marcadas desde el punto de vista ideológico, pudiéramos decir dos tipos de izquierda: una reformista y una revolucionaria, partidaria de la profundización de los cambios. No cometeremos el error de herir susceptibilidades mencionando nombres, antes comenzaremos por caracterizar estas dos izquierdas, que repetimos, no mencionamos con la intención de dividir el campo revolucionario, el objetivo es esclarecer el rumbo cuando nos disponemos a afrontar el reto de la constituyente.
 Al caracterizar estos dos afluentes ideológicos definiremos en sus múltiples determinaciones las corrientes determinantes en la conducción de las masas, sin que por ello asumamos que las propias masas no participan o están al margen, al contrario, son expresión de las corrientes ideológicas que intentamos desnudar.
 Los reformistas no deberían ofenderse por esta caracterización, no se trata de insultos ni descalificaciones, el reformismo es una corriente histórica, la corriente reformista y la revolucionaria han representado distintas alternativas de acceso al poder. Por ejemplo, durante los sucesos que llevaron al poder hace 100 años a los bolcheviques se encuentran las posiciones reformistas que planteaban adelantar reformas a través del gobierno de Kerensky, fue la consecuencia y coherencia de Lenin y los bolcheviques en profundizar el proceso de cambios que ya había desalojado del poder al Zar lo que permitió el florecimiento de la primera revolución socialista del planeta.
 En Cuba, Fidel llegó a renunciar a la responsabilidad de Primer Ministro, apenas iniciando la revolución ante una multitud que demandó continuara en la conducción del proceso de cambios, la renuncia motivada por las contradicciones con la corriente reformista encabezada por nada menos que el Presidente Urrutia. 
 En Chile, la Unidad Popular que llevó a la Presidencia a Salvador Allende era dirigida por la corriente ideológica reformista, que triunfó y condujo el proceso de cambios los 3 años que estuvo en el poder Allende, sobre el proceso chileno nos detendremos para analizarlo más en profundidad dado que inicia un camino de tránsito al Socialismo por la vía electoral y pacífica, aspecto este que incluso determina que la conducción del gobierno de la Unidad Popular descansara en manos del reformismo ya citado, sin que esto implique descrédito a la figura inmensa de Salvador Allende, hacia el cual no apunta otra cosa que el respeto.
 No hay dudas a estas alturas respecto a que la vía pacífica al Socialismo es factible de asumir, esto justamente es lo que está planteado en Venezuela, sin embargo, es imperativo esclarecer los factores ideológicos que constituyen errores graves de conducción cometidos por las corrientes reformistas antes de plantearnos propuestas concretas para encarar la constituyente. En primer término, el reformismo por su postura laxa es caldo de cultivo para el oportunismo y la conciliación, impide definir rumbos con nitidez, lo cual diluye la figura de los dirigentes del campo revolucionario que asumen estas posturas y diluye políticamente la opción revolucionaria porque le dificultan a las masas distinguir sus intereses de clase en su dirección, y aclaramos, no decimos esto para buscar culpables o dividir, lo que está en juego no es la prosperidad o miseria política de tal o cual burócrata, sino la suerte y el destino del continente, esto lo decimos porque el acercamiento, la conciliación, la tolerancia debe establecerse en primer término con los sectores revolucionarios, incluidos los más críticos. Este aspecto constituye un elemento hasta biológico, dialéctico si se quiere, porque al agotamiento del reformismo sigue el desenlace, el cual deberá contar con el concurso de las corrientes revolucionarias para definir a favor del pueblo la situación, pero para lograrlo corresponde a estas corrientes partidarias de cambios profundos, actuar desde ahora. Lamentablemente la constituyente está siendo asumida de manera ingenua por la dirección del proceso, pero de eso hablaremos más adelante. Lo cierto es que en la misma medida en que la corriente reformista transita la crisis, intentando resolverla con métodos electorales, los partidarios de profundizar la revolución asoman a su destino.

¿Dónde está nuestra ingenuidad?

 Hemos mencionado el proceso chileno porque guarda muchas enseñanzas útiles en estos momentos cruciales de nuestra historia, existen múltiples testimonios y compatriotas chilenos incluso deseosos de acompañar nuestra suerte y que esta no sea la misma de ellos junto a Allende. Uno de estos compatriotas es Manuel Cabieses Donoso, actual Director de la Revista Chilena Punto Final, revista paradigmática de lo que es el periodismo comprometido con las causas justas, Cabieses y Punto Final tienen en su haber el palmarés de haber contribuido con la llegada a Cuba del ya mítico Diario del Che en Bolivia. Luego del golpe de Estado a Salvador Allende, Cabieses fue capturado y encarcelado en el Estadio Nacional y después trasladado al campo de concentración de Chacabuco, sobrevivió con la ayuda de la Revolución Cubana y su diplomacia, vivió en la mayor de las Antillas un tiempo en el que se preparó para regresar clandestino a Chile como dirigente del MIR. Sirvan estos datos como un pequeño esbozo de la consecuencia revolucionaria de quien no la presume, ni necesita mayor presentación. Ahora bien, Manuel Cabieses Donoso concedió una entrevista en 2014 a Juan Jorge Faundes, compilador del libro: Allende, crónica de una tragedia anunciada, en el cual esta entrevista inicia una antología de artículos publicados en la Revista Punto Final entre los años 1970-1973, período en el que se vivió la experiencia del Gobierno de la Unidad Popular en Chile. En la entrevista le preguntan al compatriota Manuel Cabieses:

Juan Jorge Faundes (JJF): Haciendo un resumen, porque ya lo has venido diciendo, ¿cómo crees que la experiencia chilena puede ser útil, después de cuarenta años, a los procesos revolucionarios?

Manuel Cabieses (MC): Me resulta difícil hacer una síntesis, porque hay tantos aspectos. No sólo fue el golpe, también la dictadura militar, la situación actual. Desde el golpe militar hasta el día de hoy hay un corte en la historia chilena que hace un todo, y que lo fundamental de la lucha política, revolucionaria, de liberación, se siga dando. Yo te diría -a riesgo de parecer muy simplista- que la enseñanza principal es que para empeñarse en un proceso de cambio revolucionario hay que perder la ingenuidad. Creo que el talón de Aquiles de la experiencia chilena, y que ojalá no cometan otras experiencias, es que era de una ingenuidad asombrosa, opinión que compartimos todos los que de una u otra manera participamos en ella. Todos pecamos de los mismo, de una ingenuidad que tiene algo de angelical; que está asociada a una bonhomía, a una forma de ser muy bondadosa del ser humano. En este caso, los seres humanos que componíamos la izquierda chilena. Lo diré con una pequeña anécdota. A mi el que me hizo claridad de lo que había pasado en Chile fue un campesino, un dirigente campesino comunista, que estaba preso también en el campo de prisioneros de Chacabuco. Era un tema recurrente, lo es siempre cuando uno está preso, el preguntarse por qué uno está preso. Me acuerdo que íbamos caminando por unas callecitas  polvorientas de Chacabuco, con este dirigente campesino, hablando de política, de por qué estamos aquí, de por qué fuimos derrotados, y este compañero campesino, dirigente de un asentamiento, me dice: “¿Sabe, compañero, por qué nos sacaron la cresta? Porque no teníamos odio”. ¡Porque no teníamos odio! Para mi fue como un deslumbramiento. Había participado en conversaciones mucho más ideologizadas, más políticas, complejas, densas, y en ese momento sentí que este hombre, con una claridad como suele ser el campesino, ponía el dedo en la llaga: la razón última de nuestra derrota era que no teníamos odio, que creíamos en la buena fe de los demás, que no nos atrevíamos a apretarle el cogote a quien había que apretarle el cogote. Creo que esa es la enseñanza principal. Esto se puede rellenar con elementos de análisis político, económico, etc., pero en esencia el problema fue que no teníamos odio.

JJF: Pero, imagino que la enseñanza no es que ahora hay que tener odio. Creo que no se trata de tener odio, sino de tener claridad, decisión y voluntad de hacer las cosas.

MC: Sí, no digo que ahora se trate de matar gente. Sino de ese ingenuo apego a valores que no son los nuestros, que son de la institucionalidad que hemos heredado. Ponernos a ser los mejores defensores de esa institucionalidad es absurdo. Te encajona en un camino sin salida. Mira en Chile como aún hoy se enaltecen los valores “republicanos” y se elogia a figuras de la izquierda porque son perfectos y connotados republicanos. Caer en esa trampa, de creerse el cuento, de creer que esta es la institucionalidad y de que los valores que de ella fluyen son “los valores” que requiere una institucionalidad democrática, real, y por lo tanto revolucionaria según las aspiraciones nuestras, es un absurdo. Es una ingenuidad total. Yo no quiero desmerecer en absoluto la imagen de nadie ni en particular la de Salvador Allende, por quien tengo una gran admiración, pero expresión de esa ingenuidad es que el mismo día del golpe Allende se está preguntando qué será del pobre Augusto, de Pinochet, hasta que se entera de que el pobre Augusto está a la cabeza del golpe. Se pregunta, qué será de él, porque lo consideraba un general leal. Porque se lo había recomendado el propio Prats, de quien era su segundo. También, la ingenuidad de Prats. Son expresiones de lo que quiero decir.

JJF: ¿Cómo no ser ingenuos?

MC: Habría que hacer un Manual (Risas)… Hay algo en la formación nuestra que nos hace ingenuos. Otro ejemplo: la Constitución de Venezuela, que tiene más de 300 artículos, es una muestra excelente de esa ingenuidad. En los comienzos del Gobierno de Chávez, yo le decía al Vicepresidente Rangel que era una constitución demasiado democrática y que le permitiría a la oposición maniobrar de tal forma que le complicaría mucho la vida a Chávez. Y José Vicente, somos muy amigos, me dice, mira, lo que pasa es que esta Constitución es fruto de gente que sufrió persecución, las cárceles, el exilio, el asesinato político, la tortura. El porcentaje mayor de constituyentes está expresado en el espíritu de esa Constitución Bolivariana. ¡Es una constitución de gente buena, buena, que fue perseguida, que querría que jamás aquello volviera a ocurrir! Y esos ideales los expresan en la Constitución. Y sin quererlo se deja la puerta abierta a la contrarrevolución. Es difícil de explicar esto.

 La cita es extensa pero necesaria, ilustrativa de lo que queremos decir para concluir este artículo. De las primeras reuniones realizadas por la Comisión Presidencial con distintos sectores susceptibles de participar en la Constituyente podemos alertar con Cabieses que es necesario abandonar la ingenuidad de creer que la derecha reconocerá las conquistas de la revolución, que recapacitarán y actuarán con la bondad que mueve a los chavistas, no reconocerán nada bueno en la Constitución Bolivariana, a diario lo demuestran: solicitan intervención extranjera, elecciones generales no previstas en la Constitución, acciones insurreccionales y terroristas que retan el poder del Estado, estrangulamiento económico sostenido y minuciosamente conducido, expresiones fascistas en las calles que han cegado la vida de inocentes, y en las redes sociales vuelcan inusitado odio.

¿Cómo superar la ingenuidad, qué plantear en la Constituyente?

  Es vital para el campo revolucionario superar las veleidades, la ingenuidad, la violencia no viene de la revolución pero eso no debe confundirse con el deber y el derecho a defendernos, con la necesidad de responder con virilidad la conjura de la oligarquía transnacionalizada, la población está preparada para la profundización, lo pide en las marchas con sus consignas, es el momento de avanzar en el escenario planteado.
 Debemos tomarle la palabra a la Dirección de la Revolución y definir cuáles son nuestros puntos de honor para garantizar que la Constitución Bolivariana, la de Chávez, no sea distorsionada. Este año justamente se cumplen 10 años de la Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, hay que preservar los postulados del Decreto 5200, garantizar la Plena Soberanía Petrolera legado de Chávez que desencadenó golpes y sabotajes. Respecto al sistema económico debemos superar el actual pragmatismo que parece sugerido por la realidad acuciante pero que también es expresión de una ideología extenuada, amamantada por los neoteóricos de la dependencia, es vital crear las condiciones para la planificación integral de la economía, amparada en un sistema de gestión consustancial con el compromiso e intereses de la clase obrera.
 El sistema económico postrentista no implica subsidiar, estimular ni crear un capitalismo bien comportado, normal, no parasitario, implica superar los postulados de un híbrido capital socialista que es más bien el estímulo a las relaciones capitalistas  enmascarando la lucha de clases, no será la sustitución de oligarquías lo que resuelva la crisis ni nos lleve a la paz, llegó la hora de los hornos, es necesario ejercitar el criterio, dejar de lado la ingenuidad, el cálculo reformista y proponer con arreglo a los intereses del pueblo un programa de industrialización desde una poderosa área de propiedad social, para establecer las relaciones de trabajo del socialismo, un sistema de registro del trabajo voluntario y de emulación que incluya a los más altos dirigentes,  detener la política de trasegar la renta petrolera a manos privadas en nombre del desarrollo de las fuerzas productivas. En el país, en la industria petrolera existe la masa crítica de profesionales para acometer la tarea de construir más que una Venezuela post rentista, una Venezuela Socialista. 

¡La Paz se gana con la justicia, y la justicia con el Socialismo!
¡La Economía postrentista es la Economía Socialista!

¡Unidos para defender el legado de Chávez!

jueves, 7 de febrero de 2013

PRODUCTIVO DE MISERIA O MISERIA PRODUCTIVA (DS 208)


A veces en el ambiente político se impone un término que otorga aceptación a las acciones. Así, por ejemplo, se forma una asociación de empresarios capitalistas y se le bautiza como bolivarianos, con eso se le da carta revolucionaria.

Esta fuerza mágica de una palabra, capaz de crear luz cuando se une a otra, es usada desde siempre para dar belleza insólita a las cosas triviales, amplitud infinita a un idioma, otorga a la lengua la capacidad de expresar la hermosura que encierra el alma humana, transforma al idioma en arte, este recurso lingüístico es objeto de estudio por especialistas y poetas.

Ahora bien, en política el lenguaje adquiere otras características, lo que en poesía es un hallazgo hermoso, en política es un recurso que puede falsificar. Veamos.

Hay tres términos que merecen atención, se están utilizando como la panacea, son: "productivo", "desarrollo económico" y "exportar".

Al bautizar algo con alguno de estos tres vocablos, le dan legitimidad, aceptación a cualquier acción. Si califican al capitalismo de, "sector productivo privado", lo santifican, deja de ser malo y se convierte en una meta que falsifica el camino al Socialismo. Si dicen que las acciones que toman son para "exportar al mercosur", esto los dispensa de cualquier explicación y legitima la acción.

Sumergidos en esta confusión, es urgente aclarar términos más allá de su simple calificación, preguntarnos sobre ellos, relacionarlos con la realidad.

Capitalismo se refiere a un sistema que se basa en la apropiación por una fracción de la sociedad del trabajo y la riqueza de toda ella. Esto trae como consecuencia obligatoria la formación de mayorías sumidas en la miseria material, y de toda la especie sumergida en la depauperación espiritual, producto de la fragmentación que hace del humano una partícula egoísta y de la humanidad un cuerpo desnaturalizado, mera suma inconexa de estas partículas.

El capitalismo necesariamente produce miseria, ésta es consustancial a su funcionamiento. La afirmación se sustenta en la teoría y en la práctica: es notorio el nivel de pobreza en países emblemáticos del capitalismo, evidentes sus grandes bolsones de miseria, donde el individuo es víctima del consumo enfermizo, y la naturaleza sufre los embates de una especie que se comporta como asesina de la vida.

Siendo así, sólo es apropiado acompañar el término "capitalismo" con el vocablo criminal, demencial. Así tendríamos coherencia entre el término y su referente en la realidad. Si insistimos en decir "productivo", debemos aclarar que es productivo de miseria.

Los coqueteos con el capitalismo, con cualquier nombre que pretendamos dorar la píldora, son coqueteos, concesiones a la miseria de la sociedad.

Recordemos que no hay formación económica aislada, las formas capitalistas van, siempre, inevitablemente, acompañadas de una fuerte formación de conciencia egoísta, y esta conciencia es sepulturera del Socialismo. Si debemos por razones políticas tener comercio con el capitalismo, es necesario un núcleo duro socialista, en lo económico, político y sobre todo en la conciencia.

La Revolución Bolivariana tiene entre sus grandes méritos el haber desempolvado al Socialismo, haberlo sacado del desván mundial, colocarlo en la palestra de la política global. Ya este logro sería suficiente para inscribirla en la historia.

El mundo se sorprendió cuando un gobernante, en el patio trasero de los yanquis, proclamó su antiimperialismo y su vocación socialista, eso no sucedía desde los días de Fidel. La emoción corrió por el planeta, y también se elevó nuestra responsabilidad: Le dijimos al Socialismo, cual Lázaro, ¡Levántate!, y en los pueblos del mundo renació la esperanza. Ahora tenemos la responsabilidad de echarlo a andar, de no dejar que fracase, de concretarlo en asombros y guías para el mundo.

¿Qué hacer?

Lo primero es entender esta responsabilidad, asumirla, no podemos fracasar porque el golpe para la humanidad sería definitivo, la sumiríamos en el más profundo de los desconciertos, del desaliento, del escepticismo, quedaría sin rumbo, perdida en convulsiones sociales sin sentido.

Es necesario construir núcleos duros teórico-prácticos del Socialismo, zonas socialistas, desarrollos socialistas, que vayan más allá de lo retórico, donde impere la Conciencia del Deber Social, donde la visión de lo local no quebrante la visión universal, para desde allí poder irradiar el ejemplo para el resto del planeta, y  establecer la resistencia y la ofensiva estratégica sobre el capitalismo.

Sin ese núcleo duro, que sea ejemplo de lo nuevo que tiene que nacer e instrumento indispensable para que muera lo viejo, sin ese núcleo nos perderemos en ensayos inoperantes y en flirteos debilitantes, como esos intentos fallidos de enamorar a una clase media que en su demencia nos desprecia.

La clave está en el gobierno, en sus líderes, en la dirección nacional. Una Revolución captura el poder político para desde allí hacer nacionales, hegemónicas, sus ideas. Siendo así, la Revolución tendrá el carácter de las ideas que desde el poder se difundan, y también el destino de ese proceso dependerá de esas ideas.

Entonces, el necesario núcleo depende de la cohesión de las ideas de la dirigencia, de la coherencia entre el discurso y la práctica, de la claridad y capacidad de convencer, de las ideas.

Si se dice que los burgueses son causa de las miserias del pueblo, si imputamos al capitalismo, a los capitalistas como causantes de los males de la humanidad, debemos explicar el por qué los aupamos, por qué establecemos alianza con ellos, por qué los convocamos.

Esas ideas deben tener su vitrina en algunas acciones de la sociedad que sean demostración de los cambios en las relaciones entre los humanos y de éstos con la naturaleza. Acciones que realice la sociedad, jornadas nacionales que involucren a la sociedad en objetivos políticos altruistas permanentes. Donde los participantes establezcan relaciones fraternas en la consecución de objetivos comunes. El trabajo voluntario colectivo llevado a escala nacional e internacional es inmejorable instrumento para conseguir esta vitrina, una sociedad movilizada, dando cada uno su cuota de amor por el prójimo y por el bien de todos. 

martes, 29 de enero de 2013

¿CAPITALISMO CON CONCIENCIA SOCIAL? (DS 207)


Discutir las diferentes posiciones sobre el Socialismo es vital para la Revolución. Sólo de esta manera, polemizando abiertamente, encontraremos el futuro.

Entre nosotros no somos muy dados a la discusión ideológica, a lo sumo llegamos a detectar posiciones personales que pocas veces relacionamos con ideologías. De esta manera la pugna de ideas se da en la práctica, en las acciones, la corriente que ejerce algún poder avanza en sus posiciones y evita la discusión, no la necesita ni la permite, "la práctica decide". De esta manera no se construye teoría revolucionaria e irremediablemente estamos condenados al espontaneísmo, al pragmatismo que forzosamente repite lo establecido.

 Es vital discutir, y hacerlo con irreverencia, sin concesiones estratégicas por motivos tácticos. Entendiendo que los medios son parte del fin, la táctica condiciona al fin, y la discusión no es un capricho. Veamos.

En los últimos días se evidencia una posición clara frente al desarrollo del Socialismo: Un vocero calificado del gobierno (el nombre no importa, interesa la idea),  declara. Leamos la noticia:

“La visión que tenemos es generar un esquema articulado desde el punto de vista de la producción del sector privado y el sector estatal.

Indicó que el 2% de los empresarios que solicitaron recursos y créditos a la banca, concentraron el 66% de los recursos que se distribuyeron y eso no es para nada democrático. Los recursos, precisamente y que vayan a cada una de las personas, que vayan a cada uno de los sectores que realmente producen en el país.

Todos aquellos dispuestos a participar en los sectores estratégicos del país que son construcción, metalmecánica, alimentos, agroindustrias; corresponden al 60% de lo que se debe financiar por parte de la cartera manufacturera.

El paso que sigue es las mesas sectoriales para hacer el plan de producción 2013, con el sector privado nacionalista que cree y apuesta al país, eso es un esquema profundo de la planificación de la economía y de sincronizarlo con ese aparato".

Un gobernador  (no importa el nombre), declara refiriéndose a su estado: "Queremos construir nuevos empresarios, grandes, medianos o pequeños, pero con conciencia social."

La propuesta de esta corriente está muy clara: ¡más que estimular a la burguesía, crearla, lo declaran abiertamente, empresarios, es decir capitalistas, y le ponen la coletilla: pero con conciencia social. Están reviviendo la tercera vía, es un extraño camino hacia el Socialismo, forman capitalistas, usan las armas melladas y crean a los monstruos que las manejen.
        
        Pero ¿es eso posible?, ¿se puede castrar la voracidad del capitalismo y construir un capitalismo que no explote?,  ¿que no genere miseria material y espiritual?  La afirmación es propia de la ideología pequeño burguesa que se caracteriza por navegar en la indecisión: no está de acuerdo con el capitalismo pero teme superarlo. La pretensión es tan vieja como el mismo capitalismo, la historia dicta que la intención de atenuar al capitalismo termina siempre en fracaso. Por ese camino nos debilitaremos, perderemos la pasión de las masas, vendrá el capitalismo salvaje y su expresión fascista.
    
        El capital-Socialismo, este híbrido sólo vive en la cabeza del reformismo pequeño burgués. Los tranquiliza, les da sosiego para conciliar el sueño. El "capitalista bueno" les dispensa del salto revolucionario. Veamos.

El último informe de  Oxfam Internacional, organización internacional de promoción del desarrollo y lucha contra la hambruna, fundada Inglaterra en 1942,  denuncia que:

"El 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas, pese a la crisis, que no ha hecho más que acelerar esta tendencia.

Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas más ricas del mundo, equivalen a cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza en el planeta".

El mundo tiene capacidad productiva para acabar con la pobreza en todo el planeta, lo reconoce esta organización libre de toda sospecha de Socialista o de extremista. Las preguntas que surgen son: ¿por qué no se hace otro reparto de la riqueza, qué lo impide? ¿por qué unos se enriquecen cada vez más y otros pasan hambre? ¿por qué los capitalistas no tienen este pensamiento altruista, cristiano?

Rápidamente nos damos cuenta de que el problema del mundo no es de producción si no de quién se apropia de ella. Mientras exista capitalismo habrá hambre, entonces, si nosotros estimulamos el capitalismo es claro que aumentaremos el hambre que necesariamente viene aparejado con él.

El asunto es que el capitalismo funciona como un fetiche, un tótem, un dios que ha desquiciado a la humanidad. Los capitalistas son meros siervos, personificaciones de ese dios, no pueden actuar de otra manera, su enfermedad es acumular capital, riqueza, a costa de lo que sea, por encima de cualquier consideración.

Supongamos que esos señores que se reúnen con nuestros ministros y gobernadores para planificar ese "capitalismo con interés social" son buena gente, aceptemos eso. Entonces ellos tarde o temprano se verán con un dilema que definirá su "capitalismo utópico": la ganancia o el interés social. Si escogen la ganancia estarán siendo fiel al dios capitalista y seguirán en el juego. Si escogen el interés social, el mercado capitalista se los comerá, irán a la bancarrota. En Venezuela todas estas cabriolas cuentan con una red de seguridad que es la renta petrolera, o mejor: todos estos inventos terminan siendo parásitos de esa renta.

El capitalismo tiene sus leyes, que al violarlas el capitalista perece en las fauces de sus semejantes, es la cruel ley de la competencia, del mercado.

Ahora bien, hay un problema mayor. Esta ambigüedad en la propuesta del "capitalismo bueno", esta ambigüedad en el discurso, "somos antiburgueses pero los estimulamos", "somos anticapitalistas pero no del capitalismo nacional"… este culipandeo produce una conciencia del vivo, del clientelismo, de cazadores de renta, y eso se refleja en las elecciones, en el apoyo al gobierno y a la Revolución en la calle. Tarde o temprano tendremos que pagar esos errores.

jueves, 24 de enero de 2013

EL HECHIZO (DS 206)


Por allá en los años sesenta, corría un cuento: "Dios cuando forma a esta tierra de gracia le favoreció con todo, agua abundante, tierras fértiles, clima apacible, pueblo hazañoso, fauna vigorosa, flora impactante… Entonces, el diablo pasó por aquí y nos maldijo trayendo a los oligarcas, a los mojigatos, a los tibios, medias tintas, a los socialdemócratas, los reformistas, los adecos". El cuento resume la historia nuestra, desde los orígenes nuestra lucha ha sido el intento por librarnos de ese hechizo, de esa maldición.

Padecimos dictaduras y nos alegramos cuando amanecieron gobiernos que prometían cumplir el sueño de Bolívar: libertad y felicidad. Así el hechizo siempre mantuvo su vigencia. La fórmula de dominación funcionó a la perfección: la energía social, el anhelo revolucionario, quedó atrapado en la trama tejida por la dictadura y el populismo socialdemócrata, las dos formas del capitalismo.

Los disidentes y sus ideales revolucionarios fueron aplastados por dictaduras y falsas democracias. Los asesinatos, el exilio, la cárcel, marcaron sus vidas. Otros fueron engañados, no consiguieron el rumbo, se extraviaron, fueron seducidos por las mieles y migajas del banquete del poder. La Revolución Bolivariana es un intento asombroso de romper el hechizo. Ahora tenemos todas las condiciones: un líder consecuente, un pueblo aguerrido y una tierra de gracia ¿Qué nos falta?

Si estudiamos nuestra historia encontraremos que los intentos revolucionarios han fracasado por fallas en la teoría: todas sus derrotas fueron precedidas de derrotas en la ideología, en las ideas. Las palabras del Libertador son alertas: "Pueblo, han abusado de vuestra credulidad". "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción". "Moral y Luces son nuestras primeras necesidades". Se dio cuenta Bolívar, ganador de mil batallas, que lo derrotaban en las ideas.

Esa es la gran enseñanza para la Revolución Bolivariana: "Todo triunfo revolucionario primero fue un triunfo en las ideas". Razón tenía Martí cuando dijo: “una idea justa desde el fondo de una cueva puede derrotar a un ejército”. "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras".

Concluimos que la tarea principal de la Revolución en esta etapa es superarse a sí misma, o como diría un clásico: ser la negación de la negación. El populismo niega a la dictadura, la Revolución niega al capitalismo en sus dos formas dictadura-populismo. Para eso necesitamos teoría verdadera. No podemos conformarnos con triunfos en el terreno electoral burgués, es necesario superar al sistema, lo contrario es continuar en el hechizo.

La Revolución es un huracán de pasiones, es soltar las amarras que nos han sujetado por más de doscientos años, es un cambio de cultura, de nuevas relaciones humanas, es un salto, un rompimiento profundo, es navegar contracorriente. Esa es la medida.

Debemos buscar la idea justa, las luces indispensables para superar lo que algún ministro llamó "lo regalado", que es el otro nombre de la mera repartición de la renta, o de la maldición del diablo. Debemos buscar la idea, la pasión, el espíritu que nos conduzca hacia el nuevo mundo y concluir el sueño de Bolívar.

La historia de la América es la historia de esta contradicción: Populismo-dictadura. Esto explica a los militares del cono sur y también a Perón, a Menem, a Pérez Jiménez y también a Rómulo Betancourt. La dictadura niega al populismo, el populismo niega a la dictadura. La historia de las revoluciones en América es la de los intentos por superar esta contradicción, avanzar, conseguir la negación de aquellas negaciones.

Es así, los tiempos de la América son los de ruptura total, ya concluye la etapa de este pendular. Ahora, o la resolvemos con el Socialismo verdadero, o caemos en la barbarie que espera a toda la humanidad. Razón tenía la afirmación de Rosa Luxemburgo, vivimos tiempos de Socialismo o Barbarie.

La superación de la contradicción que nos acompaña desde los días de la fundación tiene que ser primero en la teoría. Sólo precisando hacia dónde vamos podemos dar los pasos seguros, si por el contrario la meta, el objetivo es confuso, entonces el camino será un ritornelo constante.

La primera precisión es que un hombre alienado, fragmentado, no puede ni siquiera imaginar un mundo diferente a esta miasma que es la existencia en el capitalismo. Entonces, la tarea es sanar al humano y en ese empeño liberarlo. La lucha por rescatar al humano es la lucha por construir las condiciones materiales y espirituales de su liberación. Se desprende que es necesario superar a la humanidad del capitalismo, al hombre doliente del capitalismo.

La liberación del hombre es fundamentalmente en el espíritu, es allí que se escenifica la principal batalla. Las reformas económicas, las compensaciones materiales sólo tendrán sentido si fortalecen el cambio en el alma.

La tarea es descomunal, construir a partir de la teoría y la práctica revolucionaria universal la guía ideológica para el salto. Es necesario prestigiar el estudio, hacer de la producción teórica, de la discusión, un centro vital de la Revolución que se alimente con la práctica y que simultáneamente la dirija.

Nuestros esfuerzos teóricos deben asombrar al mundo, nuestros logros prácticos deben constituirse en paradigmas, las mejores mentes revolucionarias del mundo deben poner sus ojos en nosotros: venir a discutir, a enseñar y a aprender. El conocimiento, aquel que se adquiere con estudio, con esfuerzo, con lectura y meditación debe ser prestigiado. La improvisación que tanto daño nos ha hecho debe ser desterrada. 

El salto, superar la contradicción dictadura-populismo, liberarnos del hechizo que nos domina desde los orígenes, es hoy un reto de vida o muerte. El  capitalismo llega a su fin y arrastra a toda la humanidad a la barbarie. Hoy la contradicción capitalista, dictadura-populismo, o se resuelve hacia el Socialismo o hacia la barbarie, hacia la extinción. 

La crisis del capitalismo es terminal, ya no hay holgura para la fase populista de la dominación. Sin superar al capitalismo todos los esfuerzos por ir a la tierra prometida serán atrapados por el fascismo. Se acabó el tiempo para pactos, las añoranzas de punto fijo son vanas.