jueves, 7 de febrero de 2013

PRODUCTIVO DE MISERIA O MISERIA PRODUCTIVA (DS 208)


A veces en el ambiente político se impone un término que otorga aceptación a las acciones. Así, por ejemplo, se forma una asociación de empresarios capitalistas y se le bautiza como bolivarianos, con eso se le da carta revolucionaria.

Esta fuerza mágica de una palabra, capaz de crear luz cuando se une a otra, es usada desde siempre para dar belleza insólita a las cosas triviales, amplitud infinita a un idioma, otorga a la lengua la capacidad de expresar la hermosura que encierra el alma humana, transforma al idioma en arte, este recurso lingüístico es objeto de estudio por especialistas y poetas.

Ahora bien, en política el lenguaje adquiere otras características, lo que en poesía es un hallazgo hermoso, en política es un recurso que puede falsificar. Veamos.

Hay tres términos que merecen atención, se están utilizando como la panacea, son: "productivo", "desarrollo económico" y "exportar".

Al bautizar algo con alguno de estos tres vocablos, le dan legitimidad, aceptación a cualquier acción. Si califican al capitalismo de, "sector productivo privado", lo santifican, deja de ser malo y se convierte en una meta que falsifica el camino al Socialismo. Si dicen que las acciones que toman son para "exportar al mercosur", esto los dispensa de cualquier explicación y legitima la acción.

Sumergidos en esta confusión, es urgente aclarar términos más allá de su simple calificación, preguntarnos sobre ellos, relacionarlos con la realidad.

Capitalismo se refiere a un sistema que se basa en la apropiación por una fracción de la sociedad del trabajo y la riqueza de toda ella. Esto trae como consecuencia obligatoria la formación de mayorías sumidas en la miseria material, y de toda la especie sumergida en la depauperación espiritual, producto de la fragmentación que hace del humano una partícula egoísta y de la humanidad un cuerpo desnaturalizado, mera suma inconexa de estas partículas.

El capitalismo necesariamente produce miseria, ésta es consustancial a su funcionamiento. La afirmación se sustenta en la teoría y en la práctica: es notorio el nivel de pobreza en países emblemáticos del capitalismo, evidentes sus grandes bolsones de miseria, donde el individuo es víctima del consumo enfermizo, y la naturaleza sufre los embates de una especie que se comporta como asesina de la vida.

Siendo así, sólo es apropiado acompañar el término "capitalismo" con el vocablo criminal, demencial. Así tendríamos coherencia entre el término y su referente en la realidad. Si insistimos en decir "productivo", debemos aclarar que es productivo de miseria.

Los coqueteos con el capitalismo, con cualquier nombre que pretendamos dorar la píldora, son coqueteos, concesiones a la miseria de la sociedad.

Recordemos que no hay formación económica aislada, las formas capitalistas van, siempre, inevitablemente, acompañadas de una fuerte formación de conciencia egoísta, y esta conciencia es sepulturera del Socialismo. Si debemos por razones políticas tener comercio con el capitalismo, es necesario un núcleo duro socialista, en lo económico, político y sobre todo en la conciencia.

La Revolución Bolivariana tiene entre sus grandes méritos el haber desempolvado al Socialismo, haberlo sacado del desván mundial, colocarlo en la palestra de la política global. Ya este logro sería suficiente para inscribirla en la historia.

El mundo se sorprendió cuando un gobernante, en el patio trasero de los yanquis, proclamó su antiimperialismo y su vocación socialista, eso no sucedía desde los días de Fidel. La emoción corrió por el planeta, y también se elevó nuestra responsabilidad: Le dijimos al Socialismo, cual Lázaro, ¡Levántate!, y en los pueblos del mundo renació la esperanza. Ahora tenemos la responsabilidad de echarlo a andar, de no dejar que fracase, de concretarlo en asombros y guías para el mundo.

¿Qué hacer?

Lo primero es entender esta responsabilidad, asumirla, no podemos fracasar porque el golpe para la humanidad sería definitivo, la sumiríamos en el más profundo de los desconciertos, del desaliento, del escepticismo, quedaría sin rumbo, perdida en convulsiones sociales sin sentido.

Es necesario construir núcleos duros teórico-prácticos del Socialismo, zonas socialistas, desarrollos socialistas, que vayan más allá de lo retórico, donde impere la Conciencia del Deber Social, donde la visión de lo local no quebrante la visión universal, para desde allí poder irradiar el ejemplo para el resto del planeta, y  establecer la resistencia y la ofensiva estratégica sobre el capitalismo.

Sin ese núcleo duro, que sea ejemplo de lo nuevo que tiene que nacer e instrumento indispensable para que muera lo viejo, sin ese núcleo nos perderemos en ensayos inoperantes y en flirteos debilitantes, como esos intentos fallidos de enamorar a una clase media que en su demencia nos desprecia.

La clave está en el gobierno, en sus líderes, en la dirección nacional. Una Revolución captura el poder político para desde allí hacer nacionales, hegemónicas, sus ideas. Siendo así, la Revolución tendrá el carácter de las ideas que desde el poder se difundan, y también el destino de ese proceso dependerá de esas ideas.

Entonces, el necesario núcleo depende de la cohesión de las ideas de la dirigencia, de la coherencia entre el discurso y la práctica, de la claridad y capacidad de convencer, de las ideas.

Si se dice que los burgueses son causa de las miserias del pueblo, si imputamos al capitalismo, a los capitalistas como causantes de los males de la humanidad, debemos explicar el por qué los aupamos, por qué establecemos alianza con ellos, por qué los convocamos.

Esas ideas deben tener su vitrina en algunas acciones de la sociedad que sean demostración de los cambios en las relaciones entre los humanos y de éstos con la naturaleza. Acciones que realice la sociedad, jornadas nacionales que involucren a la sociedad en objetivos políticos altruistas permanentes. Donde los participantes establezcan relaciones fraternas en la consecución de objetivos comunes. El trabajo voluntario colectivo llevado a escala nacional e internacional es inmejorable instrumento para conseguir esta vitrina, una sociedad movilizada, dando cada uno su cuota de amor por el prójimo y por el bien de todos. 

martes, 29 de enero de 2013

¿CAPITALISMO CON CONCIENCIA SOCIAL? (DS 207)


Discutir las diferentes posiciones sobre el Socialismo es vital para la Revolución. Sólo de esta manera, polemizando abiertamente, encontraremos el futuro.

Entre nosotros no somos muy dados a la discusión ideológica, a lo sumo llegamos a detectar posiciones personales que pocas veces relacionamos con ideologías. De esta manera la pugna de ideas se da en la práctica, en las acciones, la corriente que ejerce algún poder avanza en sus posiciones y evita la discusión, no la necesita ni la permite, "la práctica decide". De esta manera no se construye teoría revolucionaria e irremediablemente estamos condenados al espontaneísmo, al pragmatismo que forzosamente repite lo establecido.

 Es vital discutir, y hacerlo con irreverencia, sin concesiones estratégicas por motivos tácticos. Entendiendo que los medios son parte del fin, la táctica condiciona al fin, y la discusión no es un capricho. Veamos.

En los últimos días se evidencia una posición clara frente al desarrollo del Socialismo: Un vocero calificado del gobierno (el nombre no importa, interesa la idea),  declara. Leamos la noticia:

“La visión que tenemos es generar un esquema articulado desde el punto de vista de la producción del sector privado y el sector estatal.

Indicó que el 2% de los empresarios que solicitaron recursos y créditos a la banca, concentraron el 66% de los recursos que se distribuyeron y eso no es para nada democrático. Los recursos, precisamente y que vayan a cada una de las personas, que vayan a cada uno de los sectores que realmente producen en el país.

Todos aquellos dispuestos a participar en los sectores estratégicos del país que son construcción, metalmecánica, alimentos, agroindustrias; corresponden al 60% de lo que se debe financiar por parte de la cartera manufacturera.

El paso que sigue es las mesas sectoriales para hacer el plan de producción 2013, con el sector privado nacionalista que cree y apuesta al país, eso es un esquema profundo de la planificación de la economía y de sincronizarlo con ese aparato".

Un gobernador  (no importa el nombre), declara refiriéndose a su estado: "Queremos construir nuevos empresarios, grandes, medianos o pequeños, pero con conciencia social."

La propuesta de esta corriente está muy clara: ¡más que estimular a la burguesía, crearla, lo declaran abiertamente, empresarios, es decir capitalistas, y le ponen la coletilla: pero con conciencia social. Están reviviendo la tercera vía, es un extraño camino hacia el Socialismo, forman capitalistas, usan las armas melladas y crean a los monstruos que las manejen.
        
        Pero ¿es eso posible?, ¿se puede castrar la voracidad del capitalismo y construir un capitalismo que no explote?,  ¿que no genere miseria material y espiritual?  La afirmación es propia de la ideología pequeño burguesa que se caracteriza por navegar en la indecisión: no está de acuerdo con el capitalismo pero teme superarlo. La pretensión es tan vieja como el mismo capitalismo, la historia dicta que la intención de atenuar al capitalismo termina siempre en fracaso. Por ese camino nos debilitaremos, perderemos la pasión de las masas, vendrá el capitalismo salvaje y su expresión fascista.
    
        El capital-Socialismo, este híbrido sólo vive en la cabeza del reformismo pequeño burgués. Los tranquiliza, les da sosiego para conciliar el sueño. El "capitalista bueno" les dispensa del salto revolucionario. Veamos.

El último informe de  Oxfam Internacional, organización internacional de promoción del desarrollo y lucha contra la hambruna, fundada Inglaterra en 1942,  denuncia que:

"El 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas, pese a la crisis, que no ha hecho más que acelerar esta tendencia.

Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas más ricas del mundo, equivalen a cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza en el planeta".

El mundo tiene capacidad productiva para acabar con la pobreza en todo el planeta, lo reconoce esta organización libre de toda sospecha de Socialista o de extremista. Las preguntas que surgen son: ¿por qué no se hace otro reparto de la riqueza, qué lo impide? ¿por qué unos se enriquecen cada vez más y otros pasan hambre? ¿por qué los capitalistas no tienen este pensamiento altruista, cristiano?

Rápidamente nos damos cuenta de que el problema del mundo no es de producción si no de quién se apropia de ella. Mientras exista capitalismo habrá hambre, entonces, si nosotros estimulamos el capitalismo es claro que aumentaremos el hambre que necesariamente viene aparejado con él.

El asunto es que el capitalismo funciona como un fetiche, un tótem, un dios que ha desquiciado a la humanidad. Los capitalistas son meros siervos, personificaciones de ese dios, no pueden actuar de otra manera, su enfermedad es acumular capital, riqueza, a costa de lo que sea, por encima de cualquier consideración.

Supongamos que esos señores que se reúnen con nuestros ministros y gobernadores para planificar ese "capitalismo con interés social" son buena gente, aceptemos eso. Entonces ellos tarde o temprano se verán con un dilema que definirá su "capitalismo utópico": la ganancia o el interés social. Si escogen la ganancia estarán siendo fiel al dios capitalista y seguirán en el juego. Si escogen el interés social, el mercado capitalista se los comerá, irán a la bancarrota. En Venezuela todas estas cabriolas cuentan con una red de seguridad que es la renta petrolera, o mejor: todos estos inventos terminan siendo parásitos de esa renta.

El capitalismo tiene sus leyes, que al violarlas el capitalista perece en las fauces de sus semejantes, es la cruel ley de la competencia, del mercado.

Ahora bien, hay un problema mayor. Esta ambigüedad en la propuesta del "capitalismo bueno", esta ambigüedad en el discurso, "somos antiburgueses pero los estimulamos", "somos anticapitalistas pero no del capitalismo nacional"… este culipandeo produce una conciencia del vivo, del clientelismo, de cazadores de renta, y eso se refleja en las elecciones, en el apoyo al gobierno y a la Revolución en la calle. Tarde o temprano tendremos que pagar esos errores.

jueves, 24 de enero de 2013

EL HECHIZO (DS 206)


Por allá en los años sesenta, corría un cuento: "Dios cuando forma a esta tierra de gracia le favoreció con todo, agua abundante, tierras fértiles, clima apacible, pueblo hazañoso, fauna vigorosa, flora impactante… Entonces, el diablo pasó por aquí y nos maldijo trayendo a los oligarcas, a los mojigatos, a los tibios, medias tintas, a los socialdemócratas, los reformistas, los adecos". El cuento resume la historia nuestra, desde los orígenes nuestra lucha ha sido el intento por librarnos de ese hechizo, de esa maldición.

Padecimos dictaduras y nos alegramos cuando amanecieron gobiernos que prometían cumplir el sueño de Bolívar: libertad y felicidad. Así el hechizo siempre mantuvo su vigencia. La fórmula de dominación funcionó a la perfección: la energía social, el anhelo revolucionario, quedó atrapado en la trama tejida por la dictadura y el populismo socialdemócrata, las dos formas del capitalismo.

Los disidentes y sus ideales revolucionarios fueron aplastados por dictaduras y falsas democracias. Los asesinatos, el exilio, la cárcel, marcaron sus vidas. Otros fueron engañados, no consiguieron el rumbo, se extraviaron, fueron seducidos por las mieles y migajas del banquete del poder. La Revolución Bolivariana es un intento asombroso de romper el hechizo. Ahora tenemos todas las condiciones: un líder consecuente, un pueblo aguerrido y una tierra de gracia ¿Qué nos falta?

Si estudiamos nuestra historia encontraremos que los intentos revolucionarios han fracasado por fallas en la teoría: todas sus derrotas fueron precedidas de derrotas en la ideología, en las ideas. Las palabras del Libertador son alertas: "Pueblo, han abusado de vuestra credulidad". "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción". "Moral y Luces son nuestras primeras necesidades". Se dio cuenta Bolívar, ganador de mil batallas, que lo derrotaban en las ideas.

Esa es la gran enseñanza para la Revolución Bolivariana: "Todo triunfo revolucionario primero fue un triunfo en las ideas". Razón tenía Martí cuando dijo: “una idea justa desde el fondo de una cueva puede derrotar a un ejército”. "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras".

Concluimos que la tarea principal de la Revolución en esta etapa es superarse a sí misma, o como diría un clásico: ser la negación de la negación. El populismo niega a la dictadura, la Revolución niega al capitalismo en sus dos formas dictadura-populismo. Para eso necesitamos teoría verdadera. No podemos conformarnos con triunfos en el terreno electoral burgués, es necesario superar al sistema, lo contrario es continuar en el hechizo.

La Revolución es un huracán de pasiones, es soltar las amarras que nos han sujetado por más de doscientos años, es un cambio de cultura, de nuevas relaciones humanas, es un salto, un rompimiento profundo, es navegar contracorriente. Esa es la medida.

Debemos buscar la idea justa, las luces indispensables para superar lo que algún ministro llamó "lo regalado", que es el otro nombre de la mera repartición de la renta, o de la maldición del diablo. Debemos buscar la idea, la pasión, el espíritu que nos conduzca hacia el nuevo mundo y concluir el sueño de Bolívar.

La historia de la América es la historia de esta contradicción: Populismo-dictadura. Esto explica a los militares del cono sur y también a Perón, a Menem, a Pérez Jiménez y también a Rómulo Betancourt. La dictadura niega al populismo, el populismo niega a la dictadura. La historia de las revoluciones en América es la de los intentos por superar esta contradicción, avanzar, conseguir la negación de aquellas negaciones.

Es así, los tiempos de la América son los de ruptura total, ya concluye la etapa de este pendular. Ahora, o la resolvemos con el Socialismo verdadero, o caemos en la barbarie que espera a toda la humanidad. Razón tenía la afirmación de Rosa Luxemburgo, vivimos tiempos de Socialismo o Barbarie.

La superación de la contradicción que nos acompaña desde los días de la fundación tiene que ser primero en la teoría. Sólo precisando hacia dónde vamos podemos dar los pasos seguros, si por el contrario la meta, el objetivo es confuso, entonces el camino será un ritornelo constante.

La primera precisión es que un hombre alienado, fragmentado, no puede ni siquiera imaginar un mundo diferente a esta miasma que es la existencia en el capitalismo. Entonces, la tarea es sanar al humano y en ese empeño liberarlo. La lucha por rescatar al humano es la lucha por construir las condiciones materiales y espirituales de su liberación. Se desprende que es necesario superar a la humanidad del capitalismo, al hombre doliente del capitalismo.

La liberación del hombre es fundamentalmente en el espíritu, es allí que se escenifica la principal batalla. Las reformas económicas, las compensaciones materiales sólo tendrán sentido si fortalecen el cambio en el alma.

La tarea es descomunal, construir a partir de la teoría y la práctica revolucionaria universal la guía ideológica para el salto. Es necesario prestigiar el estudio, hacer de la producción teórica, de la discusión, un centro vital de la Revolución que se alimente con la práctica y que simultáneamente la dirija.

Nuestros esfuerzos teóricos deben asombrar al mundo, nuestros logros prácticos deben constituirse en paradigmas, las mejores mentes revolucionarias del mundo deben poner sus ojos en nosotros: venir a discutir, a enseñar y a aprender. El conocimiento, aquel que se adquiere con estudio, con esfuerzo, con lectura y meditación debe ser prestigiado. La improvisación que tanto daño nos ha hecho debe ser desterrada. 

El salto, superar la contradicción dictadura-populismo, liberarnos del hechizo que nos domina desde los orígenes, es hoy un reto de vida o muerte. El  capitalismo llega a su fin y arrastra a toda la humanidad a la barbarie. Hoy la contradicción capitalista, dictadura-populismo, o se resuelve hacia el Socialismo o hacia la barbarie, hacia la extinción. 

La crisis del capitalismo es terminal, ya no hay holgura para la fase populista de la dominación. Sin superar al capitalismo todos los esfuerzos por ir a la tierra prometida serán atrapados por el fascismo. Se acabó el tiempo para pactos, las añoranzas de punto fijo son vanas.