miércoles, 5 de septiembre de 2012

REVOLUCIÓN OBRERA


Una clase social puede tener potencialidades para serlo y, simultáneamente, no saberlo. Los clásicos explicaron muy bien esta rara situación: una clase social es "en sí" -se refiere a su existencia, a su ubicación en la sociedad-. Y esa misma clase es "para sí" cuando toma conciencia de su situación y del papel que la historia le reserva. De aquí se desprende que una clase puede ser una por su existencia y puede ser otra por su conciencia. Lo anterior se aplica a la clase obrera venezolana.

La clase obrera se hace verdaderamente obrera cuando construye un proyecto de sociedad y lucha por aplicarlo, cuando interviene en política, entendida ésta como los asuntos del poder, de la dirección de la sociedad. Cuando la clase obrera confina sus luchas sólo a lo reivindicativo, al economicismo, entonces en política está necesariamente al servicio de los proyectos explotadores de otras clases. Es una clase "en sí", pero su conciencia pertenece al sistema dominante, está al servicio de sus verdugos. En Venezuela la clase obrera vive esta situación. Veamos.

Con la llegada al poder del Comandante Chávez se abrió un período de posibilidades revolucionarias. Ni los Revolucionarios ni la clase obrera hemos estado a la altura de esta realidad.

Unos se quedaron esperando que Lenin apareciera en escena, otros que Fidel bajara de la Sierra Maestra, no entendieron las peculiaridades de cada Revolución, no tuvieron la inteligencia y la grandeza de aceptar a Chávez como el líder de la Revolución Venezolana. Lo correcto era participar en la gran batalla interna, en la disputa que se abría por la conducción del proceso. Otros tomaron la vía del oportunismo y acompañaron al proceso con la vista puesta en engordar su cartera. Algunos fueron con su aureola de viejos combatientes pero cansados en las ideas, impotentes no supieron, no pudieron aportar al rumbo revolucionario. Algunos refugiados en utopías inoperantes plantearon atajos que conducen al extravío.  

En estas circunstancias la batalla principal en la Revolución se escenificó entre la intuición, la calidad amorosa, el sentido patriótico del Comandante, núcleo de la Revolución, contra la derecha interna y externa. La primera, intentando morigerar, mimetizada de revolución, con retórica fuerte y práctica de gelatina, conciliadora. La externa, brutal en sus acciones, saboteadora, golpista, fascista y, simultáneamente, refugiada en una legalidad que no respeta.

Entre tanto, la clase obrera, con toda su potencialidad, mostró su fuerza en abril y diciembre, defendió la oportunidad revolucionaria, pero no tiene la fuerza que le daría entender su papel histórico. Después de esas batallas victoriosas regresa inmediatamente a las trincheras del economicismo o al invento desfasado, sus dirigentes, incapaces de superar el reivindicativismo, de plantearse la meta de liberar al trabajo, se enclaustran en su pequeño horizonte, protegen su prestigio de gestores y dejan la lucha grande, la de la conducción de la sociedad, en manos de las clases dominantes, de la improvisación. De esta manera debilitan la Revolución.

La Revolución Bolivariana necesita con urgencia vital una Revolución dentro de la clase obrera. Veamos.

En Venezuela vivimos la rara oportunidad de poder avanzar hacia el Socialismo. Esto es sin duda un milagro en este planeta narcotizado por los vapores del capitalismo, que se debate en medio de una crisis incapaz de percibirla terminal, donde la clase obrera de los países desarrollados está espiritualmente colonizada, un mundo, en el que el fascismo surge como el arma para solventar la crisis. En resumen, un mundo sin esperanzas, sin visión de futuro, carcomido por la inmediatez.

La posibilidad de ir hacia el Socialismo es un bien que estamos en el deber de mantener, de esta posibilidad depende el destino de la vida de todos.

¿En esta situación cuál debe ser el papel de la clase obrera?

Lo primero es la superación de su condición de clase subordinada a otras ideologías, y su elevación a clase con un proyecto para toda la sociedad, aquí surge una pregunta ¿Cuál es el proyecto que pertenece a la clase obrera?

La clase obrera explotada por el capitalismo no puede liberarse de esa explotación sin superarlo, ese es el proyecto de la clase obrera: el Socialismo, única manera de superar al capitalismo. El Socialismo supone la Propiedad Social de los medios de producción administrados por el Estado Nacional. Sólo de esta manera será posible que la sociedad tome control de su economía, eleve la Conciencia del Deber Social, el trabajo sea para el beneficio de todos, de la sociedad toda, sólo de esta manera se liberarán las potencialidades sociales e individuales, dejará de haber explotación, de acuerdo al precepto cristiano, "de cada quien según su capacidad, a cada quien según su necesidad". Dar este salto social es la esencia del proyecto de la clase obrera.

La clase obrera, por su existencia, por su manera de ganarse la vida, es la clase llamada a tomar conciencia de la necesidad del Socialismo, a entenderlo, a conducir a la sociedad a esa meta, es decir, a transformarse en clase para sí, en clase motora de la Revolución.

Desgraciadamente no ha sido así, tenemos una clase obrera poderosa en el combate, pero flojita en la dirección de ese combate, las metas se las impone la lógica del capitalismo, o los intereses políticos de otras clases. No ha podido superar el economicismo, el reivindicativismo, esa ha sido la medida de los objetivos de sus batallas, esa es la conducta del grueso de su dirigencia.

No es fácil cambiar la calidad de las luchas obreras, es más cómodo seguir actuando como desde hace siglos, sumido en lo inmediato, guiados por la zanahoria delante. Es más fácil de comprender, por ejemplo, un aumento hoy que compre la tranquilidad del sistema de explotación que entender la lucha por cambiar el sistema.

La clase obrera está en el deber de apoyar con su ejemplo, con su crítica, y con su lealtad al Comandante Chávez que es la posibilidad de la construcción del Socialismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario