sábado, 11 de febrero de 2012

LA SENTENCIA

El Tribunal Supremo de la Naturaleza entró en sesión.

El relator de Fiscalía lee las acusaciones:

"Los mares y los cielos agonizan contaminados por el hombre, los bosques denuncian desertización, los ríos su desaparición, los hielos su derretimiento, las especies animales y vegetales revelan su extinción. Los humanos han cometido un descomunal genocidio, miles de especies desaparecen y miles ya han desaparecido."

La Fiscalía de la Naturaleza pide la pena máxima contra esta especie...

El relator de la Defensa hace uso de la palabra:

"El progreso no es genocidio, esos son daños colaterales. Si observamos todo lo que la especie humana ha logrado tendremos que aceptar que ha sido más beneficiosa que maligna. Las computadoras, los aviones, los carros, las grandes megalópolis son un monumento a la creatividad de la vida. Podemos viajar más rápido que nunca, ningún lugar del planeta está vedado al progreso, la mano creativa del hombre llega a los polos donde hay cruceros turísticos que navegan en lo que antes eran hielos milenarios.

Este año ya salimos de la crisis y emprendimos de nuevo la vía del crecimiento económico.

Concluimos afirmando que lo creado por el humano, desde las Pirámides, hasta las torres gemelas, justifican que unas cuantas especies desaparezcan, o el mar y el cielo se ensucien un poquito."

El Tribunal delibera a sala plena y produce la sentencia, las caras eran adustas, fúnebres, se disponían a leerla, cuando la voz de un anciano, interrumpe y pide ser oído.

Varios minutos tomó la discusión, pero dado lo definitivo de la sentencia se optó por dar la palabra al viejo de barba:

"Toda mi vida la he dedicado a la defensa y rescate de esta especie única en el mundo. No tiene una condición determinada, la condición humana depende de la forma como se organice, es capaz de crear ídolos y rendirse a sus pies. Las acusaciones que en este Tribunal se ventilan son verdaderas, nos convertimos en una especie genocida, peligrosa... nos merecemos el castigo de extinción que seguramente encierra la sentencia.

Sin embargo, esta especie de la que hoy se discute guillotinamiento, merece una oportunidad, es verdad, ella reúne todo lo malo que ha dicho la Fiscalía, y ha demostrado su soberbia y pedantería en los absurdos argumentos de la defensa. Pero, también es verdad, que es una especie víctima de un monstruo: el capitalismo, ese es el verdadero delincuente, el que convirtió a la especie en peste.

Pedimos respetuosamente, en honor a toda una trayectoria de lucha contra el monstruo, (no olviden que hace años denunciamos en Río de Janeiro la amenaza de extinción de la especie), pedimos, que se nos dé a los hombre de buena voluntad una oportunidad, que la sentencia se posponga por unos años, prometemos construir un mundo donde se respete a la naturaleza, un mundo socialista.”

No sabemos el resultado de la sesión, a veces parece que concedieron la prórroga, y otras que no. De todas formas tenemos el compromiso de construir ese mundo...

El compromiso, el reto es de vida o muerte, la especie se encuentra en una encrucijada de vida o muerte, la sentencia pende sobre nuestras cabezas.

La situación del planeta es dramática, el capitalismo más fuerte que nunca, camina sumido en mil contradicciones, arrastra crisis, tiene más problemas que nunca, pero paradójicamente sin ninguna ideología que le haga frente. Así se mueve el planeta, llevado de la mano del capitalismo hacia la destrucción del equilibrio de la vida.

Los gobiernos más avanzados del planeta, los más sensatos, denuncian las agresiones al medio ambiente, el peligro de seguir por la vía del capitalismo, lo suicida de sus paradigmas de seguir consumiendo y produciendo con la locura que hoy lo hacemos. Pero, incomprensiblemente nadie, ningún gobierno hace nada por cambiar el rumbo.

Un sólo indicativo, se prevé que el consumo de petróleo llegará a límites de crimen contra la naturaleza, se habla de cerca de 200 millones de barriles diarios y proyecta una curva ascendente. Los países se disponen a participar en el festín fúnebre que significa la extinción de la especie. Podemos medir el nivel de locura de la especie por el nivel del consumo de petróleo, por su tendencia, por su volumen.

Debemos concluir que a pesar de los acuerdos, las cumbres, la tendencia es a aumentar la locura, el consumo, el despilfarro de los recursos naturales.

Es así, hay que decirlo una vez más, el Socialismo es de vida o muerte. Ahora bien, existen mil formas de Socialismo, cada país quiere hacer el suyo, muchos son meras reformas, afeites. ¿Pero cómo saber cuál de esos miles va en el camino correcto?

La medida principal hoy debe ser el rescate de la armonía con la naturaleza, ese es el rasgo más importante del Socialismo, más que la eliminación de la plusvalía, de la hegemonía de la propiedad privada, del establecimiento de una consciencia de las relaciones amorosas. La armonía con la naturaleza es más importante, en ella nos va la vida, o rescatamos la armonía con la naturaleza o nos condenará a la extinción. La armonía no se puede lograr sin el Socialismo, incluye, supone, todas sus demás características.

Es así, más allá de los nombres, que ahora en el mundo poco dicen, de los adjetivos que muchas veces más encubren que aclaran, por sobre los nombres están los hechos concretos, los cambios en la relación con la naturaleza, esa es la importancia principal del Socialismo hoy.

El Socialismo es la única esperanza de la humanidad, porque es la única manera de conquistar a las grandes masas para el cambio de visión del mundo, este es requisito indispensable para establecer las nuevas relaciones con la naturaleza. Este cambio de visión, esta posibilidad de nuevas relaciones es lo que, hoy, justifica al Socialismo

Ninguna sociedad puede asumirse socialista sin ser un profundo contraste con el resto del mundo, si sigue consumiendo, derrochando gasolina, electricidad, midiendo el progreso por el número de automóviles, la economía por el PIB e ignorando los límites del desarrollo, abarrotada en las grandes megalópolis.

El reto nuestro es encontrar el Socialismo, hacerlo práctico, que asombre y guíe al mundo. O lo hacemos o la naturaleza rescatará su equilibrio... sin nosotros.

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