Estaría incompleto un análisis de la realidad política venezolana sin considerar al capitalismo internacional. Veamos.
El capitalismo atraviesa una crisis que, sin dudas, es una crisis de la humanidad. El capitalismo tiene una necesidad vital, crecer, pero el crecimiento continuo se topó con sus límites. Ya no puede hacerlo geográficamente, ocupa todo el planeta, ni con artificios económicos, las burbujas de la especulación le estallan en la cara. Los tradicionales polos imperiales están envejecidos, comidas sus entrañas por las deudas, abarrotados sus almacenes de mercancías que los constipan, la crisis toca a continentes enteros.
Europa sale del sueño del mercado común y vive la pesadilla de pueblos desesperados, no preparados para la penuria, los suicidios son epidemia. La crisis es global aunque algunos países, los llamados emergentes, pretenden esquivarla invadiendo mercados y territorios descuidados por los viejos imperios ahora decadentes. Vana ilusión, la crisis es del sistema capitalista, la solución no está en modificarlo ni remozarlo, sino en superarlo.
A nuestra puerta tocan los países emergentes. China, Rusia, Brasil buscan con desespero el petróleo, ingrediente indispensable para sus economías enfermas en sus cimientos. Estos países se enfrentan, con cautela, a los tradicionales países capitalistas, pugnan por un espacio en el sistema capitalista mundial, pero sin poner en peligro su existencia, lo protegen y simultáneamente piden su tajada del pastel.
Es lógico pensar que se puede sacar provecho de las grietas que producen las peleas entre los intereses capitalistas, pero ¿puede el país navegar en las aguas agitadas por los diversos intereses que allí se mueven? Quizá, es posible, pero seguro muy peligroso. Se trata de hacer negocios con fieras, algo así como cebras comprándoles pasto a los leones.
A nosotros nos tocó en suerte, o mejor, en mala suerte, Brasil. Podríamos decir, parafraseando el dicho mejicano: "pobre Venezuela, tan cerca del Brasil y tan lejos de Dios."
Tenemos negocios con Brasil y con Argentina, es decir, con la columna vertebral del mercosur, simultáneamente a lo económico, como es de esperar, se tejen obligaciones políticas que traban la marcha al Socialismo. Al entrar en el mercosur, además de la integración capitalista que eso significa, ingresamos en una integración de la democracia burguesa, del sistema político que la dominación burguesa adopta en el continente.
Los intereses económicos de Brasil y Argentina en Venezuela, necesariamente generan intereses políticos, sería cándido pensar lo contrario. Sería una falta incomprensible no pensar que estos países no intervienen en nuestra política, que no la intentan dirigir hacia lo que conviene a sus intereses, y sería casi un suicidio no prepararnos para enfrentar este factor internacional que intenta impedir el avance hacia el Socialismo. Es decir, son enemigos, por ahora ocultos, de la Revolución Bolivariana.
Cuando tenemos como objetivos históricos la Soberanía, el Socialismo, ser potencia moral, sin duda la burguesía paulista y agraria de estos países se activa en contra de estos propósitos, son ellos los que hegemonizan en esos países.
Lula pasará a la historia como el cónsul de la burguesía paulista. Consiguió encarnar, como nadie, el disfraz de obrero, de luchador social y embaucar con el lema de: "lo que es bueno para la burguesía es bueno para el Brasil". Desmontó la lucha de clases limitándola a una suerte de escarceos de verano de movimientos sociales inocuos para la salud del capitalismo.
Es un inmejorable operador del fortalecimiento del capitalismo en Brasil y de su expansión. En la ola de la pasión por el fútbol consiguió cabalgar la pasión por el expansionismo capitalista, en el mejor estilo de las antiguas cortes portuguesas.
¿Qué hace hoy el cónsul lula?
Lula tiene como tarea importante neutralizar al Socialismo Bolivariano y poner la riqueza nacional, el petróleo, al servicio de la burguesía de Brasil y Argentina. El hombre usa muy bien el disfraz de manso, de amigo.
Declaró que una victoria de Chávez sería una victoria de él, así se ganó la simpatía de todos, una especie de patente para opinar, siempre pusilánime, con disimulo, ambiguo. Veamos.
En unas declaraciones que da en Argentina, su socio principal en el mercosur, lula nos muestra su verdadero yo, he aquí la noticia en su idioma original:
O presidente reeleito da Venezuela, Hugo Chávez, deve preparar um sucessor, disse o ex-presidente Luiz Inácio Lula da Silva (…) que a alternância de poder é fundamental para a democracia.
disse ao jornal argentino La Nación que "para a democracia, a alternância de poder é uma conquista da humanidade e, por isso, é preciso mantê-la.
Eu acreditava que Chávez seria melhor para a Venezuela. Agora creio também que o companheiro Chávez deve começar a preparar sua sucessão. Porque a Constituição permite que Chávez seja candidato por uma quarta vez, mas, quando ele perder, os adversários também poderão se candidatar quantas vezes quiserem, e isso acredito que não é bom, disse Lula.
¿Qué hay tras estas declaraciones de lula? Sin duda la intención del imperialismo del sur de parar la marcha al Socialismo, nos lanza una carga de profundidad, nos pone a pelear con años de adelanto por las elecciones del 2019, saca a Chávez del juego, alienta la pelea interna, nos sumerge en la perversión de las elecciones burguesas.
Pero ¿cuál es el origen de la simpatía de lula? ¿por qué nos ama? La respuesta la da él mismo, en la entrevista declara:
"Venezuela empezó a mirar a América latina, y por eso defendí el ingreso de Venezuela al Mercosur. Por la importancia estratégica de Venezuela, es una de las reservas más grandes del mundo de petróleo y de gas, tiene un potencial energético extraordinario. Nosotros precisamos en cuanto Unasur discutir cómo hacernos socios de esa riqueza que tenemos".
El cónsul del sur devela su interés, al igual que los gringos, o los chinos... ponerle la mano al petróleo. Para eso necesitan detener la marcha al Socialismo, por eso Chávez les es incomodo, he allí el centro de la política imperial… Brasil incluido.
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