viernes, 11 de noviembre de 2011

LA TRANSICIÓN DE PLASTILINA

La ideología pequeño burguesa tiene como una de sus principales características la ambigüedad: todo lo que toca lo transforma en imprecisión, necesita la indeterminación. No precisar es su divisa, le aterra la definición, la llama dogmatismo y con esa excusa justifica la vaguedad. Va por la Revolución atemperándolo todo, diluyendo, extraviando: Si se proponen Consejos Comunales, la ideología pequeño burguesa opina que sean aislados, que no formen un tejido social nacional, si se sugiere partido, intenta confinarlo a su rol de maquinaria electoral, si se piensa construir un Polo Patriótico, lo enfrenta al partido, si se habla de Socialismo, inmediatamente brinca a proteger las propiedades de los capitalistas, y estimula con cualquier excusa esa economía.

Es una ideología que estira como chicle, como plastilina, con ella se puede moldear todo. Sus grandes construcciones teóricas son dirigidas a evitar la precisión, a pulverizar la seriedad del estudio, del pensamiento, así justifican cualquier intento de delinear las metas, de definir el rumbo. Emplean artimañas de sofistas de segunda, recordemos los ataques pequeño burgueses que esta Revolución ha sufrido:

"Esta es una Revolución autóctona, que no imita a nadie, empieza en sí misma", de esta manera intentaron privarnos de la historia universal, de la experiencia y la cultura mundial.

"Inventamos o erramos", fue otra de estas construcciones, deformaron el pensamiento de Simón Rodríguez para justificar cualquier improvisación. Cuando el maestro del Libertador hablaba, sabía que sólo se puede inventar sobre los hombros de los grandes pensadores, él rompía, inventaba encumbrado sobre los griegos, los enciclopedistas, lejos estaba de condenar el estudio. Fue así que "inventamos o erramos" se convirtió en justificación de cualquier desaguisado, se decía, estamos inventando y cualquier insensatez quedaba amparada.

Esta consigna, deformación del pensamiento del Maestro Robinson, justifica que no hay que estudiar, que un "difuso pueblo" todo lo sabe, no necesita del pensamiento pasado, ni el esfuerzo de producir nuevo conocimiento, espontáneamente y desde sus entrañas surgirá la verdad. Siendo así, para qué partido, para qué estudio, al contrario, se construye un culto a la ignorancia, un desprecio por las luces que el Libertador proclamó como nuestras mayores necesidades, que son sustituidas por unos saberes, siempre intuitivos adquiridos sin esfuerzos, donde todo puede suceder.

Se evita definir aludiendo que las metas están en construcción, que no se sabe bien cómo serán, que será la práctica la que definirá. De esta manera las fallas, la ausencia de resultados se atribuyen al proceso de construcción, que no termina nunca. Es una elegante manera de justificar la falta de rigor.

Otra idea que cubre todo abandono de seriedad teórica es el falso manejo del concepto de "Transición". Según esta deformación pequeño burguesa, en esta etapa cabe cualquier absurdo, cualquier alianza, estimular lo que queremos superar, todo es achacado a la "Transición" que es una especie de argumento de justificación universal.

Esta manera de ver la transición, que está soportada en libros y conferencias, esconde al reformismo redomado. Recordemos que la ideología pequeño burguesa es muy hábil a la hora de cumplir su papel de distractor de las posibilidades revolucionarias, recordemos que la socialdemocracia se cuela por entre las grietas de las debilidades teóricas de la Revolución, y la extravía.

Es imperativo, urgente, que la Revolución precise, dibuje con nitidez un concepto de "Transición". Este concepto es básico para el avance y para la defensa de la Revolución.

La "Transición" sería aquella etapa en que un sistema es desalojado de la hegemonía de una sociedad, por otro sistema que se hace hegemónico. O como diría Gramsci: "Es cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir." Y añade, "en ese claro oscuro surgen los monstruos."

Podemos concluir que la "Transición" es un período de fuerte lucha en todos los campos: ideológico, militar, social, económico. Es un enfrentamiento feroz, una guerra despiadada, entre lo viejo y lo nuevo. Y los monstruos de que nos habla Gramsci son, siempre, formas de defensa de lo viejo, en otras palabras, fascismo, reformismo. Entonces, en la "Transición" se incuba la Revolución, pero también las formas que la evitan. Allí está Allende para ilustrar esta afirmación.

El éxito revolucionario en la "Transición" depende de muchos elementos, pero uno principalísimo, indispensable, es la claridad de objetivos ¿para dónde se dirige? ¿cuales son los rasgos fundamentales de la nueva sociedad que se pretende construir?. Sólo con esa construcción teórica, que es general, y simultáneamente es nítida se podrá avanzar, y evaluar su evolución, pero sin esa meta, la Revolución, irremediablemente, tendrá un curso desatinado y tarde o temprano será atrapada por lo viejo.

En anteriores trabajos hemos hablado del Socialismo según Marx, la esencia del Socialismo según Marx, los reformistas quieren hacernos creer que no existen estas puntualizaciones, que el campo queda abierto a cualquier disparate. Las precisiones ¡Existen! y son las líneas maestras de la nueva sociedad.

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