¿Qué tiempos vendrán? ¿serán
días de epopeya, o por el contrario se oirán
los aullidos hirientes de lo mediocre? La respuesta está en nuestra
acción en los días por venir.
La Revolución
Bolivariana, el pueblo humilde de Venezuela está bajo el fuego cruzado de una
agresión psicológica de alta inteligencia, es preparación de un brutal zarpazo
que ya asoma con nitidez en el horizonte. Las señales son claras. "El
cielo está nublado."
La operación golpista
sigue el guión imperial aplicado en Irak, Libia, es fácil descubrir sus pasos:
primero crean la ficción de un gobierno peligroso para la tranquilidad de los
pueblos del norte, cabalgan sobre la ola de miedo creada con el derrumbe de las
Torres Gemelas, o el atentado de Madrid, activan el terror recordando aquellos
episodios.
Aquí hablan de
narcoestado con la desfachatez que en Irak hablaron de armas de destrucción
masiva, probar la acusación no importa, los medios se encargan de convertirla
en verdad, aplican la doctrina de repetir la mentira mil veces.
Conseguida la ficción de
Estado peligroso, pasan a la segunda fase: crear una situación que amerite la
acción de la "Caballería Gringa," de los gendarmes del mundo. Este
paso tiene variantes, pero todas crean la imagen de ingobernabilidad, de
atropello a los hipócritas derechos humanos.
Por último van al
desenlace: invaden, apoyan secesiones, secuestran gobernantes.
Esta es la situación que
atravesamos, frente a este peligro estamos, que nadie se llame a engaño, que
nadie hable de pesimismo. La primera medida para triunfar es reconocer el
peligro, la política de los avestruces conduce a la derrota.
Vivimos tiempos definitorios, este pueblo, su
dirigencia decidirán cómo pasaremos a la historia:
O cómo un pueblo iluso,
manipulado, que entregó su futuro, que no supo defender a sus Libertadores:
Bolívar, Zamora, Fabricio, Américo Silva, un pueblo que, engañado por los
prestidigitadores del circo imperial negó al Comandante antes de que un gallo
cantara tres veces.
O pasaremos a la historia
como un pueblo valiente, cimarrón, irreductible por cuyas venas corre sangre de
Zelotes, de los héroes de Carabobo, de Iracara, de Santa Inés, de los
Humocaros, de Cantaura, que supo marcar el camino de la derrota del imperio
capitalista, de la redención de la humanidad. Un pueblo que defendió hasta con
los dientes su derecho a decidir su futuro, a su Comandante, a sus sueños.
¿Cómo seremos
recordados? ¿Qué podremos contar a nuestros hijos? se decide en los próximos
días: si no somos capaces de erguirnos sobre el engaño, si sucumbimos en lo
mezquino, en lo egoísta, nos condenaremos a la nada de una existencia vacía,
perderemos el sentido que surge de una historia digna.
Ahora bien, si somos
capaces de elevarnos guiados por la historia sagrada que nos da fraternidad,
por su amor, entonces, por fin, después de milenios, el hombre podrá vivir
según el precepto Cristiano de amarnos los unos a los otros. Fundaremos el
Socialismo.
El golpe se desarrolla
frente a nuestra embobecidas narices, los vapores de las elecciones burguesas
nos nublan la vista, todo lo vemos con el cristal electoral. No somos capaces
de relacionar, las encuestas gobiernan nuestro raciocinio.
Lo del magistrado
traidor tiene que ver con la manipulación de la opinión del gringa, es una
pieza fundamental del golpe, y así tiene que responderse, el problema no es
aponte, es el golpe que avanza, es necesaria ¡ya! una respuesta sería y fuerte.
Estamos frente a una
escalada de hechos que suman, que llevan agua el molino del golpe: asesinatos
de militares chavistas de alto rango, incendios en centros eléctricos,
desabastecimiento, y sobre todo rumores de todo tipo.
La humanidad atraviesa
un reacomodo de la dominación mundial, similar al de los días de la Independencia,
a los de la Primera Guerra y Segunda Guerra Mundial. Los tiempos de crisis de
la dominación imperial, de agudización de los conflictos interimperiales son
propicios para el avance revolucionario. Recordemos la liberación de la
América, la Revolución Soviética, el Campo Socialista, todos ligados a estas
crisis.
Vivimos época
definitoria para el país y para la humanidad: podemos salir de este reacomodo
con nuevos amos imperiales, o podemos salir con el resurgimiento de la
esperanza, la respuestas está en nosotros: Podemos escoger el camino de los
mantuanos de 1810 y formar una “Junta de protectores de los derechos de
Fernando VII”, es decir, someternos al imperio, cambiar de caras y quedar en la
misma dominación capitalista. O podemos
dar un salto histórico, de la mano de Miranda, de Bolívar, y caminar hacia
nuestro 5 de Julio, fundar la opción socialista, ir más allá de los imperios,
independizarnos.
La Revolución
Bolivariana es la Esperanza, esa es una de las causas fundamentales de la
agresión, nos atacan más por nuestro ejemplo que por nuestras riquezas, saben
que la crisis es terreno fértil para la Revolución.
Hasta ahora han podido
mediatizar las protestas mundiales, mantenerlas en el redil, sin peligro para
el sistema. Temen que nosotros demos el ejemplo de la Revolución verdadera, del
Socialismo, a los indignados, a los inmigrantes ilegales, a los explotados del
mundo, a los proletarios, temen que la pasión libertaria que en 1810 encendió
al Continente se repita.
Es un deber sagrado para
este pueblo, para nuestros dirigentes, defender a la Revolución con
inteligencia y coraje. Debemos alertar, alertarnos de la amenaza, concientizar
la importancia de lo que representamos, y entender el deber más allá de lo
local de preservarlo. No hay cabida para la improvisación, para los inventos sin
base. Se trata de una guerra contra la potencia más poderosa en inteligencia y
fuerza que ha conocido la humanidad. Es hora de organizarnos para el combate,
con disciplina, con claridad de objetivo, con eficacia operativa, sólo así
podremos dar una respuesta eficaz, tendremos éxito.