Es paradójico, la crisis
del capitalismo evidencia la crisis profunda del Socialismo. Este no ha
superado el mazazo que significó la caída del llamado campo socialista. La
caída de la Unión Soviética trajo confusión, desilusión, los revolucionarios
quedaron aturdidos, al mundo lo cubrió el manto de la desesperanza.
En estas condiciones se
produjo una cursera teórica, proliferaron toda clase de justificaciones de
aquel derrumbe sorprendente y abundaron las propuestas de viejos y nuevos
caminos. El quiebre cobró actualidad, la socialdemocracia emergió. Los antes
revolucionarios morigeraron su posición y se corrieron hacia lo que antes
adversaron, su felonía la justificaron con teorías de apariencia revolucionaria
que en el fondo renegaban del Socialismo. Las proposiciones reformistas dieron
paso al deformismo: en nombre de la nueva teoría se deformaron los pilares del Socialismo,
la ciencia cedió su lugar a la superstición y en ella cabe todo, menos la
Revolución. Otros se pasaron con desvergüenza.
La teoría revolucionaria
fue enterrada. La precisión en los conceptos, la claridad de argumentos quedó
fuera de moda. La imprecisión, el lenguaje laberintico sustituyó al rigor, se
abrió así el campo para la pirotecnia verbal. Hablar de Marx, de Lenin,
manchaba. La operación de privar a la Revolución de su teoría fue un verdadero
genocidio teórico, el pensamiento revolucionario fue arrasado.
Con la caída de la Unión
Soviética el Socialismo sufrió una gran y desconcertante derrota cuyo principal
componente fue la devastación teórica. El mundo quedó desguarnecido de los
fundamentos de una teoría revolucionaria que guiara los cambios.
De esta manera,
desprovistos de teoría revolucionaria y de vanguardias que la encarne, los
movimientos emancipatorios fueron víctimas fáciles de nuevas teorías tan
novedosas como inútiles. Aparecieron "teóricos" negando la lucha de
clases, la toma del poder, la conciencia revolucionaria y la necesidad de la
Propiedad Social de los medios de producción.
Esta situación fue
sostenible porque los medios de deformación hicieron su trabajo y el mundo
aceptó al capitalismo en todas sus variantes y etapas, desde la pequeña
propiedad hasta el neoliberalismo, todas formas del mismo monstruo. El mundo admitió
la mentira de que los fundamentos del capitalismo, el egoísmo, la competencia,
son atributos naturales de la especie.
Sin embargo, el
capitalismo siguió su marcha y entró en crisis profunda, global, definitiva. El
mundo tal como lo conocemos hace agua en todos los rincones y en todas sus
manifestaciones, la especie corre peligro cierto de desaparecer.
Hay quien dice que el
capitalismo está en crisis terminal, cuando lo apropiado es decir que la
humanidad está en crisis terminal. Las circunstancias son dramáticas, no hay alternativa
a la marcha suicida del capitalismo. El mundo necesita otra opción para
corregir el rumbo y, lamentablemente aún, no conseguimos librarnos del deformismo
que nos guía hacia formas de capitalismo disimuladas, pero siempre capitalistas.
Es necesario traer del
olvido al Che y al Fidel teóricos, en ellos, en sus vidas y en su pensamiento
está el inicio del camino que la humanidad en peligro reclama.
Si intentáramos
reconstruir la historia del pensamiento Revolucionario, en el inicio estarían
Espartaco y Cristo, a estos los seguiría una larguísima serie de pensadores:
Galileo, Newton, Mendel, Darwin, alguien propondría a Beethoven y estaría bien,
seguirían Sócrates, Aristóteles, Heráclito, Hegel, Marx, Lenin, Mao, Gramsci,
Mariátegui, Martí, Bolívar, Simón Rodríguez, Einstein, la lista es inmensa, casi inabarcable, pero sin dudas al final estarían en puesto de
honor el Che y Fidel.
¿Cuál es el aporte del
Che y Fidel que los hace merecedores de coronar el torrente de los pensadores
revolucionarios? Son los constructores de una obra que hoy constituye la
esperanza de la humanidad asediada: la Revolución Cubana.
Toda Revolución debe
buscar en lo más puro, en lo esencial de la Revolución Cubana, las líneas
maestras que señalan el rumbo. La Revolución Cubana, en acción y pensamiento,
es vanguardia en la travesía revolucionaria, supera todos los estadios de la
práctica y la teoría revolucionaria, se empina sobre los hombros de la historia
y señala el camino.
El derrumbe de la Unión
Soviética puso a prueba a la Revolución Cubana y salió victoriosa, superó el
período especial, resiste el bloqueo. Cuando todo el mundo entró en el marasmo
capitalista, la Revolución Cubana aguantó, no se derrumbó, fue ejemplo. Así se
ganó el puesto en la historia. Pero ¿cuáles son las grandes enseñanzas de la
Cuba Revolucionaria?
Lo primero que debemos
entender es que allí se escenifica desde siempre, como dijo el Che, una feroz
lucha ideológica. Esta es la primera gran enseñanza: las revoluciones no son
una línea recta, su curso está lleno de ángulos, saltos y retrocesos, de
convivencia con lo errado. Es necesario, entonces, diferenciar "la paja
del trigo", desentrañar las grandes líneas de ese proceso extraordinario,
las que les permitieron ser lo que son y desechar las contaminaciones del
camino, los retrocesos tácticos, los errores. Estar alerta frente a los que
intentan vendernos paja por trigo y gato por liebre.
El elemento guía de la
Revolución Cubana, lo que la caracteriza, es la idea de la hegemonía de la
Conciencia de Sociedad sobre el egoísmo. Este concepto viene desde el Asalto al
Cuartel Moncada, se consolida en la Sierra Maestra y se hace objetivo en el
ejercicio del poder. Todas las acciones de la Revolución tienen esa marca.
Otra inmensa enseñanza
de la Revolución Cubana es que sí se puede construir Socialismo, ella lo hizo a
pocas millas del imperio, sobre todos los dogmatismos. Demostró que se puede y
que además es el deber de los revolucionarios construir el Socialismo, no hay
excusas para no hacerlo.
El deber de la
Revolución Bolivariana es fortalecer la idea y la práctica Socialista, que el
Socialismo se constituya en alternativa, fuente vigorosa que irrumpa en el
mundo como una esperanza, sin dejar que las pocas llamas que aún perduran sean
yuguladas por el cerco capitalista. El mundo nos necesita ahora, no hay tiempo
que perder, mañana será tarde. Hoy, ser potencia es ser ejemplo de superación
del capitalismo.
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