jueves, 24 de enero de 2013

LA HUMANIDAD (DS 204)


No se podrá ser socialista si no se es humanista, sin entenderse miembro de toda la humanidad. Quizá la mayor arma de la dominación, desde el inicio de los siglos, es fragmentar a la especie, dividirla en tantos trozos como individuos existan, cada uno interesado en sí mismo, de esta manera es fácil presa de los lobos. Así la humanidad queda alienada, sometida a los vaivenes del mercado, a merced de las cosas.

El humano fragmentado, desarraigado de su especie, es un cuerpo extraño en el milagro de la vida, es un "no-vida": la ataca, la lesiona, no puede establecer relaciones armónicas con su entorno ni con él mismo, de esta manera se constituye en el mayor peligro que la vida ha generado, en una especie suicida.

De allí que la esencial tarea del Socialismo es rescatar la integración del humano, esta es la base indispensable del nuevo edificio social. Y por eso los grandes hombres de la Humanidad son primero grandes humanistas. En el centro de sus planteamientos, de sus anhelos, siempre está el humano. Cuando Martí dice "Patria es Humanidad", está invitándonos a elevarnos a la condición de hombres pertenecientes a una especie y, conscientes de ello, a encontrarnos con nuestra esencia. Como dijo el filósofo: "Ser y consciente de ser".

La energía vital es limitada, está dada por la capacidad que tenga la vida de captarla del sol, lo hace por intermedio de unas especies dotadas de estructuras adaptadas a este fin. Los vegetales, algunas bacterias, ellos son el eslabón inicial de la vida. Nuestra especie destruye este inicio, este primer escalón: extermina bosques, seca ríos, altera los ciclos de la vida, rompe la armonía, desajusta el clima. De esta forma la vida tiende a quedarse sin energía, va a la extinción. Parafraseando a Martí, diríamos: "La Patria es la vida, la naturaleza".

El hombre fragmentado es también un ser de ideas fragmentadas, incapaz de entender el mundo. La salvación comenzará por el rescate de la capacidad de integrar, de relacionar, por ejemplo, al capitalismo con el desajuste climático, a éste con la falta de alimento, es decir, de energía capturada, a esta falta de energía con el despilfarro en los países del norte opulento, a todo esto con los gobiernos, a los gobiernos con las políticas locales y también con las universales, a relacionar los hechos en una parte del planeta con las consecuencias sobre todo el universo.

Hombres así integrados serán el primer paso para salvar la especie, la vida. Para salvarla de sí misma, de líderes insensatos como aquel que se burla de la intención de salvar al planeta, o como aquellos que desprecian los grandes temas de la vida en aras de lo inmediato: por una recompensa ahora, condenan a la humanidad. Tal es el carácter del hombre de la sociedad capitalista.

Se debería formar un Gran Tribunal Mundial para la Preservación de la Humanidad, Venezuela debía proponerlo. capriles sería el primer condenado.

Venezuela, dando muestras de la visión humanista que es propia del Socialismo, debería proponer un Gran Tribunal Mundial para la Preservación de la Humanidad. A la convocatoria acudirían seguro las mejores mentes del planeta.

La creación de este tribunal es deber de una Revolución, es un enfrentamiento en concreto con el sistema capitalista que debemos superar, es un centro de concientización del mal que produce, un paso hacia la visión integradora del humano, un adelanto en la formación de una verdadera unión de las naciones, la unión de la humanidad. Recordemos que un pueblo se empodera verdaderamente en la medida que toma conciencia de su dimensión de pertenencia a la humanidad, en la medida que se entiende perteneciente a la especie y que corre su misma suerte.

El tribunal será un medio formador de conciencia del nuevo rumbo que debe tomar la humanidad, so pena de extinguirse. Mérida, con su Sierra Nevada herida de capitalismo, puede ser la sede. Universidad y pueblo están sensibilizados para ser motores de esta idea. El nuevo gobernador Alexis, que en su plan de gobierno tiene como punto central el rescate de lo mejor del humano, del medio ambiente como templo de la vida, seguramente impulsará la idea.

El tribunal debe ir acompañado de un Instituto para el estudio del impacto ambiental e investigar, por ejemplo, cuántas especies y cuáles se extinguen, cuáles están en peligro, y relacionar esta pérdida con la acción del capitalismo. Allí se deben estudiar las medidas para contener y enfrentar el deterioro del ambiente. Pero también y sobre todo debe ser un instituto político, de cuestionamiento científico del capitalismo, de enaltecimiento del Socialismo.

La Revolución, nuestra Revolución, ya es hora de que avance hacia niveles superiores de cuestionamiento del capitalismo, del egoísmo que le sirve de fundamento. Sólo yendo al centro del problema humano, de su existencia, podremos entender la necesidad urgente del Socialismo, dejaremos de dar vueltas en un mismo sitio, de deslavar el término, le daremos la profundidad, la fuerza de su significado, lo reverenciaremos como instrumento único de salvación de la vida. Superaremos lo trivial de una existencia de sobrevivientes en el mundo de las mercancías, de las cosas.

Sólo así valdrá la pena la política, convirtiéndola en la ciencia y el arte de vivir, de construir y defender una especie armónica, dejar de ser una humanidad suicida, asesina de la vida.

La humanidad tiene tribunales para defensa de los derechos humanos, pero no tiene tribunales para defensa de la naturaleza. Tiene tribunales de comercio, las grandes fábricas disputan los inventos, las patentes, esos tribunales traducen el impacto ecológico a dólares, cuantifican a la naturaleza en dinero. Así, un derrame en el Golfo de México lo paga la British Petroleum en dólares. A la civilización del capitalismo ningún tribunal la cuestiona.

Es deber de esta Revolución, de sus dirigentes, de sus gobernadores, de sus candidatos, elevar la mira, apuntar al fondo del problema humano… si no lo hacen ellos, ¿quién lo hará?

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