lunes, 25 de junio de 2012

LA POTENCIA NECESARIA

El Comandante Chávez propone convertir a Venezuela en una potencia, esa será la razón de los esfuerzos en los próximos años. La batalla comienza con la correcta definición del concepto potencia. Veamos.

El concepto potencia tiene una fuerte carga ideológica, condicionado por la ubicación del que defina. En el mundo actual sólo hay cabida para dos tipos de potencia, la capitalista y la Socialista, sólo pueden existir dos polos: el capitalista y el Socialista. No hay lugar para terceras vías, para dos sistemas en un solo país.

Si es un capitalista el que define, sus ejemplos, sus guías serán los países del norte, una potencia será la que se parezca a Estados Unidos, a Inglaterra. Será aquella que tenga los mejores índices macroeconómicos, los que miden el avance del capitalismo: los niveles de consumo, el PIB, el consumo de materias primas, la producción de acero, el puesto que ocupe en fuerza militar, en la carrera del espacio.

En el mundo hay muchos países potencias de este tipo: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, China, Rusia, y algunos emergentes como Brasil e India. Todos crecen, tienen riquezas a costa de la explotación, de la apropiación del esfuerzo de los trabajadores, y todos producen una inmensa masa de excluidos. La condición de un grupo de privilegiados y las grandes mayorías depauperadas es inevitable en este tipo de potencias. Ellas son la peste de la humanidad.

Todo este entramado de potencias que constituye el imperio capitalista, además de llevar miseria material y espiritual a sus pueblos, conduce a la humanidad a la extinción.  

La Unión Soviética en algún tiempo quiso competir en el mismo terreno, con la misma lógica de las potencias capitalistas, su avance se medía con los mismos parámetros. Ya sabemos su destino, se transformó en país potencia… capitalista.

La definición Socialista de país potencia, tendría que ver con su capacidad de influir en la dirección del mundo, en transformarlo, contribuir decididamente para que la humanidad sea mejor. En la época que vivimos sería un país capaz de mostrar la alternativa al capitalismo, que tenga la suficiente fuerza para construirse socialista, ser un ejemplo, que señale el camino de la mayor suma de la verdadera felicidad para su pueblo, y de la salvación de la humanidad.

En este paisaje se abre la discusión de cómo construirnos país potencia, cuál camino escoger, el del capitalismo en sus múltiples variantes, o el del Socialismo, con inmensa carga de lo inédito y también con su inmenso aprendizaje en siglos de lucha y de elaboración teórica, de errores y de aciertos.

Tenemos dos caminos: Uno, repartir la renta y construir una ilusión de potencia, intentar seguir la vía de los países capitalistas emergentes, pero con más filantropía, y un día darnos cuenta con tristeza que sólo creamos un espejismo petrolero.

Segundo, la hermosa aventura de ser país potencia por el ejemplo ético, organización social amorosa, la nueva economía donde el hombre no es una mercancía, que las necesidades y su satisfacción eleven la condición humana.

La forma, los instrumentos usados para medir la actividad social no son inocentes, inocuos, fijan metas, marcan rumbos, visiones del mundo. Podríamos decir parafraseando al refrán, "dime qué mides y te diré quién eres".

La Revolución supone un rompimiento drástico con la lógica del pasado. Esto no es fácil, los ecos de lo antiguo retumban en la mente del revolucionario durante mucho tiempo, sus valores se sedimentan en el fondo del alma de las sociedades liberadas, y cuando menos se piensa irrumpen en la superficie como dioses que regresan y reclaman adoración, ese día comienza el regreso al reino que se creía sepultado. Es así, el rompimiento en lo espiritual es lo más difícil, allí se atrinchera el capitalismo.

El capitalismo mide fundamentalmente los indicadores económicos, en realidad mide la robustez del capital, este es el centro de su vida, si el capital va bien, todo estará bien. El humano existe en cuanto sirve al capital, no importa su destino, su existencia, incumbe su participación en el empeño de reproducir y acumular capital, el hombre es considerado una mercancía cuyo éxito, su derecho a la vida, como toda mercancía, estará dado por el mercado.

Siendo así, la Revolución, el Socialismo, o con más razón la transición al Socialismo necesita pensar nuevas maneras de medir la actividad de la sociedad: ¿Cómo medir, qué índice usar para cuantificar el aumento de la fraternidad en las relaciones en una fábrica, en un barrio? ¿Cómo evaluar el impacto que una medida económica, por ejemplo empresas mixtas entre capitalistas y el Estado, tienen sobre la conciencia de sociedad, sobre las relaciones fraternas, cómo influyen en el egoísmo, qué tipo de conciencia estimulan? ¿Cómo se estima la elevación en la conciencia socialista de los trabajadores de las empresas de propiedad social administradas por el Estado?

¿Cómo se mide el impacto de la programación de los medios de difusión del Estado sobre la conciencia socialista, la conciencia de pertenencia a la sociedad, sobre las relaciones fraternas? ¿Con ese engendro que llaman rating? ¿Cuál índice evalúa nuestra actividad cultural, su influencia en los cambios de los valores, la visión del mundo, la conciencia?

¿Cuál es el índice que mide el conocimiento de la sociedad sobre los cambios necesarios en la manera de vivir, de relacionarse, en los valores, los principios, los objetivos que mueven a la sociedad? ¿Cómo se calcula el entendimiento de la necesidad del Socialismo, su comprensión, la voluntad de defenderlo?

¿Cuál valor conjetura la capacidad de sacrificio del pueblo, su voluntad de defender su futuro por encima de cualquier dificultad?

Si pretendemos ser potencia, la potencia que necesita el mundo, y que haga realmente posible un pueblo con la mayor suma de felicidad posible, estamos obligados a cambiar, a crear una nueva visión de lo que es nuestro éxito, desalojar al capital del centro de la vida humana y devolver al hombre su lugar de honor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario