El
incidente de los comunicadores sociales y los militantes de la oligarquía no es
un hecho aislado, se relaciona con el comportamiento del resto de la sociedad.
Si lo relacionamos con otros aspectos de la vida nacional entenderemos muchas
cosas. Veamos.
En una
sociedad todo está entrelazado: la política, la economía, la cultura, la
educación, la religión, la ética… todo forma una unidad donde se expresan la
dominación y las reacciones de sumisión o rebeldía a esa dominación, con el
telón de fondo de las características propias de esa sociedad, de la manera
como se reproduce allí la vida.
Siendo
así, un hecho relevante en la sociedad debe contener en pequeño los rasgos
principales de esa unidad. Con este pensamiento en mente intentemos análisis del
incidente de los periodistas.
¿Dónde
ocurre el incidente?
Sucede
en una sociedad que es sometida a un remezón cultural que merecería estudio
aparte: la ética de la dominación-acatamiento que regía a la sociedad ve su
hegemonía fuertemente cuestionada por una ética caracterizada por la pérdida de
la relación esfuerzo-logro (esta relación ya perdida en la economía, adquiere
ahora entidad ética). Lo superficial priva sobre el rigor, la humorada, el show,
domina el pensamiento. El país pasa de la ética campesina a la ética marginal
rentista. El pensamiento mágico prevalece.
Se
valora lo individual sobre lo social, la revolución devolvió la autoestima al
individuo pero no ha podido sustituir la ética burguesa por la ética
revolucionaria, es decir, dotarla de sentido de pertenencia a la sociedad. Pareciera
que la Revolución ha elevado los niveles de egoísmo.
La
realidad es deformada por los medios de difusión, o más preciso, estos
sustituyeron a la realidad, tienen capacidad de crear mundos en nuestra psiquis
y también de destruirlos. Nuestra conciencia no se forma en lo real sino en el universo
de los medios, allí está "la verdad" y sus pontífices.
El
incidente con los periodistas ocurre en el mundo de la ficción de los medios,
allí adquiere la dinámica de show, se transforma, se potencia y se deforma, ya
no cumple las reglas lógicas de lo real: en la pantallas aparecen "heridos
en combates" rozagantes, sin una curita. Son agresiones que no ponen en
peligro a nadie, sigue las leyes de los combates de utilería, o del mundo de
los videojuegos. Esto no pasaría de una humorada si no fuese indicio de que el mundo real y el ficcional han
perdido contacto, y cuando esto ocurre se siente cercano el hedor del fascismo.
Y sus agresiones sí son reales, allí están pinochet, los desaparecidos del cono
sur y un largo etcétera.
Es
urgente que el peligro fascista a donde nos conduce el imperio se vea con
seriedad. El fascismo no se detiene en batallas de videojuegos, se derrota con
una ética del deber social, con un alto rigor en el pensamiento y en el
estudio… Y, sobre todo, dejándose de pendejadas.
Se sabe que los cambios
económicos se entrelazan con otros aspectos del resto de la sociedad, influyen
a veces de manera inmediata en el comportamiento, modelan la cultura, la conciencia.
En la Revolución
Bolivariana, que ocurre en medio de una feroz lucha de clases, se toman medidas
económicas de carácter socialista y también se toman medidas de claro tinte
capitalista.
Las medidas socialistas no consiguen romper el cerco
mediático e ideológico para transformarse en conciencia. En
contraste, las medidas capitalistas encuentran vía expedita en los medios de
difusión, en los nuestros y en los de ellos, consiguen impregnar a la
población, apuntalar sus valores, su cultura.
La política se ve fuertemente influenciada por esta
situación, el acuerdo de facto que existe en la economía entre capitalismo y la
intención socialista no es estéril, tiene vida, se mueve, intenta profundizarse
y complementarse con una clara expresión política: el pacto.
Los grandes capitalistas
industriales y financieros buscan corresponder la fuerza que tienen en la
economía con una expresión política, de gobierno, que les pertenezca, que sea
sumisa. Es decir, los capitalistas
necesitan reeditar el pacto que ya funciona en lo económico.
No es casualidad que la
política de hoy oscile entre el golpe fascista y la construcción de puentes
entre las fracciones capitalistas de adentro y de afuera del proceso. Allí se
inscriben los pujos de los periodistas por hablar con el comando de capriles,
llevan agua al molino de la concertación, ella los arropa.
Ya sabemos que las
burguesías nacionales funcionan como apéndices del imperio capitalista, de allí
se nutren en lo económico, en lo cultural, en lo político. Por eso los intereses
del imperio y de la oligarquía coinciden en la necesidad de dar otro carácter,
"menos soberano", al gobierno revolucionario.
Los golpistas y los
pactistas-reformistas tienen el mismo interés: paralizar el avance socialista. Los
golpistas plantean aplastarlo, los pactistas intentan morigerarlo quitándole
vitalidad, castrándolo, haciendo que pierda personalidad, que se confunda con
los oligarcas, que se diferencie sólo en la forma, no en el fondo. Eliminarlo
poco a poco, de manera vergonzante, escribiendo un poema de amor en la daga que
lo asesina.
Los reformistas abren
camino a la salida fascista, su conducta confunde a la población, su soberbia
los separa de la realidad, los confina a la ficción de los medios: si aparecen
en pantalla todo está bien, su mundo no rebasa las pocas pulgadas del
televisor.
Es necesario romper el
cerco del universo mediático, que el humano sustituya a la pantalla. Es urgente
construir un tejido social y, valga la repetición, de toda la sociedad, que
vaya desde lo nacional hasta lo capilar, que le dé sentido orgánico a la
sociedad y nos una en un solo esfuerzo. La política, lo social, lo económico,
así integrados, hechos sociedad, son el Socialismo. Desechemos la ficción y
construyamos el Socialismo en la realidad.
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